SITUACIONES CURIOSASDE NUESTROS TRIBUTOS

El reintegro del 5% de IVA a las compras con tarjetas de débito ¿era una medida acertada?

A través de esta columna se acercan situaciones curiosas que se presentan en nuestro sistema tributario, proponiendo un espacio de reflexión para el lector dentro del suplemento.

Una de las formas de evasión más fácil de llevar a cabo es a través de la no emisión de comprobantes de venta de las operaciones. Consciente de ello ya Carlos M. Tacchi (nuestro fallecido Secretario de Ingresos Públicos contemporáneo del grupo de inspectores de elite conocido como "los Intocables") había instrumentado a fines de 1990 el Loteriva, un sistema de sorteos semanales de importantes sumas de dinero del que participaban los ciudadanos, enviando un sobre con 20 tickets o facturas de compra.

Desaparecido el Loteriva, se instrumentó a fines de 2001 un sistema de devolución del 5% del IVA a consumidores finales por compras de hasta $1.000 efectuadas con tarjeta de débito, desincentivando las operaciones en efectivo (que posibilitan la evasión). Esta medida fue aplicable hasta el 31/12/2016, representando en ese último año un costo económico para el estado de cerca de 6.000 millones de pesos.

Si tomamos el ingreso anual por IVA impositivo (no de aduana) del año 2016 tenemos un importe de $ 406.119.826.000 de los cuales esos 6.000 millones por devoluciones de IVA representa un 1,47%.

Ha trascendido que el Ministerio de Hacienda planea reducir el IVA del 21% al 19% para "bajar la presión tributaria".

Recordemos que una medida similar se instrumentó durante casi tres meses en noviembre de 2002 (mediante el decreto 2312/2002) sin que la rebaja impositiva se traslade a los precios (consumidor final) por lo que pasó a engrosar la rentabilidad en las operaciones (comercios).

Esto nos obliga a reflexionar, por un lado el costo fiscal de mantener la devolución del IVA con tarjetas de débito representó menos del 1,5% de la recaudación del IVA impositivo, lo que comparado con la reducción de alícuota del 2% que se está analizando, resultaría perjudicial para el estado en un 0,5%. Por otro lado como la historia ya lo ha demostrado ese 2% que nominalmente se tomará como una rebaja de la presión tributaria "quizás" no llegue al bolsillo de los consumidores vía rebaja de precios, transformándose en una mayor rentabilidad para los comerciantes.

Pero también debe observarse que con la devolución de IVA a los consumidores finales se inducía a formalizar operaciones que de otra manera quedarían en la informalidad, porque nuestra cultura tributaria resulta aún endeble.

También esta medida posibilitaba bajar el costo del dinero porque el beneficio fiscal traía aparejado un incentivo a dejar los pesos inmovilizados temporalmente en las cajas de ahorro, representando para las entidades financieras un costo ínfimo para captar dinero que luego se volcaría al crédito. La conjunción de la eliminación de la devolución del 5% del IVA en las compras con tarjetas de débito y la reducción del 2% en la alícuota del IVA que se proyecta, parecen encuadrarse en mostrar una menor presión tributaria nominal de dudoso alivio para los consumidores.

En el lado opuesto de la ecuación tenemos un posible encarecimiento del crédito financiero, y la AFIP pierde a (través de un mínimo incentivo económico a los consumidores finales), una herramienta que inducía al cumplimiento voluntario de obligaciones, porque si bien exigir que se emita la factura en cada operación es un deber ciudadano, debemos entender que ese deber tiende a flaquear ante estímulos económicos en un país que se reconoce con casi un tercio de su población en situación de pobreza.

El tiempo dirá si estábamos preparados para este cambio

(*) Mario Rapisarda es Contador Público Nacional, especialista en temas tributarios, graduado en la UNLZ. mjrapisarda8@gmail.com

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