El uso de criptos para los delitos no es un error del sector, es una de sus claves

A pesar de la caída del mercado el año pasado, fue un período récord para las transacciones ilícitas basadas en criptomonedas.

Una de las muchas veces que me han abucheado durante una mesa redonda sobre criptomonedas ha sido cuando argumenté que no deberían considerarse dinero. La única razón para utilizarlo aparte de para la especulación, afirmé, era para comprar drogas en Internet. Eso es absurdo, replicó un molesto objetante; las criptomonedas se utilizan para mucho más que eso.

Los que apoyan a las criptomonedas sostienen que es erróneo afirmar que permiten la delincuencia porque la tecnología en sí es 'neutral' y, por lo tanto, no se le puede culpar de ninguna actividad ilícita. Pero esto no es cierto: las criptomonedas se diseñaron como un mecanismo de pago, resistente a la censura, que opera fuera del sistema financiero tradicional y está más allá de la jurisdicción de los reguladores. Las transacciones con criptomonedas no están sujetas a los mismos controles de detección de fraudes, de lavado de dinero o de actividades sospechosas que las transacciones tradicionales. Operar fuera del sistema es su razón de ser. Y no hay más que ver cómo se comporta el sector de las criptomonedas para darse cuenta de que cometer delitos no es un error, sino una característica.

Tomemos como ejemplo el mayor exchange de criptomonedas del mundo, Binance. En una demanda presentada el mes pasado contra la plataforma, la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos (CFTC, por sus siglas en inglés) alega que el exjefe de compliance de Binance dijo de ciertos clientes de Binance: "¡Pero, por favor! Ellos están aquí para delinquir". El responsable de reportar el lavado de dinero de la casa de cambio, según la CFTC, estuvo de acuerdo: "Vemos que ocurren cosas malas, pero las ignoramos".

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Sería gracioso si no fuera tan flagrante. "Estos exchanges saben exactamente lo que están haciendo", me dice Stephen Diehl, coautor de ‘Popping the Crypto Bubble' [Haciendo explotar la criptoburbuja]. "Básicamente están creando una red oscura de pagos transnacional y, como es lógico, los delincuentes la utilizarán. Están hechas a propósito para eso".

El año pasado fue un año turbulento para las criptomonedas, con el desplome de los precios eliminando cerca de u$s 1,5 billones de la capitalización de mercado de la industria y con la implosión de varias empresas de alto perfil. Pero a pesar de la caída del mercado, también fue un año récord para los delitos basados en las criptomonedas: las transacciones ilícitas de criptodivisas superaron los u$s 20 mil millones en 2022, según la empresa de análisis de datos Chainalysis, frente a los u$s 18 mil millones del año anterior, tras un enorme aumento de las transacciones que involucraban compañías afectadas por las sanciones estadounidenses (la mayoría procedentes de la casa de cambio rusa Garantex). Los ataques de ransomware se redujeron un poco ese año, pero aun así representaron casi u$s 500 millones.

No sólo se trata de una estimación en el rango bajo - es muy probable que la cifra aumente con el tiempo conforme la compañía identifique nuevas direcciones de wallets asociadas a actividades ilícitas-, sino que además sólo incluye actividad "en la blockchain", es decir, únicamente las transacciones que quedan registradas. No incluiría, por lo tanto, el "fraude masivo" que supuestamente tuvo lugar en el exchange de criptomonedas FTX, ni las ganancias del narcotráfico en las que se han utilizado criptodivisas como medio de pago.

La cifra tampoco incluye los u$s 23,8 mil millones lavados a través de criptomonedas en 2022, un 68% más que en los 12 meses anteriores. En el Reino Unido solamente, la Agencia Nacional del Crimen (NCA) estima que cada año se transfieren al extranjero más de u$s 1 mil millones en dinero ilícito utilizando criptodivisas.

"Lo que estamos viendo es que las criptomonedas se utilizan ahora como parte de la metodología de lavado de dinero; están integradas en él", afirma Adrian Searle, director del Centro Nacional de Delitos Económicos (NECC). Searle afirma que, aunque la proporción de lavado de dinero realizado con criptomonedas aún es relativamente baja, se anticipa que aumente rápidamente, y está beneficiando las redes delictivas internacionales a una escala sin precedentes.

A los fans de las criptomonedas les gusta argumentar que éstas también pueden utilizarse para hacer el bien. Esto es bastante cierto; la compañía de análisis de datos Blockchain Elliptic le dijo al Financial Times este mes que se han donado u$s 200 millones en criptodivisas a causas pro-Ucrania desde que estalló la guerra, de los cuales más de u$s 80 millones se han enviado directamente al gobierno ucraniano.

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Pero esto hay que ponerlo en contexto: los aspectos positivos siempre se verán superados por los negativos. De los u$s 3,8 mil millones en criptomonedas robados por piratas informáticos el año pasado - otro récord -, unos u$s 1,7 mil millones fueron robados por hackers vinculados a Corea del Norte, según Chainalysis. Según la Organización de las Naciones Unidas, este dinero se canaliza hacia el programa de misiles balísticos del país.

En la dark web -la cual "se basa en el uso de criptomonedas", según el inspector Phil McInerney, responsable de ciberdelincuencia en el Consejo Nacional de Jefes de Policía (NPCC)-, las criptomonedas se utilizan no sólo para comprar y vender sustancias ilegales, sino también armas de fuego impresas en 3D, credenciales bancarias comprometidas, documentos falsificados y materiales de abuso sexual a menores.

Así es que, en cierto modo, mi molesto objetante tenía razón: las criptomonedas no sólo se utilizan para especular y comprar drogas en el Internet, sino también para actividades delictivas mucho más turbias.

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