Sólo el domingo sabremos el impacto social de tanta denuncia, recesión y chacareras

Bienvenidos a la calesita intensa de la Argentina. El jefe de gabinete, Aníbal Fernández, es acusado de tener relación con el asesinato de tres empresarios involucrados en el tráfico de efedrina. Fernández le echa la culpa de la acusación a Julián Domínguez, su rival en la interna del caldeado peronismo bonaerense. Domínguez se defiende y se va a bailar chacarera al show de Marcelo Tinelli. Luego aparece baleado el edificio donde vive el periodista Jorge Lanata, conductor del programa de TV donde se hizo la denuncia contra Aníbal. Arrecian las sospechas. El Gobierno le apunta una vez más al Grupo Clarín. Pero las intrigas en el kirchnerismo son tantas que el candidato, Daniel Scioli, prefiere no asistir al cierre de campaña de ninguno de los dos aspirantes a gobernador del PJ.

Mientras todo esto sucede, a sólo cinco días de las elecciones primarias, el país real muestra sus heridas de tratamiento más urgente. La inflación vuelve a repuntar y las empresas privadas, como lo informa hoy El Cronista, admiten que no van a ofrecerle nuevos empleos a los argentinos al menos hasta fin de año. Así consta en un relevamiento oficial que exhíbe como pocas otras cifras el impacto de la recesión. El Gobierno y la oposición desesperan por saber si todos estos hechos tendrán incidencia electoral. Pero los encuestadores ya no tendrán tiempo de comprobarlo. La única respuesta se conocerá el domingo, cuando las urnas señalen cuál es la reacción de una sociedad que alterna históricamente momentos de pasividad con momentos de reacciones sorprendentes.

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