A matar o morir: tras el Presupuesto, realineamientos en las dos pajareras

Hay reacomodamientos políticos en las dos grandes coaliciones actuales, pases de factura y transversalidades impensadas hasta hace muy poco: dinamita pura. Los cañones y los obuses ya no disparan por encima de la tropa para que las balas caigan sobre las líneas enemigas. Adrede, el alcance de toda la artillería es más bien corto y las explosiones están diezmando no a los del otro lado, sino a quienes están en la ofensiva dentro de las trincheras y los pozos de zorro. Disparan Máximo Kirchner y Gerardo Morales y el propósito es producir bajas de este lado de la divisoria y horadar nuevas grietas, pero siempre entre la propia tropa, la del Frente de Todos y la de Juntos por el Cambio, respectivamente.

La sospecha es que ambos se quieren beneficiar. Los dos personajes enfatizan públicamente sus disgustos del mismo modo: lo hacen por elevación, pero además su prédica apunta a dividir. No sólo muestran su vocación de ir a menos, sino que abren la sospecha de que en algún momento ambos van a confluir. Quizás por esas cosas que se vienen dando en la política argentina, seguramente no ha sido necesario ponerse de acuerdo explícitamente porque estos dos generales populistas son cultores del "cuanto peor, mejor" y trabajan en esa sintonía: la del sálvese quien pueda, pero primero nos salvamos nosotros.

Muchos de sus coroneles están alineados en el mismo discurso, algunos con más cuidado que otros, aunque esperan expectantes ser ungidos cuando la espada del mandamás les toque el hombro, Sergio Massa (hoy de capa algo caída) y Martín Lousteau están plantados en la primera fila. El ballet del Presupuesto fue toda una coreografía para preparar el terreno de la nueva metralla con ajuste de la mira a corta distancia y hubo muchos más involucrados, mientras los generales preparaban la jugada del bombardeo.

Ese día sucedieron muchas cosas que hay que listar para entender por qué se llegó a darle media sanción a un proyecto que de arranque proyecta un gasto de $29 billones (doce ceros), recursos por $22,5 billones, un déficit fiscal de 1,9% del PBI y una risible Inflación de 60% para todo el año. El proyecto apunta a un ajuste muy profundo, no a la medida exacta del FMI pero casi, aunque el saber popular supone que se ha hecho para no ser cumplido. Durante la ‘extra large' sesión de la semana pasada hubo componendas, arreglos, ayuda para los amigos (muchos y muy variados), canje de favores, presencias convenidas, retiros circunstanciales, ingreso de algunos temas al proyecto, muchos de ellos extraños al espíritu de la previsión y merecedores de una ley aparte y la baja de otros. Casi nada sucedió de casualidad; pura causalidad todo.

Para seguir la cronología, hay que comenzar por el quórum, ya que el oficialismo lo logró gracias a Lousteau y a su corriente Evolución, quienes dentro del bloque radical propiciaron ir por afuera de Juntos y sentarse en la bancas para que se inicie la sesión, con la sombra que proyectaron por detrás Enrique "Coti" Nosiglia y Emiliano Yacobitti, el gran cajero de fondos universitarios que no quiere perder ese control. Hubo una votación que enfrentó al porteño con Mario Negri y hubo un desempate de Julio Cobos y allí estuvieron orgánicamente todos para "no dejar el Gobierno otro año más sin Presupuesto". La explicación oficial del radicalismo fue que en un año electoral era inconveniente que el Ejecutivo cubriere los baches con DNU. Pocos la creyeron.

En ese comienzo de sesión, el general Máximo faltó a la cita, quizás por consejo de Cristina Kirchner para disimular que ella era la artífice de la gestión Massa, como antes lo fue de la gestión Guzmán. El resto de La Cámpora hizo acto de presencia, aunque el 17 de octubre vivaron al jefe en la Plaza de Mayo cuando suscribió un documento que fustiga por izquierda al gobierno que la vicepresidenta también creó. Después de eso, se destapó la novedad del impuesto a las Ganancias para la Justicia, tema que abroqueló a la oposición. Máximo recién se mostró cuando, al cierre de la sesión, apareció para votar y para perder en ese artículo que era vital para los deseos de su madre.

El líder camporista perdió porque él mismo se opuso a retirarlo, aun cuando el "poroteo" le daba en contra. Pero además, algunos diputados de cuño sindical que están dentro del FdeT le votaron negativamente, el bancario Sergio Palazzo en primer término, con la excusa de que el engendro alcanzaba a muchos asalariados dentro del Poder Judicial. Sobre el mismo impuesto, hubo otro artículo que pasó, pese a los K, que va a permitir a los trabajadores camioneros no pagar Ganancias sobre los adicionales que cobren como premios, viáticos y comida. Hugo Moyano apoyó en la semana una eventual reelección presidencial, más por oponerse al kirchnerismo que por afecto al Presidente.

Otro artículo que fue para la discordia fue el que cayó como un regalo para los prestadores que le imponía al sistema de salud un fondo para que el ministerio de Carla Vizzotti diga con un sombrero si corresponde aplicar un tratamiento específico y con otro si el Estado se iba a hacer cargo no sólo de pagar los medicamentos, caros por definición, sino todo el costo. Fue un "corte y pegue" de un proyecto de decreto que estaba en las gateras, que no podía salir por la resistencia que tenía dentro del oficialismo: sindicatos y prepagas son odiados por el kirchnerismo, aunque para no volver a perder se trató de no afectar a los gremios que en general imaginan pegados a Fernández, lo que de momento es verdad.

En cambio, para las empresas de medicina prepaga, "ni justicia" y hubo varios hechos que corroboran la lucha entre los K, Massa y el Presidente, cuyo epicentro fue el Congreso. Hubo un artículo, que propiciaba Palazzo, que fue subido entre gallos y medianoche al Dictamen del Presupuesto y luego bajado de un plumazo por Economía, por el cual esas empresas y las obras sociales tenían que pagar 15% extra sobre los planes de salud "superadores" que se contratasen con ellas. Un despropósito porque ese sobrecargo iba a ir a parar a cuota del afiliado. El kirchnerismo supone que Massa está demasiado pegado a Claudio Belocopitt, número uno de Swiss Medical. Además, tienen facturas impagas con Héctor Daer, el mandamás sindical de los trabajadores de la salud, muy cercano al Presidente y al mismísimo Jefe de Gabinete, el ex ministro de Salud, Juan Manzur.

Pero hubo más: después de que el Gobierno aprobó el aumento de 13,8% para que las prepagas subieran las cuotas en diciembre, Cristina se despachó con un tuit más efectista que certero en el que calificó de "inaceptable" el aumento y aunque señaló que con tal suba se llega a 114% anual "o sea, más de un 20% sobre la inflación anualizada", ella no tomó en cuenta el rezago de 2021 arreglado por Guzmán y Claudio Moroni hace unos meses. ¿A quién le importa que lo que dijo no sea totalmente verdad? Fueron dos cohetazos para Massa: ¿la inflación es de casi tres dígitos y vos beneficiás a tus amigos?

Hubo también ayuditas para los empresarios de la electrónica, las grandes armadurías cuya misión en el mundo industrial es unir las piezas que llegan de origen, envasarlas y pegarle a las cajas una bandera con la leyenda "Fabricado en Tierra del Fuego. Industria argentina". Como ayuda política para una provincia que quiere ser del palo kirchnerista pero que no termina de decidirse del todo, se autorizó una suba de impuestos internos de 6,5% a 9,5% que se va a trasladar seguramente a los precios, pero que a la vez justificó un aumento de la protección arancelaria (de 17% a 19%) cuya excusa sea probablemente evitar la fuga de dólares.

Hubo un episodio también que puso en un cono de sospechas a Margarita Stolbizer (quien había logrado incluir un artículo para a obligar al Gobierno a mandar una corrección al Presupuesto si la recaudación o la inflación supera la meta prevista más 10% al 31/8) y a Javier Milei y a dos diputadas, quienes se retiraron del recinto cuando se estaba realizando la votación en particular. La primera dijo que había viajado durante toda la noche anterior y que corría el riesgo de quedarse dormida y el libertario deslizó algunas justificaciones que lo dejaron fuera de línea con el Reglamento de la Cámara y a merced del ala más a la izquierda del PRO. Lo concreto es que sin esos votos, se aprobó por ejemplo una tasa de $250 por cada pasaje aéreo a costa de los viajeros, destinado a la Policía de Seguridad Aeroportuaria.

El campo de batalla del Congreso no fue otro que el prolegómeno de lo que se vivió después en los dos frentes de batalla, verdaderas pajareras de los pases de facturas. Sin nombrarlo, Máximo Kirchner le tiró directo al Presidente: "aunque haya dificultades, no podemos dejar de cumplir el contrato electoral, hay que transpirar la camiseta, no pensar si en las elecciones me van a elegir o no. Es hoy. ¿Cómo vamos a esperar que la gente nos escuche con un 6 ó 7% de inflación mensual?", se preguntó. La andanada tiene que ver con las PASO, ya que mientras el kirchnerismo quiere que haya una "mesa política" para hablar del tema, varios intendentes bonaerenses del Conurbano, probablemente mandados por los K, le pidieron a Fernández la semana pasada que no se hagan las primarias, una forma de bajarlo a él mismo de una eventual candidatura.

Máximo Kirchner metió mucho más el dedo en la llaga de la interna, cuando involucró también a Massa: "nos decían que si no acordábamos con el FMI iba a pasar esto y esto. Y ahora pasa esto", criticó. Y volvió a Fernández: "hay como una hipersensibilidad en algunas personas por las críticas que reciben", dijo. Y recomendó: "No hay que ponerse mal. Te tenés que acostumbrar. A las críticas tenés que utilizarlas para mirar a tu gente".

Del otro lado, el otro general, dispuesto a levantar al radicalismo en la consideración general, no tuvo empacho en dinamitar la coalición opositora. En un acto de la UCR con 10 mil personas casi de cuño peronista por la movilización en colectivos, Morales no sólo lo criticó a Mauricio Macri ("liderar no es tener el mejor equipo en los últimos 50 años y después fracasar"), sino que mostró al radicalismo con fuerza para disputar candidaturas internas. Pero, el misil más violento que recibió el PRO le vino de adentro y fue el compromiso de Horacio Rodríguez Larreta con el lanzamiento de la precandidatura de Lousteau a Jefe de Gobierno porteño bajo el paraguas de las fórmulas "mixtas", algo que para muchos "amarillos" es entregarle la CABA a la UCR. Si la sangre no llega antes al río, las cosas se dirimirán en las PASO, si Fernández afloja.

Este realineamiento, que marca una crítica muy fuerte de Morales a "la derecha", complica no sólo a Jorge Macri en la Ciudad, sino al candidato larretista en la provincia de Buenos Aires, Diego Santilli y quizás promuevan en el ex presidente Macri y en Patricia Bullrich, probablemente en Miguel Pichetto y hasta en Ricardo López Murphy (también precandidato) la necesidad política de correrse. Todo está bajo análisis, pero las transversalidades que anunció esta columna hace un par de semanas ya están presentes bajo fuego amigo

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