Dólar revisitado y tasas abajo: Macri desempolvaa Keynes y pone a Sturzenegger en modo off

Llega fin de año y esa manía tan argentina de hacer balance podría no ser conveniente para la Casa Rosada. Para comenzar, no queda tan claro qué grado de enamoramiento ha podido generar filas adentro del Gobierno la reciente política monetaria de esterilización y control del tipo de cambio, que dicho sea de paso, le ha dado a Cambiemos una herramienta bastante sólida para controlar la inflación mientras ajustaba tarifas y le concedía un sesgo de normalidad a los convulsionados precios relativos.

Lo paradójico del caso es que medidas de política monetaria de esa naturaleza parecen haber tenido un impacto fuerte en el nivel de actividad, lo que volvió gravitante la alicaída situación fiscal. Desde el Banco Central, las noticias que llegan generan escozor y sacan roncha. Un temporal de presiones políticas parece haber anegado el cenagoso terreno que utiliza el presidente del BCRA Federico Sturzenegger para ir y venir a la Casa Rosada.

Curioso, porque hoy Sturzenegger es el héroe de buena parte de la City y no hace más que coleccionar elogios de aquellos que se imaginan un descenso fuerte de la inflación en los próximos años. Pero el tema es Macri, el presidente, y no es menor, ya que parece haber sucumbido a una especie de reconversión trascendental, un cambio, un giro en sus convicciones de monetarista diletante, en caso que estas hayan anidado ahí alguna vez.

Dicen que las formas en las que se revela la verdad son insondables, pero ésta parece haber adoptado la forma terrenal y no por eso menos exótica de un prolijo y monocorde ministro de Hacienda, quien a lo Rasputín, susurra al oído del presidente que lo alto de las tasas de interés les va a hacer perder las elecciones y si a eso se agrega una economía helada, entonces la traducción mueve a pensar que con cada semana que pasa, será cada vez más necesario inyectar dinero público en la economía. Por ende, a mayor tiempo con tasa alta, mayor necesidad de recursos, menor chance de cerrar el déficit, mayores necesidades de tomar deuda, etc. La maniobra de los últimos días, lo explícito del asunto, evidenciaron que la decisión de recortar las tasas en dos ocasiones consecutivas por parte del BCRA tiene un origen político, electoralista, terrenal.

¿Liberará el Gobierno las tasas a partir de ahora? El dato es que el año podría cerrar con tasas en 25%, a favor de un gradualismo más cercano a aquellos que proponen darle vacaciones in aeternum al bueno de Milton Friedman y por qué no también al dueto Mundell-Fleming, y organizarle una gira para traer al país al rock star de John Maynard Keynes, cuyo predicamento crece curiosamente en años electorales. En criollo, mientras algunos señalan que un recorte fiscal de mayor calidad podría promover una rápida reactivación de la economía, otros sostienen lo contrario, y sin sonrojarse.

Algunos datos: hasta ahora, la gestión Sturze arrojó una caída de la base monetaria del 14% en términos reales, lo que, en función de algunos cálculos, representa nominalmente un recorte de 1,5% del PBI desde los 11,5% de diciembre 2015. Otro dato es que lo alto de las tasas logró esterilizar hasta un máximo en noviembre en Lebac de 102% de la Base Monetaria. Con inflación en fase de descenso y el dólar atado, la tasa se volvió una oportunidad irresistible para el ciclismo financiero, deporte que podría comenzar a sufrir el mismo destino que los parripollo o las canchas de paddle, ya que la señal que envió el Banco Central va en ese sentido. De todas formas, la pulseada mental entre los inversores y Sturze es ésta: para algunos, el Central no puede bajar rápidamente las tasas porque podría generarle olas en el dólar y la inflación; para otros, aunque no pueda, la orden política es que, al menos, hay que acercarse a ese escenario.

Párrafo aparte, el déficit primario alcanza hasta octubre un 4,6% del PBI, sensiblemente por encima del 3,1% que alcanzara durante los primeros diez meses del 2015, lo que parece haberle dado la derecha a aquellos que hace meses señalan que el Gobierno frenó los recortes hasta 2018. Licuadoras en 18 cuotas, dólar sedado, créditos blandos y planes sociales actualizados parecen ser de la partida para un año que tiene pendiente en la elección legislativa. Para los analistas, la otra pregunta es cómo hará el Gobierno para financiarlo todo, ya que las cuentas públicas también se encuentran fuertemente golpeadas desde el lado de los ingresos, ya que no sólo los derechos a las exportaciones han recortado en 20% lo que es la recaudación ligada al comercio exterior sumado a la disminución del 20,5% provocada por las modificaciones en Ganancias. La nueva modificación que se discute en el Congreso generará menores recursos para el fisco en 2017.

Ante este escenario, hay quienes plantean que las prioridades del Gobierno parecen haber cambiario y hoy, todas las fichas estarían puestas en la reactivación de la economía, aunque esto demore la baja de la inflación (y hasta promueva algún repunte en los precios y un escenario con dólar más alto) y el recorte del déficit deba esperar tiempos mejores.

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