Utah agita el fantasma de una vuelta al patrón oro
Los comercios de Salt Lake City pronto podrían aceptar que los consumidores paguen con monedas de oro norteamericanas de las denominadas Buffalo o Eagle (no monedas acuñadas en el extranjero, como las Krugerrand), porque un proyecto de ley para convertir el oro y la planta en moneda de uso legal fue aprobado por la Cámara de Representantes y el Senado del estado de Utah.
La explicación es que el estado no confía en la Reserva Federal de Estados Unidos. Sin embargo, los visitantes no tienen que cargarse todavía los bolsillos de metal: el gobernador aún está analizando este proyecto de ley que suprime los impuestos estaduales a la transferencia de oro que actualmente es considerado un activo y no dinero pero, hasta que el gobierno federal haga lo mismo, el billete verde todavía tendrá ventaja.
Este incipiente estándar oro que surge en el oeste del país es un desafío para la Fed, y un recordatorio de que la política monetaria super laxa aplicada desde 2007 le ha deparado al banco central muchos más enemigos que amigos.
Han sido un desastre. Desde que Bernanke llegó a la Fed, ha sido una fuerza para combatir la deflación y hacer caer las tasas de interés hasta hacerlas desaparecer, dijo Jeff Bell, director de Políticas del American Principles Project, un grupo de lobby conservador que ayudó a los legisladores de Utah y está a favor de la vuelta del patrón oro.
Algunos conservadores opinan que las políticas de Bernanke han devaluado el dólar. Además, la Fed es impopular entre el público estadounidense, lo que explica que varios otros estados hayan considerado recientemente la posibilidad de encarar legislación similar a la de Utah.
Desde 2003 a 2009 el porcentaje de gente que decía que la Fed hace un trabajo bueno o excelente cayó de 53% a 30%, según Gallup. Una encuesta de opinión que hizo Bloomberg el año pasado halló que 16% de los estadounidenses quieren abolir directamente el banco central.
Es improbable que la Fed recupere pronto su popularidad. El alza en los precios del combubstible y la comida hace que el público perciba que la inflación es alta. Por otra parte, en algún momento la Reserva tendrá que vender los bonos extra en su balance y, en el proceso, podría sufrir pérdidas contables. Aunque estas pérdidas tengan escaso significado real, no por eso serán menos sentidas por sus opositores. Hay mucha ira pública contra la Fed y los políticos tratan de canalizarla, señaló Vincent Reinhart, un ex funcionario de la Fed del American Enterprise Institute, un think tank conservador.
La explicación es que el estado no confía en la Reserva Federal de Estados Unidos. Sin embargo, los visitantes no tienen que cargarse todavía los bolsillos de metal: el gobernador aún está analizando este proyecto de ley que suprime los impuestos estaduales a la transferencia de oro que actualmente es considerado un activo y no dinero pero, hasta que el gobierno federal haga lo mismo, el billete verde todavía tendrá ventaja.
Este incipiente estándar oro que surge en el oeste del país es un desafío para la Fed, y un recordatorio de que la política monetaria super laxa aplicada desde 2007 le ha deparado al banco central muchos más enemigos que amigos.
Han sido un desastre. Desde que Bernanke llegó a la Fed, ha sido una fuerza para combatir la deflación y hacer caer las tasas de interés hasta hacerlas desaparecer, dijo Jeff Bell, director de Políticas del American Principles Project, un grupo de lobby conservador que ayudó a los legisladores de Utah y está a favor de la vuelta del patrón oro.
Algunos conservadores opinan que las políticas de Bernanke han devaluado el dólar. Además, la Fed es impopular entre el público estadounidense, lo que explica que varios otros estados hayan considerado recientemente la posibilidad de encarar legislación similar a la de Utah.
Desde 2003 a 2009 el porcentaje de gente que decía que la Fed hace un trabajo bueno o excelente cayó de 53% a 30%, según Gallup. Una encuesta de opinión que hizo Bloomberg el año pasado halló que 16% de los estadounidenses quieren abolir directamente el banco central.
Es improbable que la Fed recupere pronto su popularidad. El alza en los precios del combubstible y la comida hace que el público perciba que la inflación es alta. Por otra parte, en algún momento la Reserva tendrá que vender los bonos extra en su balance y, en el proceso, podría sufrir pérdidas contables. Aunque estas pérdidas tengan escaso significado real, no por eso serán menos sentidas por sus opositores. Hay mucha ira pública contra la Fed y los políticos tratan de canalizarla, señaló Vincent Reinhart, un ex funcionario de la Fed del American Enterprise Institute, un think tank conservador.
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