Sonder

Valor argentino que supo hacer negocios olímpicos

Nació en un pequeño taller de Rosario y cruzó las fronteras de la mano de la selección argentina de vóley, a la que esponsorea desde este año. Los planes de una firma que vive el emprendedurismo como deporte y tiene inquietudes sociales.

Silvana Dal Lago y Claudio Verasio son los nombres detrás de Sonder, la empresa de indumentaria que vistió a la selección masculina de vóleibol durante los Juegos Olímpicos de Río 2016. A poco de cumplir 25 años en el mercado, este matrimonio rosarino puede darse por satisfecho porque, al igual que en sus inicios, siguen vistiendo al deporte.
Valor Argentino, el nombre de la firma que respira debajo de las camisetas de Sonder, tuvo sus inicios en 1992 como una sociedad de hecho con un pequeño taller, tres máquinas de coser y una empleada. Hoy, la realidad es otra: cuentan con 160 empleados (dos tercios son mujeres) y una fábrica que desarrolla la mayoría de los procesos textiles por los que obtienen las prendas para diferentes disciplinas.
"Mi marido y yo venimos del mundo del deporte -cuenta Dal Lago-. A comienzos de los 90' yo hacía prendas de lycra para competencias de aerobics. Una vez me invitaron a poner un puesto con mis prendas y el éxito fue tal que empezamos a pensarlo en serio, unos meses después de casarnos".
Para Dal Lago, haber vestido al voley masculino y otros deportes durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro "fue consecuencia de la pasión por el vóley". "Mi marido fue mi entrenador cuando era chica; fundamos un club que jugó ocho años en la liga nacional, hemos vestido a muchos equipos de la liga y hemos forjado un buen trato con los dirigentes y los jugadores", agrega Dal Lago, una apasionada del deporte que viajó a Río para acompañar al seleccionado en la segunda ronda del torneo. De hecho, conoce a los centrales titulares del seleccionado, Pablo Crer y Sebastián Solé, desde que eran limpiapisos de los equipos de liga nacional.
La negociación por el esponsoreo del seleccionado no fue fácil, y comenzó varios años antes, cuando el conjunto nacional vestía prendas de una marca brasileña, algo tildado de "ridículo" por los dueños de Sonder. "Mientras tanto, nosotros fuimos ocupando lugares que esa marca no atendía; hicimos las cosas bien, nos mostramos y demostramos que éramos buenos", cuenta Dal Lago. Tras un intento fallido en 2015, Valor Argentino logró sellar un acuerdo con Proenter, la empresa que comercializa los derechos de la Federación Argentina de Vóleibol (FeVA). "Hay un acuerdo por el que aportamos dinero e indumentaria durante este año olímpico, aunque hay un compromiso de continuar por cuatro años", detalla la empresaria rosarina. Como contrapartida, la marca gana segundos de televisación, exposición y canales de venta en varios eventos deportivos. "Por ahora no nos interesa vender en los partidos, pero sí posicionarnos como marca. La apuesta en prendas es vender muchas remeras de la selección", revela Dal Lago en una charla con Pyme.

Más que una empresa
Sonder conoce de superación. La pareja de empresarios pasa lista de los retos que fueron enfrentando con los años: en 1998 se transformaron en una SRL, y en 2000 debieron mudarse hacia una ubicación más amplia, que en 2006 volvió a quedar chica y llevó al alquiler de un galpón que, finalmente, pudieron comprar en 2012 con ayuda de un Crédito del Bicentenario. Hace un año culminaron la obra logística y ahora están trabajando para perfeccionar la elaboración de prendas, siempre con la política de fortalecer la producción nacional. Por si fuera poco, en 2002 fundaron un club que compitió, en el transcurso de los años, y creció hasta convertirse en uno de los principales animadores de la liga nacional de vóley.
"Nuevamente estamos en obra, con un proyecto gigantesco que tiene que mucho que ver con el deporte", dice Dal Lago, en referencia a una inversión destinada a la línea de proceso productivo, que renueva los mecanismos de corte y suma tecnología informática para mejorar la confección y la planificación.
Pero no es todo. "Queremos hacer, además, un estadio de vóley en la planta alta de la fábrica. En mayo de 2017 cumplimos 25 años de empresa, y deseamos tener todo inaugurado abajo, y hasta que la planta crezca, será una cancha de vóley. El club funcionará acá y, sobre todo, cada persona que entre al club podrá ver la fábrica y los procesos productivos. Será como un showroom de lo que somos", adelantan.
Semejante inversión se hace de cara a la ciudad: muchas escuelas primarias y secundarias de Rosario son invitadas a conocer el trabajo de la empresa. Pronto también podrán sumarse los turistas: "Queremos desarrollar un tercer rubro para el autofinanciamiento de nuestros proyectos, y tiene que ver con un hostel propio, donde recibir a las delegaciones de otros clubes".

Ezequiel M. Chabay
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