ENTREVISTA A JOSÉ MUJICA, PRESIDENTE DE URUGUAY

La Argentina está muy cerrada en sí misma y muy sesentista

Aseguró que la presidenta Cristina Fernández es una gran amiga aunque admitió que estamos en diferentes caminos. Tras calificar a Obama como una gran persona, adelantó que negociará en China la construcción de una nueva red ferroviaria para carga que una Uruguay con Brasil

Queda claro dónde están las prioridades de José Mujica. Y no están del otro lado del Río de la Plata.
Después de trabajar un poquito con su tractor, el presidente uruguayo cuenta que la Argentina está muy, muy, muy cerrada en sí misma, muy sesentista. El ex guerrillero de izquierda halagó después a su vecino del Norte, Brasil, porque sabe lo que quiere y va a buscarlo.
Nosotros apostamos a una integración complementaria con Brasil, le dijo Mujica, vestido con buzo polar y pantalón jogging, a desde su sencilla casa de campo en las afueras de Montevideo. Estamos bien sintonizados, agregó.
No puede decirse lo mismo de Argentina. Mujica, cuya reputación internacional es de loco y excéntrico guerrillero, provocó un revuelo diplomático el mes pasado a raíz de una crítica directa a Cristina Fernández, la presidente del país vecino, que hizo durante un evento creyendo que el micrófono estaba cerrado.
Si bien reconoció que los dos países son casi como hermanos mellizos y afirmó que Fernández es una gran amiga y las diferencias son peleas familiares, sostuvo:
Eso no significa que estemos de acuerdo... Estamos en diferentes caminos. Nosotros no defendemos el libre comercio ni el proteccionismo extremo, nada de eso. Pero creemos que para nuestro país, la estabilidad y las reglas de juego, la seguridad para inversores, son un capital estratégico que no es negociable.
Si bien Argentina tradicionalmente ha considerado al seguro y estable Uruguay (la Suiza de América del Sur) como su patio trasero, las restricciones comerciales y excéntricas políticas argentinas dañaron en gran medida los lazos comerciales bilaterales.
El presidente, al que llaman Pepe, cumple 78 años la semana próxima y por ley no puede buscar otro mandato presidencial en las elecciones del año próximo. Sus consejos para Nicolás Maduro, el flamante presidente de Venezuela, son igual de ásperos. Si pretende ser Chávez, fracasará.
Se esperan conversaciones con Barack Obama. Mujica aseguró que su par estadounidense es una gran persona, el mejor político que Estados Unidos puede producir en un país que puede ser terriblemente conservador.
Pero se ríe cuando se le pregunta de qué hablarán ambos líderes. Uruguay, que tiene grado de inversión, lleva una década de prosperidad gracias a políticas económicas constantes y un giro hacia sectores lucrativos nuevos como la soja, la madera y producción de celulosa. Sin embargo, su economía de u$s 51.000 millones todavía es 300 veces inferior a la estadounidense.
¿Qué voy a conversar con Obama? Soy consciente de nuestras limitaciones, somos como un barrio de Nueva York, respondió. Yo me doy el lujo de decir lo que quiero. Por ejemplo, en Cartagena (en la Cumbre de las Américas del año pasado) le dije que salga de Afganistán lo más rápido posible.
Mujica, que pasó catorce años en prisión en los setenta y ochenta por ser líder del grupo guerrillero Tupamaro, contó que feliz dejaría totalmente de lado la parafernalia feudal y la alfombra roja que viene inherente a todo presidente, y se lamentó de tener que bancársela. Sin embargo, un portarretratos con una fotografía suya con el atuendo presidencial descansa en la abarrotada biblioteca de su humilde casa con techo de zinc.
Prefiere no hablar de sus años de guerrillero (el pasado, dijo, es importante siempre que nos enseñe algo para el futuro), mi preocupación es el mañana. Es por eso que está viajando a China la semana próxima, para negociar la construcción de un puerto de aguas profundas en la provincia de Rocha y una nueva red ferroviaria para carga que la una con Brasil. Su gigante vecino del Norte es un mercado espectacular que tenemos al lado para la carne de vaca, cordero y productos lácteos de Uruguay, explicó.
Tampoco le molesta cuando la gente lo critica por querer legalizar la marihuana en Uruguay para combatir el comercio de drogas. Mi pueblo tiene que entender, señaló.
Mujica, un alma campesina, cultiva un estilo de vida sencillo. Su casa, donde vive con su esposa Lucía Topolanky, es humilde, está repleta de libros con paredes con coloridos cuadros y ningún sillón a la vista.
No quiero hacer apología de la pobreza, pero no puedo soportar el gasto sin sentido, la energía desperdiciada y tener que vivir despilfarrando cosas. La gente, recalcó, debería trabajar para vivir, y no a la inversa.
Creo que soy feliz porque hago lo que me gusta, lo que incluye cultivar flores en su chacra (a la que le dedica todas las mañanas) y decir lo que piensa.
Toda mi vida remé en contra de la corriente. ¿Qué puedo hacer? Parece que nací de esa forma. Después de todo, si no podés cambiar las cosas, al menos podés decirlas.

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