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Djokovic muestra que no podemos terminar con los antivacunas, pero podemos juzgarlos

Al igual que con el racismo y el abuso online, el deporte refleja lo que pasa en la sociedad.

Hace un año, defendí un punto de vista que no convenció a casi nadie: que los futbolistas de la primera división deberían tener acceso prioritario a las vacunas contra el Covid. Mi idea era que ver deporte de alto nivel nos ayudaba a millones de personas a superar los solitarios confinamientos, y que dejar que unos cientos de futbolistas se saltaran la cola sería un precio insignificante para mantenerlo.

No preví con qué fuerza la gente denunciaría el trato especial a los privilegiados. Tampoco imaginé cuántas estrellas del deporte elegirían no vacunarse, incluso cuando les llegara la hora. ¿Quién iba a imaginar, en los años posteriores a las revelaciones de Lance Armstrong, que un día muy pocos deportistas de alto nivel querrían que les clavaran inyecciones?

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La pista estaba ahí, en la forma del mejor tenista masculino del mundo. Digámoslo: Novak Djokovic es un tonto. Fue un tonto en 2020 cuando esquivó el confinamiento por la pandemia y organizó un torneo en Serbia y Croacia, en el que él y otros jugadores se contagiaron de Covid. Fue un tonto cuando organizó un debate en Instagram con un curandero del bienestar, y afirmó que conocía a personas que podían, mediante la oración y la gratitud, "convertir la comida más tóxica o el agua más contaminada en el agua más curativa". (Agreguen a Elizabeth Holmes y algunos generales de cinco estrellas, y tendrán un unicornio tecnológico).

Djokovic sigue siendo un tonto, ahora que ha intentado viajar al Abierto de Australia sin estar vacunado, a pesar de los estrictos requisitos federales y del torneo. El año pasado decía defender a los jugadores de menor rango en cuarentena de Australia. Ahora exigía un trato especial por supuestos motivos médicos, que fueron rechazados. Lamentablemente para él, probablemente los únicos destinos que hacen exenciones ad hoc para la élite sin razones médicas son lugares como Hong Kong, donde tanto Jamie Dimon como Nicole Kidman evitaron la cuarentena el año pasado. Las reglas de entrada de Australia son estrictas y quizás arbitrarias, pero las reglas estrictas y arbitrarias no deberían sorprender a nadie que se gane la vida golpeando pelotas en un cuadrado de 98 m2.

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Sin embargo, esto no es realmente un problema deportivo. Al igual que con el racismo y el abuso online, el deporte sólo refleja la sociedad. En Reino Unido, uno de cada 20 adultos dice no haberse vacunado. En Estados Unidos, uno de cada siete. Los antivacunas suelen estar al margen, pero están ahí. ¿Cuántas familias grandes intentaron reunirse estas Navidades, sólo para descubrir que uno de ellos no se había vacunado? Podemos acosar a estos rezagados prohibiéndoles la entrada a cines y bares. Sin embargo, un núcleo de antivacunas no cederá, independientemente de las restricciones que se introduzcan. ¿Decidirán realmente las familias que ciertos parientes no son bienvenidos en los cumpleaños o los casamientos a perpetuidad? ¿Cuántas empresas marginarán a esa pequeña minoría de empleados? ¿Cuántos clubes prohibirán a sus propios socios?

La mayoría de los deportes no están preparados para vivir sin sus antivacunas. La Premier League afirmó que, en diciembre, el 84% de sus jugadores estaban "en el camino de la vacunación". Lo que significa que al menos uno de cada seis no se había vacunado. En el basketball estadounidense, el furor se ha desatado en torno a la estrella de los Brooklyn Nets, Kyrie Irving. Pero da la casualidad de que vive en un lugar con un requisito de vacunación para espacios interiores; otros antivacunas pueden seguir jugando.

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Del mismo modo, la verdadera historia de Djokovic no es que se pierda el Abierto de Australia, sino que probablemente competirá en otros lugares, incluidos Roland Garros y Wimbledon. En algún momento, el tenista de 34 años ganará su 21º Grand Slam, un récord. Sus sponsors no lo han abandonado hasta ahora. ¿Lo harán entonces?

Eliminar a los antivacunas es una quimera. Tenemos que contentarnos con juzgarlos. La negativa de los deportistas a vacunarse debería quitarles la gloria de sus logros en el campo. Djokovic era un hombre que quería personificar la resistencia humana sin límites. En lugar de eso, debería llegar a personificar la estupidez humana sin límites.

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Comentarios

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  • DL

    David L

    10/01/22

    No puedo creer la cantidad de imbéciles antivacunas que andan por acá.

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    Responder
  • GY

    GAL Ya

    10/01/22

    La nota más patética que he leído
    Un jugador profesional que vive de su cuerpo no desea arriesgarse a un experimento del cual aún no se cómo en consecuencias
    Tildar a quien no desee experimentar con su cuerpo de antivacunas es de nazi hijoderemilpuuuuutas

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    Responder
  • GY

    GAL Ya

    10/01/22

    La nota más patética que he leído
    Un jugador profesional que vive de su cuerpo no desea arriesgarse a un experimento del cual aún no se cómo en consecuencias
    Tildar a quien no desee experimentar con su cuerpo de antivacunas es de nazi hijoderemilpuuuuutas

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  • GY

    GAL Ya

    10/01/22

    La nota más patética que he leído
    Un jugador profesional que vive de su cuerpo no desea arriesgarse a un experimento del cual aún no se cómo en consecuencias
    Tildar a quien no desee experimentar con su cuerpo de antivacunas es de nazi hijoderemilpuuuuutas

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  • GI

    Gaston Indacochea

    10/01/22

    Que triste que se le de lugar a este tipo de notas, mas alla de vacunado o no, lo que intenta generar es lamentable. Ojala el tiempo ponga en su lugar a este opinologo, que todo lo que desea instalar le vuelva por millones.

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