Kicillof, un hombre mirando al pasado mientras el presente es la hipoteca del futuro

Los muchachos de La Cámpora suelen comportarse como jóvenes viejos. Defienden consignas gastadas hace mucho tiempo y reivindican algunos de los momentos más nefastos de la historia argentina, fundamentalmente, porque no los conocen bien. Axel Kicillof no se define como camporista pero la facción más exitosa del kircherismo lo considera uno de ellos. Ayer, al ministro de Economía le tocó el turno de exponer ante el CICyP, foro empresario que lidera Eduardo Eurnekián, y al que asisten tres centenares de los ejecutivos más importantes del país. Jorge Brito y Cristiano Ratazzi. Eduardo Elztain y Adelmo Gabbi. Héctor Méndez y Carlos Bulgheroni. Una pequeña porción de lo que suele definirse como el establishment. Traducción actual: el círculo rojo.

Kicillof habló como siempre. En voz alta, con tono altanero, de memoria y con una mano en el bolsillo. Trató al auditorio de liberal, lo asoció a la última dictadura militar y a las peores crisis económicas de las décadas recientes. Y blandió ante todos ellos la peor amenaza: la de un discurso extenso, acompañado de 144 filminas que su equipo económico le había preparado. Planteó una reindustrialización de la Argentina con inclusión social y "más de lo mismo" a partir de 2016. Pero la mayor parte de su exposición fue un viaje hacia atrás. Kicillof no es un hombre mirando al sudeste. Es un hombre pendiente del pasado. Se llenó la boca con los 90, con los días del corralito y hasta mencionó a José Martínez de Hoz, el ministro símbolo de la dictadura que ocupó su sillón hace 39 años. La mayoría de los empresarios presentes eran niños o adolescentes cuando todo aquello ocurrió.

Kicillof habló como si comandara la economía de una potencia emergente. Hubiera sido interesante escuchar cómo piensa atacar la inflación cercana al 30%; el déficit fiscal del 5% del PBI, el crecimiento nulo durante sus tres años de gestión o la pobreza que aqueja a un tercio de los argentinos. Todas esas cifras le pertenecen. Constituyen el presente de la Argentina y la hipoteca del futuro. Que el pasado está plagado de errores de todos los gobiernos ya lo sabemos. Demasiado pasado y nada del futuro es el axioma de los jóvenes viejos.

Tal vez sea ésa la razón por la que ningún dirigente del kirchnerismo tenga chances de convertirse en el próximo presidente.

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