Señor Juez, lo confieso: yo escribo sobre inflación

Debo admitirlo señor Juez: yo escribo sobre inflación. Sí, es la verdad. Inclusive lo hice en repetidas oportunidades desde 2006 a la fecha. Tantas que no podría ni recordarle el 20% de ellas.
No sé por qué, realmente no sé qué me pasó. Supongo que me agarraron ganas de contar sobre los 200 desplazamientos que hubo en el Indec, sobre la irregularidad con quema masiva de datos en ese organismo, sobre las amenazas de Guillermo Moreno a técnicos del organismo, o sobre el documento de 500 páginas que escribieron cinco universidades nacionales contratadas por el propio Gobierno, en el cual denuncian serias irregularidades en la recolección, carga y procesamiento de datos que se utilizan para estimar la inflación.
Le confieso más señor Juez, lo mío viene de lejos. Sí. Me acordé la primera vez en la que pequé: fue el 15 de diciembre de 2006.
Ese día publiqué una nota en este diario en el cual llamaba la atención sobre una inusual reunión que había mantenido de manera reservada el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, con el entonces titular del Indec, Lelio Mármora, en la Casa Rosada.
¿Por qué inusual? Porque en esa época todavía no se estilaba que reconocidos y prestigiosos técnicos de organismos autárquicos del Estado, como Mármora, sean citados a la Rosada.
Cómo cambian los tiempos, ¿no? Hoy la cúpula del Indec a cargo de Ana María Edwin y Norberto Itzcovich, inclusive, organiza peñas con militantes kirchneristas para sumarlos a la causa.
Aunque sigo sin entender bien qué causa puede haber en un trabajo que requiere solamente el mayor rigor técnico y profesional para la recolección, procesamiento y publicación de datos fidedignos.
En resumen, señor Juez, no lo quiero robar su tiempo.
Lo confieso todo: yo quería instituciones prestigiosas para este país. Meritocráticas y no partidocráticas. Pensé que en lugar de investigar a consultoras, direcciones provinciales de estadísticas, el FMI y los diarios se la habría ocurrido empezar por el Indec.
¿No nota nada extraño usted cuando recibe la cuota mensual del colegio de sus hijos? ¿O cuando compra la carne en el supermercado? ¿O tal vez cuando va a veranear a la Costa? En fin, deben ser cosas mías nomás.

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