Pese a la suba de las tasas, rinde más adelantar consumos

Pese a la suba en las tasas de las Lebacs, que incide en los plazos fijos, que ya pagan casi 30% anual, el mejor negocio sigue siendo adelantar consumos. Basta ver los números de la inflación que mide el IPC Congreso: en los últimos tres meses (de diciembre a febrero) alcanzó el 12,4%, casi la mitad de lo que rinden los plazos fijos a lo largo de todo un año. Si los índices de inflación continúan así, la proyección arroja un 50% anual, aunque se sabe que en el segundo semestre la suba de precios será menor. Por la caída del consumo y de la actividad económica, las empresas no podrán aumentar tanto los precios, porque las ventas se les caerán como fichas de dominó, pero el problema para la población puede dejar de ser la inflación para pasar a ser las suspensiones y el desempleo.

El negocio, entonces, reside en ir al supermercado los fines de semana, que tienen fuertes promociones, al estilo de llevar dos productos y pagar uno, y stockear productos de limpieza y no perecederos.

De ahorrar en plazo fijo ahora se pasó a ahorrar en jabón en polvo, papel higiénico y latas de atún, que son productos con años hasta su vencimiento y que se utilizan inevitablemente. También se aprovecha a stockear yerba, antes del inminente aumento de precios. En las alacenas de los hogares, se ven paquetes de azúcar, de harina y de fideos, que la gente los compra en cantidad cuando hay descuento.

Cuando hay oferta de dos por uno en galletitas, cada vez más gente ve la fecha de vencimiento en los paquetes y calcula cuánto consumirá hasta entonces, y compra en cantidad.

La ventaja es que se puede ir al supermercado cerca del hogar, sin necesidad de gastar nafta para ir hasta el Mercado Central o hasta algún mayorista.

Incluso, la gente pasó a ser cada día más "infiel" en sus compras, y no va sólo a un supermercado, sino que lo engaña con otras cadenas. Los changos, que antes se veían llenos, ahora se observan con pocos productos, sólo lo que está en descuento, y el consumidor prefiere hacer una compra más racional e inteligente. Por eso, acude más seguido a distintos supermercados y no hace más la compra mensual gigante. Hasta va comido, para evitar tentarse con las golosinas, colocadas estratégicamente al lado de las cajas, al hacer la fila para pagar.

Una recomendación es no tentarse con los productos que están en las punteras de góndola ni a la altura de los ojos, donde suelen estar las primeras marcas, que le pagan al supermercado por ese lugar estratégico. En la parte de abajo de las góndolas suelen estar las segundas marcas, mucho más baratas, y en varios casos hasta producidas por primeras marcas, pero sin presupuesto de marketing para tener presencia en una puntera de góndola.

Con la inflación en crecimiento, otra de las cosas que suele pasar en los súper es que el precio de la góndola no coincide con el de la caja, que es superior. Esto le sucedió y le sucede a este cronista cada vez que va a hacer las compras en cualquiera de las grandes cadenas. La explicación que dan es que pueden aumentar hasta 1000 precios en un sólo día, y al hacerlo por sistema, en las cajas se actualiza en el acto, pero los repositores no dan abasto con el reetiqueteo de precios. Entonces, se aconseja prestar mucha atención al precio de la góndola (o anotar todo lo que uno va comprando) y, al terminar de pagar, compararlo con el ticket. Si hay diferencia, que es lo habitual, se debe ir a atención al cliente para que devuelvan la diferencia. La persona que atiende está acostumbrada a este tipo de reclamos (de los consumidores que se dan cuenta, porque la mayoría no se da cuenta), y en varias cadenas contaron que pueden tener fácil 30 de estos reclamos por día. Cada queja demora al menos 10 minutos, porque deben verificar el precio de góndola, calcular la diferencia, y hacer la devolución, por lo que la persona de atención al cliente hoy dedica la mayor parte de su tiempo a estos menesteres.

Los abogados especialistas en derechos del consumidor se harían un picnic con demandas millonarias a supermercados por decir un precio en góndola y cobrar uno más caro en caja. La diferencia, en porcentaje, son enormes: a este periodista le pasó comprar un paquete de sal a $ 8 que se lo cobraron $ 12, y un paquete de comino a $ 7,50 que se lo cobraron $ 16; o sea, más del doble. El colmo fue en una bandeja de milanesa de nalga, que tenía la etiqueta con el precio en el paquete, y en la caja la cobraron más cara: de $ 80 a $ 90, porque ya tenían el código de barras con el precio nuevo.

Así de rápido están subiendo los precios hoy en la Argentina, con muchos aumentos "por las dudas" de que el dólar se dispare, pero ahora que la divisa se tranquilizó, los precios no bajan. Por eso, el stockeo le gana al plazo fijo, y en la Argentina de hoy el nuevo negocio reside en invertir en latas de atún. Hay que acordarse que si se paga con débito, está la devolución del 4% del IVA, aunque para compras menores a $ 1.000. Por eso, lo que se suele hacer es fraccionarlas: si se gasta $ 1800, pagar $ 900 y luego otros $ 900. Lo que no conviene es pagar con crédito y hacer revolving; o sea, pagar el mínimo, porque ahí el costo financiero total está en franco aumento, de la mano de la suba de tasas.

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