Ya hay un nuevo clima para los inversores, gane quien gane en EE.UU.

¿Cómo deberían responder los inversores ante este escenario en el que la globalización retrocede, el capitalismo de libre mercado está en retirada y la innovación genera polémica?

El martes de la votación en Estados Unidos, veía a obreros en Manhattan protegiendo edificios comerciales de los manifestantes. Algunas compañías (las oficinas de PwC) colocaban tablas de madera lisas; otras (Givenchy) tenían elegantes barreras que proyectaban su logo. Otra (la ropa Theory) incluso ilustraron la madera con flores alegres.

Todo indicaba tres cosas: primero, los directivos de las empresas saben que el clima político está creando nuevos y severos riesgos; segundo, muchos se preparan para que esto perdure; tercero, algunas compañías enfrentan la situación y tratan de adaptarse.

Los inversores deberían aprender de ellos. Los acontecimientos de esta semana no son un caso aparte, sino la culminación de un cambio de época que se viene gestando hace una docena de años. Los inversores deben reconocer esto, porque no se va a revertir sea quien sea el ocupante de la Casa Blanca.

Pensemos en 2007, justo antes de la crisis financiera. Los empresarios y financistas occidentales daban por sentado que la globalización, el capitalismo de libre mercado, la innovación y la democracia eran evidentemente cosas buenas que se extenderían y profundizarían.

Se asumía que el mundo se estaba moviendo en una dirección. Eso llevaba a planificar con una visión de tiempo -y horizontes temporales- tan coherente como en la física newtoniana.

Ya no. Desde 2008 es menor la confianza en esas cuatro ideas. La globalización es el caso más obvio. Como muestra una métrica anual compilada por DHL y la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, la integración mundial del dinero y de los bienes pierde ritmo, aunque el movimiento de personas e información (a través de Internet) se mantiene más sólido.

Y en el caso de EE.UU., la Casa Blanca casi seguro seguirá adoptando políticas basadas en "Estados Unidos primero", sin importar quien sea el presidente.

El capitalismo de libre mercado también está en retirada. Esto se debe en parte a que la Reserva Federal estadounidense inyectó tantos billones de dólares en su expansión monetaria que las señales del mercado financiero están distorsionadas. La divergencia de los precios de las acciones con respecto a la economía real este año es un ejemplo de ello.

Mientras tanto, el mantra del capitalismo accionista de fines del siglo XX está en retirada en el mundo de los negocios de Estados Unidos y Europa.

Esto apela a los seguidores de Milton Friedman, el economista que expuso este mantra de los accionistas hace 50 años. Sin embargo, los discípulos de Friedman deben recordar esto: las ideas de "primero los accionistas" se desarrollaron en la década de 1970, cuando se asumió que las empresas podían confiar en el gobierno de EE.UU. para resolver los problemas societarios, porque este último parecía competente. Ya no es así.

La innovación también es polémica. La crisis de 2008 hizo que la creatividad sin límites en el sector financiero fuera peligrosa. Esta década mostró el lado oscuro de la innovación digital: Internet está erosionando la privacidad, las redes sociales socavan la democracia y la economía digital en la que "el ganador se lleva todo" está exacerbando la desigualdad de ingresos. Los inversores deberían prepararse para más reacciones negativas (lo cual es importante porque las Big Tech y las compañías de comunicaciones representan el 45% del S&P 500).

Todo esto significa que EE.UU. se fue deslizando hacia lo que los militares estadounidenses llaman "Vica": volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Los acontecimientos de esta semana son un síntoma de esto, no una causa.

Entonces, ¿cómo deberían responder los inversores? En primer lugar, deberían esperar que los precios de los activos sean volátiles. En segundo lugar, deben recordar que los horizontes temporales pueden cambiar -y que ahora se están acortando. En tercer lugar, deben tener en cuenta que vale la pena abrazar a las compañías con la mentalidad "por las dudas", en lugar de la filosofía "just in time" que dominó la expansión de las cadenas de abastecimiento mundiales en las décadas anteriores.

Por último, deben darse cuenta de que la tendencia ambiental, social y de gobernanza seguirá con cualquier presidente. Esto no se debe a que sea una herramienta de activismo; el tema clave es que también es una herramienta de gestión de riesgos. En el mundo de Vica vale la pena ser resiliente, y las empresas sólo pueden hacerlo si hacen un seguimiento de las "externalidades" que solían estar excluidas de los modelos de los economistas, como la desigualdad de ingresos o el cambio climático.

Traducción: Mariana Oriolo

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