Gradualismo o shock: el gasto público en los dos años de Macri presidente

Los tres rubros que registraron las variaciones más fuertes entre 2015 y 2017 fueron los servicios sociales (jubilaciones, asignaciones y otras prestaciones), los económicos (tarifas) y el peso de la deuda. Qué dicen los analistas. 

La noticia, como suele ocurrir siempre en estos casos, fue una bomba de fin de año: el 26 de diciembre de 2016 Mauricio Macri le pidió a Alfonso Prat-Gay, por entonces ministro de Hacienda, que presentarae su renuncia. Las imágenes que difundieron del encuentro entre el presidente y su ministro daban cuenta de lo inesperado: se veía a Prat-Gay vestido de traje gris, camisa blanca y zapatos marrones, recién salido de la oficina, caminando junto a un informal Macri de vacaciones en ese momento en su casa del exclusivo country patagónico Cumelén, de jeans y buzo polar. Con el apartamiento de Prat-Gay del Gabinete se alejaron algunas tensiones pero quedó algo: la noción de gradualismo

El día de la renuncia de Prat-Gay

La administración nacional explicó las decisiones de cómo organiza el gasto público argumentando que las cuentas no cerraban, que el deficit fiscal heredado era muy alto y que era necesario hacer recortes en algunos rubros para lograr el equilibrio.

Esto se tradujo, en un primer momento de la gestión, en la decisión de recortar los subsidios a las tarifas. La judicialización del caso terminó de consolidar la idea: no se podía implementar el aumento de las tarifas a los servicios públicos de una sola vez. El gradualismo volvía a imponerse como la única opción posible.

Si se miran los datos del Presupuesto Abierto, los tres rubros que más sufrieron variaciones entre 2015 y 2017 fueron: el aumento del peso de la seguridad social en el total del presupuesto, una caída importante en el peso relativo de los subsidios en los gastos del Estado, y un aumento considerable del dinero destinado al pago de la deuda. En números: la seguridad social pasó de ser el 42,72% al 49,1% del total ejecutado; los subsidios en energía cayeron de 12,24% del total del gasto al 5,64%; y los servicios de la deuda pasaron de representar el 7,66% en 2015 a 11,03% en 2017.

 

Si se contrasta esta información con los datos disponibles en la Contaduría General de la Nación (llamado técnicamente "cuenta de inversión") puede verse algo similar: un crecimiento de los servicios sociales (que incluye las jubilaciones, asignaciones y otras prestaciones sociales que paga el Estado), una caída importante de los servicios económicos (la forma técnica de englobar a los subsidios a la energía y al transporte) y un aumento del peso de la deuda pública

 

Mientras que el gasto que realiza el Gobierno nacional en personal bajó un punto su peso relativo en el Presupuesto en 2016 y volvió a acelerarse este año (con el 88% del presupuesto ejecutado, representa el 11,11% del total en 2017), el peso de la deuda registró un crecimiento sostenido en los dos años: de 7,66% en 2015 pasó a 11,09% este año.

Ingresos

Un dato llamativo, además de las decisiones de cómo gasta la administración nacional, es de dónde provienen los recursos que financian el funcionamiento del Estado y cómo evolucionaron en los dos últimos años.

La información disponible en el Ministerio de Hacienda muestra un aumento en el rubro de aportes y contribuciones y una caída en la recaudación de las rentas a la propiedad. 

 
¿Da resultado? Qué dicen los especialistas 

La manera en la que un gobierno decide organizar el gasto publico habla, además de la situación coyuntural, de cómo concibe al Estado esa administración en particular. En donde se pone el dinero se pone la gestión, podría decirse.

Fiorella Robilotta, directora de EPyCA consultores, analizó en diálogo con El Cronista que, con la reducción de subsidios (que se contrajeron 23% en términos nominales en los primeros 10 meses del año respecto del mismo período de 2016) y el aumento de las prestaciones sociales (+38% interanual en el acumulado a octubre), el gasto quedó "estático".

"Si prestamos un poco más de atención vemos que los intereses aumentan. Y aumentan fuerte, lo que va en correlato con el aumento de la deuda. Entonces, si bien el resultado primario disminuyó el déficit, el déficit financiero aumenta. Esto es preocupante a futuro, porque si la deuda sigue subiendo, esta carga de intereses y de gastos de deuda va a seguir subiendo también", señala la economista.

Gabriel Caamaño Gómez, economista Jefe de Consultora Ledesma.
Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma

Gabriel Caamaño, economista y socio de Consultora Ledesma, coincidió en que, efectivamente, en estos dos años se redujeron los subsidios económicos, que en parte "compensaron" la suba de las prestaciones sociales, lo que de alguna manera presiona al gasto primario (es decir, el gasto del Estado sin contar los intereses). 

"La clave pasa por bajar el gasto primario más rápido para que el resultado no termine siendo neutro cuando entran a jugar los intereses", analiza y explica: "El gradualismo está bueno en el sentido que te permite hacer las cosas de a poco e ir dosificando los costos, pero requiere de mucha disciplina y coordinación. Si vas a ajustar de a poco, está bien, pero tenés que ajustar todo el tiempo. Aunque no esté bueno".

Virginia Giordano, economista de IDESA, le dijo a este medio que "lo más preocupante de la gestión de Macri es que el gradualismo ha sido bastante perezoso".

"No han logrado ordenar el sector público de la manera que se hubiera deseado y estamos cerrando el 2017 con un déficit fiscal primario que sí ha disminuido, pero la contrapartida es que estamos tomando un montón de deuda. Eso en este momento no es un problema, pero en un futuro sí lo será, sobre todo cuando los intereses empiecen a correr", indica.

El peso de la deuda

Tal como detalló en profundidad este medio, una de las fuentes principales de financiamiento de la administración de Mauricio Macri fue la colocación de deuda, sobre todo de moneda extranjera. En dos años, el peso de la deuda en el PBI aumentó 14 puntos (de 46% en 2015 a casi 60% que prevé el Observatorio Fiscal Federal que cerrará 2017) y equivalen ahora a 5 años de exportaciones argentinas o a casi 7,5 veces lo que tiene en las reservas el BCRA.

Fuente: Observatorio www.observatoriofiscal.gob.ar
Deuda pública al 2/12. Fuente: www.observatoriofiscal.gob.ar

Rafael Flores, presidente de ASAP, coincide en que el nivel de endeudamiento todavía no es preocupante. "Incluso financiándose a razón de u$s 30.000 millones en 2018 y una cifra un poco inferior para el 2019, la Argentina estaría en niveles razonables de deuda en comparación con el resto de los países de la región".

"La deuda todavía no es un problema. Ahora, esto depende de dos cuestiones: por un lado, que el Gobierno efectivamente pueda bajar el déficit en la proporción en que lo está planteando de un punto del PBI por año; y, por otro lado, que las tasas de interés internacional se mantengan en los niveles bajos que tenemos ahora. A lo primero el gobierno lo controla medianamente, lo segundo no lo controla. Entonces ahí claramente hay un riesgo", analiza.

Semáforo rojo: el impacto social del ajuste 

"Fiscalista". Así definen algunos funcionarios del entorno de Mauricio Macri al propio presidente. De hecho, son habituales las menciones del mandatario sobre el "dolor" que le provoca tomar medidas con impacto negativo en el poder adquisitivo, aunque remarca sistemáticamente que esas decisiones son inevitables porque hay que ordenar las cuentas públicas. 

Rafael Flores complejiza un poco las explicaciones del Presidente. "Para 2018, el 75% del gasto primario o el 68% del gasto total es gasto social, entonces la idea de hay que ajustar más el gasto, hay que bajar el déficit más rápido, tiene un problema concreto que es la realidad del país", analiza.

Ajustar más rápido tiene costos sociales, advierten los analistas

"Cuando me dicen 'hay que ajustar más rápido' digo: fantástico, ¿en qué? Porque bajar más rápido el déficit implica reducir nominalmente jubilaciones o bajar los subsidios económicos, que es un gasto perjudicial y que se está bajando, pero bajarlos de una, directamente todo junto, con el impacto que eso puede generar... Me parece que hay una visión que tiene que ver con la situación política y social que atraviesa el país, que lleva que sea necesario que esta reducción se establezca de manera gradual. En ese sentido me parece razonable el camino que ha elegido el gobierno", detalla.

Fiorella Robillotta remarca el contenido "político" de las decisiones que se toman en materia de gasto. "Más que gradualismo o no,  hay que decir que son decisiones políticas. Técnicamente se pueden hacer un montón de cosas, siempre hay opciones. Por ejemplo en años electorales conviene el gradualismo, en otros años, o con un colchón como le dio al Gobierno el resultado de las elecciones, pueden permitirse otras cosas. No dejan de ser decisiones políticas", remarca.

¿Ayudan las reformas?

Apenas unos días después de las elecciones generales legislativas, la administración nacional presentó una serie de reformas. Primero presentó la tributaria, y luego se conocieron la previsional y la laboral. El paquete de medidas, según explicó el gobierno, busca incentivar el crecimiento de la economía a través de la inversión del sector privado. 

Todas le generaron complicaciones en el frente político: con algunos sectores empesarios, una negociación ardua con los gobernadores, el apoyo tibio de cierto sector de la CGT y un contundente rechazo de la oposición política y la opinión pública en general por el recorte de a las jubilaciones. 

Fiorella Robilotta dice que la reforma tributaria "emparcha y no va a la cuestión de fondo, que es pensar el sistema como un todo de ingresos y gastos". "Tiene gusto a poco", coincide Gabriel Caamaño.

Rafael Flores señala que no es directa la relación entre la baja de impuestos y las inversiones. "Yo creo que en algunos casos el gobierno está actuando con un voluntarismo importante, particularmente con esta idea de que la reducción de aportes patronales en los salarios bajos va a generar un blanqueo. Me parece que es una postura que no ha dado resultados, que ya se ha intentando en la Argentina y que no ha funcionado. La informalidad no se resuelve bajando los aportes, necesitás una política más integral. El riesgo es que no se consiga bajar la informalidad y se termine generando un agujero fiscal más grande todavía".

Para Fiorella Robilotta, "la reforma tributaria era una buena oportunidad para ordenar todos los ingresos de la nación, sin embargo se queda a mitad de camino". "Emparcha y no va a la cuestión de fondo, que es pensar el sistema como un todo de ingresos y gastos", asegura.

Gabriel Caamaño señala algo parecido, pero advierte también sobre la relación con el gasto: "La reforma tributaria, más allá de que se han avanzado en muchos aspectos, sigue teniendo gusto a poco, porque necesariamente está limitada por el ritmo de ajuste del gasto". "Está muy lejos de ser lo que realmente necesitamos todavía", evalúa.

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