Una cuota de oxígeno para un país que tiene presión tributaria récord

A la hora de diseñar objetivos de gestión, Nicolás Dujovne tiene claro que su rol, más que nunca, es contribuir a las metas del equipo presidencial. Su tarea, tal como la definió, es darle coherencia macroeconómica al programa general. En su primer contacto con la prensa luego de haber asumido formalmente como ministro, el titular del Palacio de Hacienda habla de coordinación y de trabajo conjunto. Es evidente que la reforma tributaria que le pidió impulsar Mauricio Macri no va a poder ser realidad si no participan también sus pares de Interior y Trabajo. El foco esta vez no es el gasto, sino la creación de empleo. Las elecciones de octubre están en el horizonte de corto plazo de todo el gobierno, y se nota.

Aunque el financiamiento ahora será un tema de su colega Luis Caputo, la hipótesis de volver a gestionar créditos ante el FMI quedó en segundo plano. El sobrecosto que paga la Argentina por endeudarse, incrementado por el efecto Trump, ya retornó a senderos de normalidad. Sin embargo, todavía falta que la Fed comience a subir las tasas.

A primera vista, en lo fiscal su rango de acción se va a centrar más en la eficiencia que en el ajuste. El ministro asegura que el Presupuesto 2017 es realista y no cree que sea necesario ajustarlo. Por el contrario, su plan es que si la economía funciona mejor de lo previsto y la recaudación supera la meta, el excedente se destine a reducir el déficit primario de $ 411.000 millones que le autoriza la ley.

Después de cerrar el debate del Impuesto a las Ganancias con una ley que logró sacar este tema de la agenda de corto plazo, Dujovne recibió luz verde para apuntar a las distorsiones que crean el impuesto al cheque, Ingresos Brutos y las cargas laborales. Volver a poner el foco en la búsqueda de competitividad es una saludable cuota de oxígeno a un país que tiene una presión tributaria récord.
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