el ‘socio del silencio’ quE ELiGIeron DE VIDO Y KIRCHNER PARA NEGOCIAR EN MADRID

Carlos Lisandro Salas, el funcionario bi-cargo que se ocupa de los puertos y las privatizadas

Amigo personal del ministro de Planificación, no tiene gran conocimiento de ninguno de los temas de los que se ocupa, pero se ganó la confianza de Kirchner

Carlos Lisandro Salas es uno de los pocos funcionarios bi-cargo del gobierno de Néstor Kirchner. El 11 de julio de 2003 el Presidente firmó el decreto 311, nombrándolo representante alterno del Ministerio de Planificación en la Unidad de Renegociación y Análisis de contratos de servicios públicos (Uniren), una silla que ya estaba, y sigue, caliente. Y el 28 de abril de 2004, con el decreto 530, lo designó subsecretario de Puertos y Vías Navegables.

¿Antecedentes en el tema portuario? Le gusta la náutica, como atestigua su velero de 25 pies, que amarra en el Yatch Club Argentino. Su falta de conocimiento del área lo convierte en un prototipo del funcionario K, que prefiere a alguien de su riñón en vez de un técnico en quien no confía.

Con su jefe inmediato en el tema puertos, el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, casi se ignoran. El de Puertos es otro de los subsecretarios que le impusieron a Jaime, en este caso por elección del titular de Planificación, Julio de Vido, un amigo personal de Salas, a quien desde el sector portuario destacan como una persona buena, voluntariosa y sencilla pero que no sabe del tema. “Resolvió muy pocas cosas , dice un empresario con quien se entrevistó varias veces. Con los gremios tampoco se lleva bien. El 10 de marzo le hicieron uno de los paros más grandes del sector en años. Para pedirle mejoras salariales, pero también para mostrarle poder a un funcionario con el que tienen un diálogo tirante.

Salas confía en su equipo de 10 asesores, que lo acompaña a los auditorios donde pueden plantearle preguntas. Y su bajo perfil es una gran virtud a los ojos de Kirchner. Nada de entrevistas ni grandes declaraciones a los medios. Ni siquiera a los del sector específico del que se ocupa, con los que tiene trato escaso y distante, al punto que algunos denuncian una actitud paranoica.

El hombre cumple a extremos insólitos con el precepto pingüino de la baja exposición. En agosto de 2004, en ocasión de la segunda edición del Foro de Negocios EXPO-IMPO, uno de los más importantes de transporte, logística y comercio exterior, cuando ya llevaba cuatro meses al frente de la subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, Salas anunció el mismo día que le tocaba exponer, y con su discurso ya escrito, que no iría. “¿Qué voy a hacer ahí? Hay mucha gente , le oyeron decir. Ni el Administrador General de Puertos ni otras autoridades del sector pudieron convencerlo de cumplir su compromiso.

La otra mitad de su trabajo es expresar en la Uniren el pensamiento de De Vido, a quién conoció cuando, en virtud de su común profesión de arquitecto, el actual titular de Planificación lo contrató para un trabajo para Santa Cruz. Allí, Salas trabó amistad con los De Vido. Llegó a comprar terrenos y hace poco inauguró su propia hostería, con algunos socios, en El Calafate. Pero siempre le tiró Ensenada, donde vive, la náutica, y veranear en San Clemente del Tuyú, junto a su esposa, una psicóloga de 51 años –uno menos que él– y sus dos hijos.

Antes de la función pública, a-demás de ejercer como arquitecto, también fue docente. Entre 1999 y 2004 dedicó 12 horas semanales a sus clases en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Plata, como profesor de “Instalaciones .

En 2002, cuando Kirchner comenzó a recorrer el camino presidencial y De Vido, con suerte dispar, golpeaba puertas en búsqueda de apoyo, recibió la asesoría del buen amigo Salas. Lisandro, como lo llaman casi todos. Eso fortaleció el vínculo con Kirchner y De Vido, que luego lo catapultó a la Uniren, a pesar de su nula experiencia en los quehaceres de las privatizadas. Allí, su rol es que se cumplan los tiempos, procesos y planes que le marca su amigo-jefe, en un agencia de por sí difícil, en la que trabajan funcionarios de Economía y Planificación, dos áreas que no suelen convivir sanamente y en familia.

A mediados de 2004, Salas fue uno de los primeros que, cual Quijote, salió a defender en el exterior el polémico proyecto oficial de marco regulatorio de servicios públicos. En EE.UU., puso la cara ante el Banco Mundial, y en España hizo lo mismo ante los directivos de las privatizadas con sede en la Argentina. Escuchó críticas y sugerencias, tomó nota y se dio cuenta que era inútil plantear un nuevo marco general para los servicios públicos, cuando la mayoría de las concesionarias ni siquiera tenía un nuevo contrato definido tras el congelamiento de tarifas de enero de 2002. El proyecto se archivó, pero podría ser reflotado tras las elecciones.

Con todo, lo más importante de esos viajes fueron los contactos personales de alto nivel, que le sirvieron a Salas en una segunda misión más importante y que le dejó réditos al Gobierno en su tira y afloje con las empresas de servicios.

Cuando, a comienzos de este año, algunas privatizadas clave mantenían su intransigencia, Salas recibió la orden de ignorar el pataleo de las filiales locales y negociar directamente con las casas matrices. Viajó a España y Francia varias veces, con y sin De Vido, y terminó de convencer a la plana mayor de Telefónica y Gas Natural Ban, entre otras, para que aceptaran el ofrecimiento oficial para renegociar sus contratos de concesión. Quienes lidiaron con él, destacan su cordialidad, buen trato y capacidad negociadora

El bi-cargo le deja a Salas un sueldo anual neto de $ 66.613, según su última declaración jurada patrimonial a la Oficina Anticorrupción. ¿Cómo se reparte entre sus dos puestos? Los estibadores dicen que no puede ser que un funcionario con tantos problemas por resolver en los puertos también tenga la gigantesca area de renegociar los contratos de las privatizadas.

Mientras, Salas sigue trabajando largas jornadas, a veces hasta las 10 de la noche, y justificando sus carencias con una frase hecha. “No soy político, pero no vivo dentro de un zapallo .



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