Cinco economistas enumeran los puntos a favor y en contra de los Macrinomics

Coinciden en que el ajuste de tarifas y las modificaciones de las restricciones cambiarias eran obstáculos a resolver. Sin embargo, divergen sobre la manera en que se llevó a cabo. Si bien se muestran optimistas sobre el segundo semestre, no creen que la reactivación llegue a ser tal como para que se dé una expansión de la economía en 2016.

Se lograron desactivar algunas bombas

En el primer semestre se dio un proceso de ordenamiento y se desactivaron algunas bombas. Entre lo urgente estaba el cepo y arreglar con los holdouts, para evitar una crisis de la balanza de pagos. Por otra parte, se planteó un ordenamiento fiscal, con cierto alivio impositivo, que fue compensado con menos gasto por la reducción de los subsidios y de las transferencias a las provincias. En términos reales, el déficit fiscal es mucho menor. También se planteó una nueva relación con las provincias, que dependen menos del Tesoro. Este ordenamiento trae ciertos costos en el corto plazo. En ese sentido, el "sincericidio" en la inflación por el ajuste del tipo de cambio y de las tarifas. Era importante asumir estos costos, ordenar la casa. Si no se hacía, íbamos a una crisis.

El segundo semestre va a ser mucho mejor, con una inflación menor, salarios en los que empiezan a impactar las paritarias, tasa de interés más cerca del 25% y un tipo de cambio más estable, sin brecha. Además hay un camino liberado para el financiamiento externo. El Gobierno tiene que demostrar que el primer trimestre no fue un gasto si no inversión. Se generó cierta ridiculización de la recuperación en el segundo semestre. La Argentina tiene que romper con la volatilidad del crecimiento. Si no se recupera la inversión, no se va a crecer.

Se dio una fuerte pérdida del poder adquisitivo

Fue un semestre malo ya que no se abordaron de buena forma una serie de medidas que había que hacer, como las tarifas, restricciones cambiarias, por ejemplo. No se tuvo en cuenta el impacto en el mercado interno. Algunas medidas que se tomaron fueron buenas para el sector agroexportador, pero malas para la industria y las pymes. La apertura de la importación de los bienes de consumo complicó al mercado interno. Se registró una pérdida de poder adquisitivo muy fuerte. Por una lado, el efecto de la inflación; hasta el propio ministro reconoció que se ubicó en 42% en los últimos 12 meses. Por el otro, las paritarias, que en ningún caso llegaron a 38%. Y por último pérdida de empleo. El gran desafío eran los subsidios, que hubiese sido diferente si se hacía de manera gradual. Todo esto implicó una transferencia de recursos de un sector a otro. 

El segundo semestre va a seguir siendo malo. Estimo una caída del producto de entre 2,5% y un 3% para el año. La inflación, si bien va a disminuir, va a seguir siendo elevada. Aún con registros bajos en el segundo semestre, va a terminar en 2016 entre 40% y 42%. Se había fijado al segundo semestre como objetivo, pero siempre dije que no va a ocurrir nada. Ahora la expectativa pasa al año que viene, sobre el que también tengo mis dudas. Obviamente para que lleguen las inversiones va a ser necesario bajar la tasa de interés. Hay que ver ahora cómo repercute el impacto de Europa y el atraso cambiario por el traslado a precios de la devaluación. Sí va a haber ingreso de inversiones financieras, pero para que haya productivas, hay que dar señales en otro sentido.

El pico de inflación y de recesión quedó atrás

Durante el primer semestre el ciclo económico reflejó a pleno los costos asociados al intento de corregir algunas de las distorsiones heredadas. Sin entrar a discutir las formas, el salto cambiario a la salida del cepo y el reajuste tarifario impactaron en forma directa sobre la inflación y en forma indirecta sobre el consumo y el crecimiento en general, en un contexto donde la reacción de la inversión se demoró. La erosión de los salarios por la duplicación en el ritmo de aumento en los precios, con paritarias que llegaron tarde, el parate a la obra pública frente a las dificultades para encarrilar la situación recibida y el apretón monetario en marzo aceleraron la caída de la actividad. El pico de la inflación y de la recesión se concentró en el segundo trimestre cuando estos factores operaron a pleno. En el medio la apertura de la cuenta capital, luego del exitoso arreglo con los holdouts, brindó aire a la política económica, situación que se reflejó en los precios de activos locales y la presión hacia la apreciación cambiaria.

De cara al segundo semestre, los tres factores mencionados tienden a mejorar: si bien no se recuperan plenamente, los salarios le van a ganar a una inflación que se desacelera ya sin aumentos tarifarios y con un dólar que en el margen empieza a funcionar como semiancla; la obra pública empieza a reactivarse y la política monetaria tiende a ser menos contractiva. Sin embargo, esta mejora contra el segundo trimestre no se va a ver reflejada en la comparación interanual ni en la inflación ni en el crecimiento hasta los primeros meses de 2017. La historia del segundo semestre va a depender de cuál sea el énfasis de quién la cuente.

La política empieza a pesar más que las correcciones

El deterioro que está mostrando la economía (actividad, precios) está en línea con lo que preveíamos, en el marco de todas las correcciones que se están tomando. Esta dinámica es peor de lo que los consumidores tenían internalizado. No se pensaba que este año iba a ser tan duro. También fue peor de lo que esperaba el Gobierno, que decía que los precios ya estaban valuados a $ 15 y que la devaluación no iba a tener impacto en los precios. También puede haber habido una conducta de algunos empresarios que se aprovecharon, pero era esperable que sucediera. Por otro lado, se puede ver en la evolución con las tasas de interés, que primero el Banco Central tuvo una conducta muy agresiva, luego bajó y la volvió a subir. Con respecto al tarifazo, la corrección que se necesitaba era muy importante, pero hubiese sido mejor no ir y volver.

Con respecto al segundo semestre, lo que está claro es que al Gobierno lo empieza a ver con una impronta en el que pesa más la política que las correcciones. Por ejemplo con la obra pública y los estímulos fiscales que se están dando. Hay que decir que no es gratis. La meta de déficit primario, de un 4,8% del PBI, creemos que se va a cumplir; pero ya en 2017 no va a ser tan fácil conseguir el objetivo planteado. Hay una apuesta a que la economía se reactive. De hecho con el sector agrícola se espera que dinámica sea importante, de la mano de nuevos planes de cosecha para la campaña que comienza. Están dadas todas las condiciones para que se dé una mejora tanto en la inflación como en el nivel de actividad. Aún así para 2017 vemos difícil que se cumpla la me ta de inflación de entre 12% y 17%.

En el primer semestre se retornó a la normalidad

Al primer semestre lo calificamos como el de retorno a la normalidad, producto de la decisión de revertir el rumbo de chavización que tenía la economía local, llevando adelante el ordenamiento macroeconómico. Sin embargo, este no le resultó gratis al país. La economía va a caer un 4,1% en el primer semestre del año con relación al período anterior en términos desestacionalizados anualizados, mientras que la tasa de inflación estará en niveles de 44% interanuales en junio, tras ubicarse en valores de 25% en noviembre. La retracción del nivel de actividad con alta inflación estará obedeciendo al deterioro de la capacidad de consumo de las familias, producto de la caída de los ingresos reales por el alza de los precios asociada a la devaluación, el ajuste de tarifas y a la menor disponiblidad de crédito por una política monetaria más restrictiva (ocupada en evitar una espiralización del dólar).

Aunque prevemos un segundo semestre ligeramente mejor, entendemos que no será percibida por la población. Nuestra impresión es que la decisión del Gobierno de acelerar el ritmo de ejecución del gasto público y de reducir la tasa de interés revelan un giro en la política económica del oficialismo que apuntará a que la economía empiece a crecer de cara a las elecciones de 2017. Vemos un segundo semestre donde la economía dejará de caer lentamente hasta estabilizarse hacia fin de año, con menores tasas de inflación que en la primera mitad, alcanzando niveles de 1,5/2% mensual (en Ciudad de Buenos Aires). Aún pese a esta mejoras, el PBI real estará finalizando con una caída del 2% en todo y una tasa de inflación del 44%.

 

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