Trump debería prestar atención a lo que escribió Adam Smith sobre los mercados
El pionero de las ideas del libre mercado veía a los monopolios y los abusos caprichosos del poder como algo anti-capitalista y creía en la necesidad de un sistema basado en valores morales compartidos.
El martes, mientras en los Estados Unidos se votaba, escuché a un exitoso empresario estadounidense sugerir en una cena que las elecciones podrían plantearse como una opción entre priorizar el "capitalismo" o priorizar la "democracia".
Durante la campaña, los demócratas a menudo ridiculizaron a Donald Trump por su supuesta ofensiva contra la democracia, mientras que Trump atacó a Kamala Harris por su postura presuntamente pro-Estado y anticapitalista. De ahí esos memes de "Camarada Kamala".
Y aunque ambos candidatos rechazaron vehementemente esos estereotipos, la guerra sucia parece haber calado, al menos en las mentes de muchos líderes empresariales e inversores. Basta con ver el repunte de los precios de las acciones tras el resultado electoral, cuando los inversores concluyeron que Trump será procrecimiento y pronegocios.
El aura capitalista parece especialmente fuerte, dado que Elon Musk, el empresario y cofundador de Tesla, está destinado a tener influencia en la próxima administración, junto con gerentes de hedge funds como Scott Bessent, uno de los principales candidatos para ser el próximo secretario del Tesoro.
Pero a medida que Trump seleccione su equipo en las próximas semanas, la pregunta clave es qué variante del "capitalismo" defenderá el 47° presidente. La respuesta no es clara.
Cuando los republicanos tiran ese concepto, a menudo invocan a Adam Smith, el intelectual escocés del Siglo XVIII que fue pionero de las ideas del libre mercado. Cuando visité al entonces vicepresidente Mike Pence durante la primera administración de Trump, los únicos libros en su oficina eran la Biblia, El arte del trato, de su exjefe y los de Jack Kemp, un exjugador de fútbol americano y congresista amante de Smith.
Hoy, Trump sigue defendiendo algunos de los conceptos que se encuentran en el clásico de Smith de 1776, La riqueza de las naciones. Claramente cree en el poder de los incentivos para maximizar las ganancias -o la codicia- para impulsar el crecimiento, un eco del concepto de Smith de la "mano invisible". Comparte el desdén de Smith por la excesiva interferencia del Gobierno y los altos impuestos (aunque, lamentablemente, rechaza el caso de Smith a favor del libre comercio).
Y hay otro punto a menudo pasado por alto: la apreciación de las empresas familiares. Cuando Smith desarrolló sus ideas sobre los mercados, las únicas empresas a su alrededor eran las de propiedad familiar (con la notable excepción de la Compañía de las Indias Orientales, de capital conjunto, que Smith condenaba).
Hoy, sin embargo, el discurso sobre el capitalismo está dominado por las empresas que cotizan en Bolsa y los mercados públicos. Pero, irónicamente, una empresa como la Organización Trump habría parecido más familiar para Smith que nuestros gigantes corporativos modernos cotizados en Bolsa.
Pero la cuestión clave que los inversores deben reflexionar ahora es en qué posición se encuentra Trump con respecto a la otra mitad de la visión del libre mercado de Smith contenida en Teoría de los sentimientos morales. Smith consideraba este libro como su obra más importante, ya que creía que la clave para construir un comercio y mercados dinámicos era crear un sistema basado en valores morales compartidos y en la confianza. Esto requiere transparencia, juego limpio y derechos de propiedad consistentes, ya que "si [la Justicia] se elimina, el gran, el enorme tejido de la sociedad humana... debe desmoronarse en átomos". En resumen, veía a los monopolios corporativos y los abusos caprichosos del poder como algo anti-capitalista.
¿Defenderá Trump esa visión también? Hay razones para sentirse nerviosos. Musk se presenta como un capitalista acérrimo, pero también ha pasado su carrera protestando contra las reglas y no parece molestarle las concentraciones de poder. Trump ha enfrentado múltiples demandas legales y a menudo ha mostrado escaso respeto por los contratos legales.
Mientras tanto, figuras como Robert Lighthizer, el exrepresentante comercial de EE.UU. de Trump, han amenazado repetidamente con romper acuerdos comerciales. Bessent afirma que esta retórica es solo una táctica de negociación, destinada a "escalar para desescalar" - en otras palabras, asustar a los opositores para que se sometan. Pero creo que una característica definitoria del enfoque de Trump es que tiende a abrazar una visión situacional, más que universal, de la ley. Es decir, una visión que está moldeada y aplicada por el contexto del poder, no siempre de una manera uniforme. Esto va en contra de los ideales que han dado forma al orden occidental de la posguerra. También está en desacuerdo con el mantra de los mercados de capital modernos, que deberían estar basados en leyes consistentes y predecibles.
Algunos partidarios de Trump no están de acuerdo conmigo y señalan que los mercados de capital florecieron durante la primera presidencia de Trump. También insisten en que son los demócratas, no los republicanos, los que han armado la ley con persecuciones políticas de Trump (que ahora podrían ser abandonadas).
En cualquier caso, Bessent y otros saben lo que se necesita para mantener la confianza de los mercados de capital, habiendo vivido en ellos durante años, y parecen decididos a evitar cualquier cosa que pueda desencadenar una crisis financiera. De hecho, el miedo a la caída de los precios de los activos podría ayudar a contener a Trump y disuadirlo de seguir ideas más radicales.
Sin embargo, mientras los mercados de acciones suben en medio de la emoción por la elección de un candidato "capitalista" supuestamente pronegocios, los inversores deberían recordar las dos caras de Smith. La competencia sin restricciones ciertamente puede impulsar el crecimiento -incluso el capitalismo de amigos puede producir una suba momentánea. Pero los "sentimientos morales" -la confianza y el estado de Derecho- son esenciales para la prosperidad a largo plazo. Recemos para que la próxima administración recuerde esto.
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