De la realidad de la reactivación, al desarrollo

Empieza el segundo trimestre y todas las expectativas están puestas en la “promesa de una recuperación económica. Para no alentar falsas esperanzas, hay que entender cómo se dará; ya que la magia no existe. El proceso de caída del nivel de actividad empezó a mediados de 2015, cuando el gobierno anterior se quedó sin caja para darle combustible artificial. Y si bien continuó este año, fue debido a los costos de resolver los problemas heredados por la actual gestión.

La reactivación tendrá como origen la inyección de riqueza por la venta de la cosecha gruesa y, además, la posibilidad de contar con una mayor producción y exportación agropecuaria durante el segundo semestre. Hay que tener en cuenta que, en los últimos años, en el campo más eficiente del mundo y gracias a la mala gestión anterior, solamente resultaba rentable sembrar soja. Por otro lado, la resolución de la “cesación de pagos selectiva debido al no cumplimiento del fallo que beneficio a los holdouts en Nueva York habilitó un mayor ingreso de capitales del exterior que le dará financiamiento a la demanda interna; dinamizando la economía. Otro factor que ayudará es que el nuevo gobierno ya logró ordenar las cuentas por obras públicas que le dejó por pagar el anterior. Esto le permite volver a asignar recursos a poner en marcha la inversión en infraestructura. Con todo esto se debería poder superar el problema que significa la mala evolución de nuestras ventas a Brasil, que está en crisis y tardará en superarla.

Cabe aclarar que nos encontramos en el fondo de un pozo y empezaremos un duro ascenso. Lograr los niveles de bienestar que teníamos a fin de 2015, nos llevará todo el segundo semestre y, los de mediados de 2015, los veremos en la segunda mitad de 2017. Además, el modelo anterior se basaba en exprimir al sector productivo de bienes, especialmente al del interior del país, para generar un incremento artificial del consumo, particularmente el urbano. Esto era insostenible, significaba comerse la gallina de los huevos de oro en un gran guiso. Como ahora se deja de esquilmar a los sectores que generan riqueza, serán éstos y las regiones del interior las que se recuperarán más rápido, para luego llegar a las grandes ciudades.

Si bien es cierto que alguna crisis internacional podría complotar contra esta expectativa de recuperación, los factores internos están alineados para que se haga realidad. La economía argentina entro en debacle y se reactivó en muchas oportunidades, el verdadero desafío es cómo logramos un incremento sostenido del nivel de actividad, que nos lleve al desarrollo y a un mayor bienestar económico en el tiempo.

Necesitamos crear 4.000.000 de empleos productivos hasta el 2020 y, por ende, a muchos inversores locales y extranjeros que produzcan y generen esos puestos de trabajo en Argentina. La clave está en  la Auditoría de Clima de Negocios de Argentina que realizó “Libertad y Progreso con los datos del Índice de Libertad Económica 2015 del Fraser Institute. Si vemos cuál es el promedio de las notas de los 157 países analizados ronda 7 puntos, así que tomémoslo como la calificación para aprobar.

Obviamente, nuestro país no logra promocionar con la general, donde puntuamos 5,20. Tampoco en la eficiencia del gasto público, que sufrimos todos los días los argentinos, y, mucho menos, en cuanto a la presión impositiva, 4. Somos aún el segundo país del mundo con mayor presión tributaria del mundo, después de Comores (un país conformado por tres pequeñas islas en el oceàno Indico, al sureste de África). No podemos pedirle a un empresario que corra la carrera de la competitividad internacional con semejante mochila, así que hay que bajar los impuestos. Labor que se está haciendo; pero aún falta mucho.

En el sistema legal y la defensa de los derechos, incluido el de propiedad, la nota es 3,99. La destrucción de la seguridad jurídica fue sistemática durante los últimos 12 años. Los funcionarios avasallaron las leyes y hasta la Constitución Nacional para imponer su voluntad a los empresarios. Nadie pone un negocio para que, luego, un burócrata use el poder, que le fue delegado, para amenazarlo y ordenarle cómo debe manejarlo.

En la decisión de invertir pesa mucho el histórico desmanejo monetario que nos llevó a largos períodos de alta inflación (4,4 puntos) o a controles de cambio, como el cepo (0,8 puntos). Es bueno que haya un compromiso de ir a tasas similares a las de los países serios de la región, 5%, para 2019.

Para que los empresarios ofrezcan los mejores productos al mejor precio es fundamental que puedan comprar insumos de màxima calidad al precio más conveniente; pero Argentina optó por encerrarse cada vez más (3,77). Además, los consumidores tienen derecho a poder elegir comprar lo más barato y mejor; pero la única forma de lograrlo es que los emprendedores argentinos compitan con los del exterior. Si no, estamos poniendo a los consumidores al servicio de las ganancias de empresarios locales ineficientes. El gobierno ha dado muestra de querer impulsar una mayor integración desde el MERCOSUR o favorecer la posibilidad de poder hacer tratados comerciales individuales con terceros países. No es casualidad que los que más se desarrollaron en las últimas décadas en la región sean los que más avanzaron en ese proceso de asociación comercial con el mundo.

Por último, las regulaciones burocráticas son un gran dolor de cabeza, para los emprendedores (particularmente las PyMes) (5.1 puntos) y todos los ciudadanos. Los burócratas de todos los niveles estatales han pretendido regir la vida de sus conciudadanos de las formas más absurdas (5,81 puntos). Gran parte del esfuerzo de nuestros productores de bienes y servicios se pierde en atender estas innecesarias normas que, lamentablemente, alientan la corrupción (2,78 puntos).

Como observamos, si queremos un país que progrese de la mano de verdaderos emprendedores que inviertan e innoven en la Argentina, hay mucho para hacer. Un aliciente es saber que, si el país hubiera mantenido su participación del 2000 en la inversión productiva que llega del exterior a América Latina, hubiéramos tenido más de US$ 20.000 millones anuales de inversión en los últimos 4 años. Con eso se hubieran podido crear más de 500.000 empleos productivos anuales, cuando casi no se crearon. Ánimo. 

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