Gils Carbó, el lunar de un Gobierno que tiene que escuchar más a Carrió

El 10 de diciembre no es feriado nacional, pero probablemente esa fecha tenga mayor peso específico en la historia reciente argentina que cualquier otro día festivo. Desde el retorno de la democracia, excepto en el transitivo 1989 y el convulsivo período 2001-2003, se consolidó como un día de balance de la gestión presidencial, especialmente en el año par siguiente a la elección del mandatario de turno.

Este año el 10/12 caerá sábado y, seguramente, una foto de Mauricio Macri ilustrará las principales notas de los diarios de papel y de sus ediciones web. Será tiempo de repaso de sus primeros 366 días al frente de la Presidencia de la Nación y, según la pluma y sus matices, se valorarán los puntos altos del mandato y se criticarán también los deslices político-económicos de ese lapso.

Puertas adentro, algunas decisiones de Gobierno serán consideradas como victorias o derrotas. En la lista de éxitos, a la hora del brindis se imponen el final sin sobresaltos del cepo al dólar, la negociación acordada con los holdouts y un horizonte inflacionario alentador con vistas al año que viene.

Habrá que ver si hay lugar para la autocrítica interna, por ejemplo, en asumir parte de la culpa de que un tercio de los argentinos se encuentren bajo la línea de pobreza, o para cuestionarse sobre la manera en que se llevó adelante el denominado sinceramiento tarifario, que tras un revés correctivo en la Corte Suprema obligó a replantear toda una bandera política del macrismo.

Difícilmente entre los lunares de la gestión se cuente la hasta ahora frustrada reforma de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal. Caído ayer su tratamiento en Diputados, quizás antes de fin de año el Congreso la sancione, pero el panorama no cambiará: el Gobierno hizo todo mal en lo referido al tema.

Con un tono prepotente y desconociendo el funcionamiento de las instituciones, Macri pidió la cabeza de la procuradora Alejandra Gils Carbó desde antes de ser electo. "El 10 de diciembre se va", aseguraban sobre Gils Carbó hace un año exacto fuentes ejecutivas, luego de los comicios generales que perfilaron a Macri como jefe de Estado. No sucedió. Y, de no mediar imprevistos, tampoco pasará este año.

A Gils Carbó podrán acusarla de kirchnerista, de designar de manera irregular a fiscales y de dictaminar en contra de los principales postulados oficiales. Pero, según lo dicta la Constitución, su período como procuradora al igual que en el caso de los jueces de la Corte Suprema es hasta los 75 años, renovable por otros cinco con acuerdo del Senado. Gils Carbó tiene 58 y, según la ley, cuerda hasta 2033 como mínimo. A menos que sea removida a través de un juicio político.

Elisa Carrió, controvertida en cuanto a sus modos pero coherente en su respeto a las instituciones, así lo entendió siempre. Y se lo hizo saber por enésima vez el lunes a los integrantes de Cambiemos, el frente que gestó y del que sigue formando parte. El contrapunto de la diputada con un proyecto de ley que definió "con nombre y apellido" y que contó con el aval legislativo del Frente Renovador y del Bloque Justicialista, terminó postergando su tratamiento para otro momento.

Cuando se lleve al recinto, este año o el próximo, el proyecto tendrá cambios que podrían haberse previsto mucho antes, evitándole al Gobierno un costo político innecesario. El modelo prueba y error puede generar aprendizaje sobre la marcha. La clave, en este caso puntual, será evitar tropezar dos veces con la misma piedra.

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