Una derrota de menos de 5 puntos en provincia, la clave para Vidal

En el laboratorio electoral de la gobernadora bonaerense creen que sería una diferencia posible de remontar en octubre. Alberto Fernández apuesta por Kicillof y juntó a intendentes para encolumnarlos.

Nunca el macrismo disfrutó del rótulo de favorito en la previa de una elección. Eso le valió tanto para la remontada de 2015 con el triunfo en el ballotage y hasta en las posteriores legislativas en suelo bonaerense, con una victoria pírrica en las PASO de Cristina Kirchner  frente al cambiemita Esteban Bullrich. Sin embargo, más allá de una cuestión cabalística, ahora en la gobernación de María Eugenia Vidal ronda un inusual pesimismo que no parece alcanzar al comando electoral nacional de Marcos Peña. Menos preparados para celebrar hoy, que para perder en las PASO. La clave es por cuánto. Hay un número que igual los haría festejar. 

A cinco puntos de Axel Kicillof, el precandidato del Frente de Todos. Esa es la diferencia que desean en el vidalismo, en el mejor escenario en el peor de los casos, una derrota en las primarias. Con corte de boleta incluído. "Es remontable", auguran quienes escucharon en los últimos días al jefe de Gabinete y de campaña provincial, Federico Salvai. Evitan agregar que, creen, que un ex ministro de Economía por encima de esa cifra se volvería imparable para las generales de octubre, en un distrito que no cuenta con segunda vuelta. Primero, por ímpetu simbólico; segundo, por matemática. 

Una nueva estadística alcanzó a emocionarlos un poco en La Plata: más de un 15% de los votantes de Alberto Fernandez no votaría a Kicillof, juran que afirma. Admiten que la acelerada polarización, con el achicamiento de la tercera vía, potencia ambos extremos de la polarización, que hoy sumaría el 85% del electorado, faltando menos de un mes aún para las PASO.

Sin un Sergio Massa enfrentado al PJ como en 2013 o un Florencio Randazzo de 2017, en el vidalismo admiten que la "ancha avenida del medio" ahora les resta a ellos. Más allá de la futura búsqueda del voto "miedo" a un regreso K (de ahí la pretendida sinopsis entre Kicillof y La Cámpora), deben buscan sufragios entre un electorado que nunca los votó. Por fuera del 39% de Vidal o el 41% de Bullrich. 

"Massa les sumó entre 2 y 4 puntos", añaden sobre la reconciliación del líder renovador con el kirchnerismo. Con los 37% de Cristina Kirchner en 2017, Kicillof quedaría por encima de la barrera de los 40, casi 5 puntos por encima del Aníbal Fernández de 2015. 

La apuesta vidalista es, además de esperar que la Justicia le denegue a José Luis Espert tener precandidato a gobernador, a retener para octubre la mayor parte de los votantes de otras alternativas: la lupa está sobre el lavagnista (y ex randazzista) Eduardo "Bali" Bucca. La campaña será fogonear el voto "rechazo": esperar que el electorado de Consenso Federal sea más antiK que anti-macrista.  

En el comando de Todos también cuentan con ello: como un revival de 2015, una sorpresa en la "madre de todas las batallas" podría inclinar la balanza nacional en favor de Alberto Fernández. Si les dan a elegir, replicaron cerca del presidenciable, celebrarían más una victoria contundente de Kicillof en las PASO que una diferencia abultada propia.

Con esa lógica, con el primer tramo de la campaña ya caminado, el ex jefe de Gabinete se reunió ayer con intendentes del PJ bonaerense. Un representante por sección electoral tomó el micrófono para brindar un análisis. El aspirante los instó a apuntalar la campaña hablando de la realidad, fuera de la agenda mediática, copada por la Casa Rosada. A menos de un mes de las PASO, después de actividades endogámicas peronistas, adelantaron, Alberto F. comenzará un tour por "los sectores productivos afectados por la crisis".

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