El mundo mira a la Argentina que aguarda aún la ola inversora

Mientras se desarrolla en Buenos Aires la versión regional del Foro Económico de Davos, en el que participan más de 1000 CEOs y líderes globales, los expertos señalan los obstáculos que todavía traban la llegada de capitales al país: madurez política y estabilidad económica, dos requisitos que serán clave a la hora de efectivizar el desembarco.

A diferencia de lo que sucedía en la era kirchnerista, el Gobierno actual viene apostando fuertemente a favorecer la llegada de capitales del exterior. Pero persisten cuestiones de difícil corrección que impiden la esperada lluvia de inversiones.

La Inversión Extranjera Directa (IED) es la inversión que busca obtener una participación duradera en una empresa de otra economía, ya sea a través de una fusión o adquisición, o llevar adelante un proyecto greenfield (desde cero). Las razones por las cuales la IED se dirige a un país en particular son la búsqueda de recursos naturales, de mercados, de eficiencia o de activos estratégicos.

La IED en 2016 fue de unos u$s 5750 millones, con lo cual cayó 6000 millones respecto de 2015. Pero más de 4000 millones de esa caída correspondieron a menores reinversiones de utilidades que, tras la eliminación del cepo, pudieron girarse al exterior. En 2015, según estimaciones de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), al menos un 75% de la IED en la Argentina fue causado por reinversión de utilidades. En 2016, eliminado el cepo, muchas empresas volvieron a enviar dividendos al exterior.

En contraste, en la región, el principal componente de la IED son los aportes de capital (50%) y la reinversión de utilidades suele ser sólo el 25% del total de la IED. En la Argentina, en cambio, la reinversión (en gran medida forzada por el cepo hasta 2016) fue el gran componente en los últimos años.

Quitando el efecto de la reinversión de utilidades, la IED de 2016 estuvo en niveles reales no muy distintos de 2015, aunque sigue muy por debajo de la que reciben países vecinos, apunta un informe de DNI. Pero en toda la región, la IED cayó 19%, por lo que la Argentina también estaría afectada por la circunstancia regional.

En cualquier caso, en 2016 no se produjo el boom esperado por el Gobierno en materia de IED. "La Argentina no pudo aún incrementar su tasa de inversión interna, no sólo la externa, y es el país de Sudamérica con peor resultado en ese plano exceptuando a Venezuela", describe el estudio de DNI, que concluye que no alcanza con dejar de ver con ojos críticos la IED y que se necesitan más transformaciones.

Para 2017 se espera que la IED experimente una fuerte alza, de alrededor de 100%, llegando a niveles de entre u$s 10.000 y 11.000 millones, según DNI. Más conservador, el IAE de la Universidad Austral proyecta que se ubique cerca de 8000 millones. En sintonía con DNI, Econviews prevé que la IED supere este año los u$s 10.000 millones, es decir, que represente en torno a 1,7% del PBI y que su contribución en el crecimiento de la economía (proyectado en 3,2% por Econviews) se ubique entre 0,1 y 0,2 puntos porcentuales.

"Una IED de u$s 10.000 millones es un monto similar al de 2015, pero a diferencia de entonces esta vez sería resultado principalmente de nuevos desembolsos y no de reinversión de utilidades", destaca Lorena Giorgio, economista semisenior de Econviews.

Obstáculos con inercia

"Los principales obstáculos están en la agenda de transformación del Gobierno", considera Marcelo Elizondo, director general de DNI y ex director ejecutivo de la Fundación ExportAr, la agencia de promoción de las exportaciones argentinas, entre 2002 y 2010. Para Elizondo, si bien ya hubo reformas importantes (la libertad cambiaria, la institucionalización del régimen de comercio internacional, la eliminación de la conflictividad política y jurisdiccional internacional), restan muchos obstáculos. En el plano macro, las empresas esperan que maduren los planes fiscal, anti inflacionario, tributario y cambiario. A nivel estructural, los problemas de infraestructura, el escaso comercio internacional, la baja eficiencia de los servicios del sector público y los problemas de acceso a recursos son las principales barreras. Por otra parte, persisten regulaciones distorsivas en diversos sectores e incertidumbre política respecto de si los cambios adoptados serán estructurales y definitivos.

En particular, la apertura comercial es muy relevante para la recepción de IED, que requiere importaciones y exportaciones (las importaciones son el contenido del 30% en las inversiones en el mundo), según DNI. "La Argentina sigue teniendo baja participación de las exportaciones y las importaciones en el PBI (de alrededor de 15% mientras en el mundo ronda el 28%) y sigue discutiendo si debe elevar su escaso nivel de importaciones en la economía", resalta el informe.

También los analistas coinciden en que la conflictividad social es un factor relevante. El modo de canalizar la disconformidad marca la calidad institucional. "La acción directa es el modo más radical tras la violencia y el sabotaje y es muy usada en la Argentina", resalta DNI, en vez de vías más moderadas como el lobby, las audiencias públicas, las manifestaciones moderadas y la negociación. "La crudeza del reclamo aparece con un desincentivo", concluye el informe.

"La recuperación de la IED será un proceso gradual y responderá a las condiciones políticas del país, la normalización de la macroeconomía y a las reformas microeconómicas que devuelvan productividad a la economía", evalúa Jorge Vasconcelos, vicepresidente del IERAL de la Fundación Mediterránea. Hasta ahora, a los acuerdos de productividad (como Vaca Muerta) reaccionaron más rápido los inversores locales (Techint, YPF) que los extranjeros. "Eso es natural", considera Vasconcelos. Muchas compañías multinacionales prefieren ver qué hacen los locales antes de tomar grandes decisiones.

En el plano político, para el vicepresidente del IERAL, más que un gran resultado del oficialismo en las legislativas de octubre, lo relevante es lo que ocurra con el liderazgo del peronismo. "Un oficialismo con éxitos moderados en octubre acompañado de un peronismo que se modernice sería óptimo para los inversores, sobre todo teniendo en cuenta que el panorama político no es claro para México, por el avance del anti-trumpismo, ni para Brasil, por la crisis de los partidos políticos", describe.

Para Eduardo Fracchia, director del área de Economía de la escuela de negocios IAE de la Universidad Austral, hay obstáculos locales que muestran inercia, como la falta de competitividad sistémica, que se refleja en que el país aún ocupa la posición 104 del ránking del WEF, y temas en los que se avanzó pero aún persisten, como la inseguridad jurídica y la falta de marcos regulatorios claros. A esto se suma que el año electoral genera incertidumbre; la situación recesiva de los últimos años, que no estimula proyectos que exigen mayor nivel de demanda; y, en algunos sectores, el retraso cambiario. Por otra parte, el panorama es disímil por sectores, con el mayor potencial inversor concentrado en la minería, la energía convencional, el shale gas y shale oil, las energías renovables y los servicios.

"A medida que las reformas se encaren, la IED ya sea por búsqueda de materias primas, de mercado local, eficiencia para conquista de nuevos mercados o búsqueda de activos estratégicos va a consolidarse con una participación en el producto mayor, más en línea con lo que ocurrió en los 90", prevé.

Para Giorgio, entre los principales obstáculos para la llegada de IED figuran la inseguridad jurídica, las aún deterioradas instituciones y los problemas de competitividad derivados de la alta inflación. "Las elecciones de octubre pueden contribuir a alentar nuevas inversiones si el Gobierno obtiene un resultado favorable, de la mano de una mayor estabilidad macro-política y previsibilidad", considera. Por otra parte, en el plano fiscal, el proyecto del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para limitar el gasto público (un "cap" como en Brasil) y una reforma tributaria también podrían contribuir.

El caso de Brasil

Pese a su crisis económica y política, Brasil fue el único país latinoamericano que integró el grupo de los diez principales receptores de IED en el mundo en 2016. ¿Por qué? En primer lugar, se trata de la octava economía del mundo, con una escala incomparable: tiene un mercado de 200 millones de consumidores, que se expande 50% si se considera a sus socios del Mercosur.

Además, "Brasil está entre los diez principales receptores de IED desde hace mucho tiempo", explica Elizondo. "Su resultado de 2016 no fue una excepción, sino un eslabón más en una cadena en la que numerosas empresas ya existentes en Brasil continúan invirtiendo. La IED se retroalimeta en el tiempo en un proceso de tracto sucesivo", agrega.

Por otra parte, el ex director ejecutivo de ExportAr, enfatiza que Brasil desarrolló cadenas internacionales de valor, con empresas que llegaron y continúan actuando en ese país por su mercado local y porque, a través de diversos sectores (agro, energía, minerales, servicios, industria), llegan a la región.

Para Vasconcelos, el caso de la IED en Brasil es extremadamente interesante porque, pese a un elevado y sostenido nivel de flujos al país (en torno a los 4 puntos del PBI), la productividad del principal socio del Mercosur se encuentra casi estancada desde hace muchos años. Se supone que la IED aporta tecnología en la frontera del conocimiento, por lo que flujos importantes y sostenidos de IED se asocian a dinamismo en los avances de productividad. Pero "el caso de Brasil demuestra que, para el crecimiento sostenido de un país, más importante que el volumen de la IED son las reglas de juego bajo las que esa inversión se realiza", subraya el vicepresidente del IERAL. Si las reglas de juego apuntan a una economía más abierta y con creciente competencia interna, el impacto sobre la productividad es más visible. En una economía muy cerrada, burocratizada y con poca competencia en los mercados internos, como la brasileña, la IED diluye su impacto positivo sobre la productividad.

Para Fracchia, en el buen desempeño de la IED en Brasil juegan el tamaño del mercado, los marcos regulatorios previsibles y la inercia del proceso inversor. Las multinacionales son muy activas en Brasil y el peso de entre 4 y 5 % de la IED en el PBI brasileño de 2016 es relevante, sólo superado regionalmente por Colombia. Entre los motivos para invertir en Brasil figuran también el entorno estable hace 20 años en términos de baja inflación y un déficit de infraestructura que fomenta la llegada de capital para obras civiles. Además las inversiones extranjeras están protegidas por un sistema regulatorio adelantado con respecto al de otros BRICS.

La IED es estratégica y de largo plazo, por eso no se resintió tanto en un mal año de la economía brasilera, para Giorgio. "En el caso de Brasil, el mercado interno ayudó bastante, pero también muchas economías chicas recibieron más IED que la Argentina", evalúa Giorgio, para quien también pesa que Brasil haya tenido grado de inversión entre 2008 y 2016, mientras que la Argentina recién salió del default el año pasado y recién esta semana recibió una mejora en su calificación crediticia, de B- a B, por parte de S&P.

Del dicho al hecho

Con Vaca Muerta, que involucra cifras de inversión para los próximos 35 años del orden de los u$s 100.000 millones, a la cabeza, vienen difundiéndose anuncios de inversión, pero los tiempos de la ejecución se dilatan.
"La ejecución requiere cierta maduración, ya que involucra procesos internos de las empresas, la elección de proveedores y contratistas, la celebración de contratos, la organización del financiamiento, adaptaciones regulatorias y la implementación de decisiones operativas locales", sostiene Elizondo, para quien las inversiones irán ejecutándose a medida que el país logre obtener resultados de sus programas, como bajar la inflación, la tasa de interés y la necesidad de financiamiento fiscal externo.

"Los anuncios tienen su ciclo", coincide Fracchia y diferencia por sectores. En el sector energético es visible: se van armando los proyectos pero no se nota todavía gran inversión. El caso líder es Vaca Muerta con gran potencial y cifras descomunales. La misma larga maduración se percibe en minería, donde los problemas ambientales obstaculizan el proceso. En cambio, en el caso del agro, la maduración debería ser más rápida.

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