China pierde impulso: por qué la economía no está repuntando tan rápido como se esperaba

Las baja actividad en el sector inmobiliario, la producción industrial y el consumo debilitan la confianza en una rápida recuperación del gigante asiático.

Para Anna Li, este año ha sido el peor que recuerda para encontrar trabajo en China, más difícil incluso que durante la pandemia.

"Llevo medio año solicitando trabajo. Estoy agotada, pero aún no he recibido ninguna oferta", dice esta licenciada de 25 años de la rica provincia oriental de Shandong, y añade que, incluso si consigue un trabajo, los sueldos de empleos de oficina son a menudo inaccesibles.

Hace cinco años, la economía china crecía a un ritmo tan rápido que muchos licenciados podían conseguir buenos puestos. Ahora, sus perspectivas son menos seguras, ya que la recuperación económica del país no logra acelerarse seis meses después de que las autoridades empezaran a dar marcha atrás en la dura política de Covid cero del presidente Xi Jinping.

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La producción industrial y las ganancias, las ventas inmobiliarias y el crecimiento del crédito han quedado por debajo de las previsiones de los analistas en abril y principios de mayo, según datos recientes, minando la confianza en las perspectivas de crecimiento de la segunda mayor economía del mundo.

La desaceleración ya ha hecho mella en los mercados, con la caída del precio de materias primas como el cobre y el mineral de hierro, la baja de las acciones y el debilitamiento del renminbi a más de RMB 7 por dólar. El gasto de los consumidores, que inicialmente se disparó tras la flexibilización de los controles por Covid-19 a principios de año, también ha retrocedido ante las sombrías perspectivas económicas.

"La confianza es un gran problema", afirmó Hui Shan, economista jefe para China de Goldman Sachs. "A los consumidores les preocupa el futuro: no tienen muchas ganas de gastar. La inversión privada también es muy débil. Si hablas con empresarios, sigue habiendo reticencia a comprometerse".

Estas convulsiones se producen apenas unos meses después de que los dirigentes chinos adoptaran un tono conciliador con la esperanza de reforzar la confianza empresarial para volver a poner en marcha el motor económico del país tras tres años de restricciones por la pandemia, que ahogaron la actividad.

También dieron a conocer una prudente previsión de crecimiento tras los decepcionantes resultados del año pasado, cuando la economía creció sólo un 3%, la cifra más baja en décadas, al verse afectada por los cierres, el colapso del mercado inmobiliario y las restricciones para viajar. Este año ha empezado con más fuerza, con un crecimiento del PBI de 4,5% en los tres meses anteriores a marzo, gracias al auge de las exportaciones y las ventas minoristas.

Pero en las últimas semanas las perspectivas se han debilitado, y el mercado inmobiliario en particular ha dado muestras de fragilidad. En abril las ventas cayeron un 63% respecto a los niveles de 2019, frente al 95% de marzo, según la empresa de investigación Gavekal.

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Los problemas inmobiliarios se han extendido a la producción industrial, que disminuyó en abril en relación con las cifras desestacionalizadas de 2019, al caer la demanda de cemento, vidrio y otros bienes. El consumo de los hogares, uno de los principales motores previstos de la recuperación, también perdió terreno.

El decaído impulso ha hecho aumentar el desempleo juvenil, que alcanzó un récord del 20,4% el mes pasado.

Pero mientras que el desempleo juvenil se ha convertido en un indicador de los problemas económicos de China, el panorama del mercado laboral en general es más matizado, según los economistas.

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La tasa de desempleo general descendió a 5,2% en abril, y el empleo entre los trabajadores inmigrantes, que trabajan en las fábricas chinas, subió un 3,1% en el primer trimestre respecto a los niveles previos a la pandemia, según datos de Citi.

Algunos analistas afirman que, con el fortalecimiento del mercado laboral en general, aún hay esperanzas de que el consumo y el sector inmobiliario se recuperen en los próximos meses.

"El motor de la recuperación del consumo está intacto: el ajuste del mercado laboral terminará por elevar los ingresos y propiciará un mayor consumo de los hogares en los próximos trimestres", afirmó Gavekal.

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Para los políticos chinos, la cuestión es si la reciente desaceleración es un 'hipo' o si el gobierno tendrá que intervenir con más apoyo, dijo Robin Xing, economista jefe para China de Morgan Stanley.

Xing afirmó que las autoridades observarán la actividad de las fábricas en los próximos dos meses antes de tomar una decisión. Las medidas de estímulo podrían adoptar la forma de subsidios específicos para la compra de autos, flexibilización de las restricciones a la compra de propiedades y financiación de proyectos de infraestructura.

Los expertos prevén que el objetivo de crecimiento del 5% fijado por Beijing para todo el año 2023 seguirá siendo alcanzable, dada la baja base del año pasado, cuando las autoridades cerraron Shanghai, la mayor ciudad de China, y otras metrópolis durante meses.

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El Gobierno no permitirá que el crecimiento caiga por debajo de ese nivel, lo que aumentaría el desempleo a largo plazo y podría causar problemas sociales, según Xing, de Morgan Stanley. "La estabilidad social es el principal límite", afirmó.

Sea cual sea la orientación política, este año se presenta sombrío para la juventud china. Los cambios en las prioridades del Gobierno, como el giro hacia la ingeniería y la fabricación de equipos electrónicos y el alejamiento de las finanzas y las plataformas de Internet, ya han alterado el mercado laboral y han dejado a muchos licenciados desamparados, según los analistas.

Christina Liu, una estudiante veinteañera de la provincia meridional de Hunan, decidió cursar un doctorado al no encontrar trabajo tras su máster. Está estudiando en Hong Kong, pero dijo que muchos de sus amigos tenían dificultades para encontrar o cambiar de trabajo.

"Algunos querían renunciar, pero en realidad no se atreven a hacerlo si no tienen otro trabajo ya preparado", dijo Liu.

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