Cuánto cuesta el rugby amateur

Desde la cuota social hasta los terceros tiempos, los gastos que el jugador de la ovalada tiene que afrontar en cada temporada.

El amor a la camiseta en el rugby argentino es notable. Sin embargo, esta historia que involucra sentimientos, modos de vida y arraigo, debe tener correlato con un presupuesto adecuado. El rugby amateur es, puesto fríamente en una tabla de excel, deficitario. Si alguien quiere ejercerlo debe erogar una buena cantidad de dinero.

Desde Ushuaia a la Quiaca, la ovalada vuela en todas las canchas del país. Con un total de 120.000 jugadores, la Argentina cuenta con una estructura de clubes y de juego amateur sólida y desarrollada como en muy pocas partes. Por supuesto, solventada gracias al aporte de los socios.

En el caso de Buenos Aires, tanto las instituciones de primera línea como las de menor estructura viven de la cuota social. El caso de Hindú Club, entidad más ganadora de la década en la URBA, es similar al de otros de distintas categorías.

"Los chicos tienen que pagar la cuota social para jugar, comprarse los botines, los viáticos, las comidas y el tercer tiempo", aclaran desde Don Torcuato. Hindú, actual subcampeón de Buenos Aires, cuenta con buenos ingresos publicitarios (tiene a Ford en su camiseta) pero no alcanzan para cubrir los gastos comunes diarios.

"Por mes cuesta unos $ 700 y a eso se le agrega la nafta para venir a entrenar, la compra de los botines (entre $ 1.500 y $ 3.000 por par) y el gasto del tercer tiempo, que son dos por mes ($ 300 cada uno)", agregan. Una buena: Topper los provee de indumentaria para jugar y entrenar. Otro de los gastos son las vendas: para realizar estribos y vendarse las piernas para saltar en el line se escurre un rollo que cuesta $ 300, solo para un partido.

En el caso del Club San Fernando sucede lo mismo. Compite en otra categoría de la URBA pero comparte necesidades. "Logramos bajar la cuota social y mantenerla a un costo relativamente bajo ($ 690) para que los chicos puedan jugar", asegura el presidente Lucas Bolla. "El ingreso de los sponsors los aplicamos para mejorar las canchas, comprar materiales, pintar y los terceros tiempos. Somos un club muy grande, con muchos deportes", confirma.

Existen otras realidades pero que se unen en la base común del rugby. Cali Ríos, coordinador del rugby de Ushuaia Rugby Club, confiesa que no solo deben afrontar los temas económicos en Tierra del Fuego sino que el clima también atenta contra el deporte. "Los chicos pagan una cuota de $ 600 por mes pero se tienen que comprar la ropa (camiseta, pantalón, medias y botines: unos $ 3.000), sumar $ 100 para los terceros tiempos y agregar dos viajes de $ 300 al mes, porque las distancias son enormes".

La lejanía con los grandes centros urbanos y la hostilidad del clima atentan contra este deporte en Ushuaia. "Empleamos todas las estrategias para que los chicos jueguen y no se vayan a otras actividades, y para que nos vean en el resto del país. Este año, el 17 de diciembre, se jugará la 30º edición del Seven del Fin del Mundo y contaremos con la presencia de jugadores del resto de las provincias", agrega Ríos. El costo del Seven: $ 450 para los isleños y sin cargo para los que llegan desde otras latitudes.

Jugar al rugby no solo es una decisión deportiva. Si bien las entidades aplican toda su inteligencia para bajarle el costo a sus jugadores, la realidad marca que estos ascienden cada vez más. De los estímulos semanales a las necesidades básicas cambiaron en los últimos 20 años. Los costos visibles y ocultos del rugby son más de los que existían y encarecen el presupuesto. Aun así, en la Argentina la llegada a esta actividad de los chicos (infantiles) es una tendencia que sigue en alza.

Román Iglesias Brickles

Temas relacionados
Más noticias de rugby
Noticias de tu interés