La Unión Europea y Estados Unidos deben ayudar a Ucrania a defenderse

En los últimos días, los objetivos de Vladimir Putin en Ucrania oriental dieron un vuelco nuevo y más oscuro. El presidente ruso hasta ahora ha sido oportunista en su modo de dirigir la guerra con Kiev, manteniendo abiertas sus opciones de aumentar o reducir las tensiones donde y cuando lo considera oportuno. Ahora, rebeldes a favor de Rusia participan en una ofensiva a gran escala contra el ejército ucraniano en diversos frentes.
No pueden quedar dudas de que estos nuevos enfrentamientos son a instancias del líder ruso. Desde principios de este año, la OTAN ha sido testigo del pase de cientos de piezas de equipos militares -incluyendo lanzacohetes, tanques y vehículos blindados- por la desatendida frontera entre Rusia y Ucrania a manos de los separatistas. Muchos creen que Putin está intentando tallar un estado títere viable en Ucrania. Esto representa un nuevo desafío para Estados Unidos y la Unión Europea y plantea la pregunta de si Occidente debería armar a los militares ucranianos.
Hasta ahora, Occidente se ha valido de sanciones y la diplomacia en un intento de obligar a Putin a retroceder. Las sanciones afectaron al Kremlin y profundizaron la crisis económica de Rusia. Pero hasta ahora nada disuadió a Putin de poner a prueba tanto las defensas de Kiev como la determinación de Occidente.
Tampoco se sabe a ciencia cierta qué tanto efecto disuasivo puedan tener nuevas sanciones. A la luz de la última ofensiva, los ministros de relaciones exteriores de la UE debatirán la necesidad de más sanciones económicas en Bruselas hoy. Pero el nuevo gobierno de izquierda radical griego ya ha tomado distancia de pedidos de nuevas medidas, lo cual significa que cualesquiera nuevas medidas de aplicación en toda la UE probablemente sean modestas y, por ende, indecisas.
Armar a Kiev sería un paso mucho más audaz. Sin duda, aumentaría los costos para Putin por prolongar el conflicto. Pero Estados Unidos y sus aliados deben ser cautelosos. Si transfieren armas a Ucrania, el conflicto puede escalar hasta convertirse en un conflicto más amplio entre Rusia y la OTAN, si bien Kiev no es miembro de la alianza occidental. Pero, hacer oídos sordos a la beligerancia de Rusia es apenas menos riesgoso. Putin puede concluir que a Occidente no le importa lo que pasa y envalentonarse aún más.
Hay un camino entre estos dos obstáculos. La estrategia de Occidente debería ser proveer a Ucrania equipos de defensa militar que ayuden a disuadir nuevos avances de rebeldes apoyados por Rusia. Estos podrían incluir misiles antitanques Javelin que pueden utilizarse para contener a la gran cantidad de vehículos blindados que los rusos desplegaron en Donetsk y Lugansk. Sin embargo, Occidente no debería proveer a Ucrania armas pesadas con un propósito ofensivo oculto.
Estimular la capacidad militar de Kiev aumentaría la probabilidad de que Rusia se cobre víctimas en caso de avanzar más en Ucrania. Y este es un costo que Putin no podrá pasar por alto fácilmente. No se brinda mucho apoyo a los soldados de la nación que vuelven a casa de una guerra con Ucrania en bolsas mortuorias. La sombra de la "Afgantsy" sigue asechando la opinión pública en Rusia.
El suministro de armas no puede transformarse en la única herramienta de la política occidental. Estados Unidos y sus aliados deben intensificar su asistencia financiera al gobierno de Kiev. Este debe ser el principal objetivo de Occidente. Si la economía tambaleante de Ucrania se derrumbase, la capacidad del país de resistir los ataques de Rusia se extinguiría.
La conducta de Putin sugiere que no contemplará una solución política, salvo que calcule que los costos de continuar el conflicto son demasiado altos. Las cargas económicas impuestas no frenaron su agresión. Ha llegado la hora de que EE.UU. y sus aliados tomen medidas para ayuda a Ucrania.

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