"Estaba muy tranquilo, muy callado": la intimidad del festejo de Trump en Mar-a-Lago
El republicano es el primer presidente estadounidense que gana, pierde y recupera la Casa Blanca en más de un siglo.
Alrededor de las nueve de la mañana del martes, los guardavidas de Palm Beach, la localidad de Florida que alberga el resort Mar-a-Lago de Donald Trump, izaron las banderas rojas para alertar de una marejada en el océano Atlántico.
Pasarían muchas horas, sin embargo, hasta que llegara la verdadera marejada, cuando el expresidente se aseguró una victoria electoral tan decisiva que hasta él mismo pareció sorprendido. A las 2.25 de la madrugada del miércoles, cuando Trump subió al escenario de su fiesta de resultados y empezó a describir el alcance de su victoria, se paró y dijo: "¡Miren lo que pasó! ¿Esto una locura?".
Las calles de Palm Beach, con sus Rolls-Royce y sus bares que sirven martinis de u$s22, estaban típicamente tranquilas la mañana del día de las elecciones. Las conversaciones estaban dominadas menos por la posible reconquista del sistema político estadounidense por parte de Trump y más sobre cómo su seguridad había bloqueado el acceso de la isla a Mar-a-Lago.
Una pareja en el hotel The Breakers, donde las habitaciones cuestan u$s1000 dólares la noche, se preguntaba en voz alta cómo llegarían a su cena de bistec para celebrar su aniversario. En el bistró francés Le Bilboquet, una mujer instó a su marido a no hablar de política con un desconocido y a centrarse en elogiar el pollo cajún.
El primer revuelo del día se produjo cuando Trump llegó al centro de votación. Rudy Giuliani, exabogado del expresidente, apareció a última hora de la mañana en un Mercedes descapotable que se le ordenó entregar a los trabajadores electorales de Georgia como parte de su exitosa demanda por difamación. Cuando Trump se fue, más de 20 SUV negros, camiones de bomberos y motos pasaron a toda velocidad por la calle, y los vecinos filmaron el espectáculo para quejarse del tráfico.
Antes de la campaña de 2024, Trump nunca fue ampliamente popular. Su índice de aprobación nunca alcanzó el 50% mientras estuvo en el cargo, la primera vez en la historia de las encuestas de Gallup para un presidente estadounidense. Dejó el cargo en 2021 con el apoyo de solo un tercio de los estadounidenses -un nuevo mínimo- después de que una multitud de sus militantes atacara el Capitolio por sus repetidas afirmaciones falsas de que había ganado las elecciones de 2020.
Sin embargo, varios causas judiciales y dos intentos de asesinato después, Trump ha alcanzado nuevos niveles, ayudado por el abandono de Joe Biden por su edad y el ascenso de Kamala Harris a lo más alto de la candidatura demócrata.
"Esta es una carrera bastante sin precedentes", dijo Alex Witkoff, un inversor inmobiliario y amigo de la familia Trump, el martes por la tarde. "Es la primera vez que, si las encuestas aciertan, gana él".
La fiesta comenzó esa misma tarde en el Centro de Convenciones de Palm Beach, con una tibia ovación que emergió del recinto, menos de la mitad lleno, a eso de las 19:15 horas, cuando CNN anunció que el estado de Indiana, de color rojo intenso, era para Trump. Cientos de gorras MAGA [por su lema Make America Great Again] sin tocar llenaban las mesas de la entrada, y los comentarios de la televisión resonaban en los suelos duros y los techos altos.
Exmiembros del equipo de campaña de Trump en 2016 -incluidos Corey Lewandowski y David Bossie- fueron de los primeros en llegar.
Mientras tanto, en Mar-a-Lago, Elon Musk, el expresidente de Marvel Entertainment, Ike Perlmutter, y docenas de otros altos aliados y donantes estaban cenando, según Gilson Machado Neto, exministro de Turismo de Brasil. No había música, sólo la televisión sonando, y un menú de ensalada César y filetes de róbalo.
"Él [Trump] estaba muy, muy tranquilo, muy callado", dijo Machado. "Tenía la sensación de que ha hecho lo mejor que podía hacer".
Los seguidores de Trump estallaron sobre las 22:00 cuando se conocieron los resultados de los primeros recuentos de votos en Pensilvania, que mostraban al expresidente recortando distancias con Harris en ese importante swing state [estado indeciso].
El inversor y donante de Trump, Hal Lambert, pronosticó que el marcado aumento de la inflación bajo la administración Biden-Harris sería la perdición de Harris. "Las élites están con Harris y ahí no están los votos", dijo Lambert.
Hacia las 23:00, las cosas empezaron a agitarse. Trump tomó la delantera a Harris en Pensilvania, junto con los estados del sur que necesitaba. En el centro de convenciones se habían agotado todas las gorras rojas y algunas personas llevaban dos a la vez.
El inversor tecnológico y presentador de podcasts, David Sacks, miembro de la élite pro-Trump de Silicon Valley, le dijo al Financial Times que las posibilidades de Trump parecían positivas, pero reconoció que no lo sabía: "Estoy viendo X como todo el mundo".
A continuación, Associated Press daba Carolina del Norte, el primer estado en disputa, como favorito para Trump.
Hacia las 23:40, los principales donantes de Mar-a-Lago empezaron a ofrecer resúmenes de una sola palabra: "Positivo"; "Festivo"; "Eléctrico". Tim Murtaugh, asesor de Trump, resumió el ambiente: "Preferiríamos ser nosotros que ellos en este momento".
Murtaugh dijo al FT que Trump era "único" en la historia de Estados Unidos, maravillado por su capacidad como republicano para atraer a votantes árabes, judíos, negros, latinos y sindicalistas. En su opinión, los exmiembros del personal que se volvieron contra Trump estaban "tratando de averiguar cómo pivotar para su propia mejora profesional". "Sus elecciones hablan más de ellos que de él", añadió Murtaugh. "Todos somos conscientes de quiénes son esas personas".
Para cuando se definió Georgia para Trump, en torno a la 01:00, cientos de personas habían empezado a entrar en la zona vallada frente al podio. "En este momento la trayectoria es buena", dijo el vocero de la campaña de Trump, Brian Hughes.
Poco después, Alex Pfeiffer, otro vocero de la campaña de Trump, abrazaba a su amigo. "Lo conseguimos", dijo. "Dios mío", dijo una mujer con zapatos rojos y un traje pantalón rojo.
Cuando Trump subió al escenario en las primeras horas del miércoles, estaba a punto de ganar los siete swing states, trayendo consigo una de las mayorías republicanas en el Senado más fuertes que se recuerdan y el poder de confirmar cómodamente sus nombramientos de gabinete y judiciales.
Trump es ahora el primer presidente estadounidense que gana, pierde y recupera la Casa Blanca en más de un siglo. Su compañero de fórmula, J.D. Vance, lo calificó de "la mayor remontada política de la historia de los EE.UU. de América".
El propio Trump celebró no sólo su victoria, sino "un mandato poderoso y sin precedentes", y añadió: "Esta será realmente la edad dorada de EE.UU."
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