¿Quo vadis Venezuela?

Fuentes fidedignas dicen que los asesores cubanos convencieron a la cúpula venezolana de seguir su camino: "Sin dinero, ni petróleo ni comida, nosotros aguantamos 40 años. Ustedes tienen petróleo y pueden comprar comida. Solo les falta voluntad. Si quieren quedarse para siempre, hagan como nosotros: cierren todas las salidas institucionales, echen del país a la clase media opositora y olvídense de los opinadores extranjeros. Ya vendrán otros a ayudarles".

Sea o no exacto el texto, lo cierto es que Maduro y su equipo han pasado de ser unos personajes risibles a un aparato de poder que está copiando el modelo cubano con una perversa eficiencia (y asegurando el petróleo que los cubanos necesitan).

Con la asamblea constituyente han blindado cualquier opción institucional alternativa; están logrando la emigración masiva de la clase media; administran con cuentagotasa la cubana los pocos alimentos disponibles; y acaban de apoderarse de los espacios de poder regionales que les faltaban.

Entretanto, la oposición ha perdido la iniciativa callejera y no logra definir una estrategia coherente frente a las movidas de Maduro. Las reacciones espasmódicas frente a la elección de este fin de semana muestran patéticamente cuan dividida y desorientada está. Eso se llama, simplemente, falta de liderazgo.

En el campo internacional, China y Rusia neutralizan las reacciones multilaterales mientras negocian desde alianzas regionales hasta reservas de petróleo. Las viejas deudas caribeñas con Venezuela han logrado frenar una agenda más agresiva en los organismos americanos.

Pero la OEA ha podido instalar el tema de los derechos humanos, una decisión que puede amplificarse cuando queden definitivamente probadas las violaciones. Asimismo, Canadá ha aplicado sanciones de interdicción económica a los jerarcas venezolanos y sus familias; un ejemplo que muy pronto seguirá la Unión Europea. Los parlamentarios latinoamericanos están en contacto permanente, discutiendo decisiones, con un papel importante de nuestro país, acompañando la posición definida que ha tomado el presidente Mauricio Macri.

Pero la pregunta es: ¿alcanzará esto para evitar que efectivamente Venezuela sea una nueva Cuba y quite todos los derechos a sus ciudadanos?

Debemos comenzar una nueva etapa cuyo primer paso sea acordar una agenda entre los actores relevantes, internos y externos a la región. Las decisiones de Canadá y la UE abren un camino que permitirá mayores presiones en otros países y organismos multilaterales; que podremos acompañar a través de acuerdos con los parlamentos de muchos más países. No es imposible pensar en una suerte de coalición por la democracia en Venezuela que actúe de manera coordinada y persistente.

Caracterizar a Maduro como violador sistemático de los derechos humanos le ha de cerrar muchas puertas que el necesita, aunque lo ignore. La estructura productiva de Venezuela deteriorada como está igualmente necesita conexión con el mundo. El talón de Aquiles de Maduro es la economía y sobre todo la potencial hiperinflación.

Pero además es necesario ayudar a la oposición a organizarse. No alcanza con las repetidas declaraciones de solidaridad, si cada vez que hay una oportunidad política, las vacilaciones y errores la desperdician. Hay aún muchos ciudadanos que no han perdido la vocación de cambiar, pero necesitan líderes que los orienten. Lo que acaba de suceder con las elecciones debería marcar una nueva agenda de los dirigentes que se fijen como objetivo salvar a Venezuela.

Temas relacionados
Más noticias de Venezuela
Noticias de tu interés