ENFRENTAR UN DURO PROCESO DE CONFIRMACIÓN EN EL CONGRESO

No será fácil para Rex Tillerson convertirse en el Secretario de Estado de Donald Trump

Su relación con el líder ruso Vladimir Putin y la resistencia de los ambientalistas le auguran críticas y cuestionamientos de republicanos y demócratas

A fines de la década de 1960, cuando los demás adolescentes iban a recitales de rock y protestaban contra la guerra en Vietnam, Rex Tillerson pasaba sus veranos con los Boy Scouts de América.
Hoy es uno de los principales ejecutivos de Estados Unidos, como director ejecutivo de ExxonMobil, y dice que le debe todo al scouting. "oda la capacitación en liderazgo que recibí, la recibí en Boy Scouts" dijo.

Ahora está a punto de descubrir si las lecciones que aprendió cinco décadas atrás serán válidas en los pantanos de Washington.

Hasta que Tillerson tenía pensado jubilarse el año próximo, pero justo Donald Trump lo eligió para ocupar el cargo de Secretario de Estado.

Su elección para transformarse en el principal diplomático de Estados Unidos fue objeto de denuncias de todo el espectro político. Los ambientalistas se pusieron furiosos porque la industria petrolera aparentemente está tomando las riendas en Washington, mientras que los republicanos de línea dura como Marco Rubio, el senador de Florida, manifestaron su preocupación por los lazos de Tillerson con el presidente de Rusia Vladimir Putin.

Entretanto sus puntos fuertes, que incluyen su experiencia al frente de una empresa mundial líder de u$s 380.000 millones, en gran parte pasan inadvertidos. El camino hacia su confirmación parece tener obstáculos.
Tillerson decididamente parece la persona para el equipo puntero de alto nivel de testosterona de Trump. "Sabe cómo proyectar al mundo una imagen de fortaleza y competencia americana", afirma Suzanne Maloney de Brookings Institution, quien trabajó como asesora de Exxon a comienzos de la década de 2000.
Los scouts lo hicieron entusiasmar con la ingeniería, cuando colocaron televisores en una reunión de exploradores para que los chicos pudiesen ver el alunizaje en 1969.

La otra institución que lo moldeó es Exxon, donde trabaja desde 1975, cuando acababa de graduarse de la Universidad de Texas. En la industria petrolera, a Exxon se la admira en todo el mundo por su ingeniería de excelencia, pero a veces provoca molestia por la arrogancia e inflexibilidad de sus gerentes. Según las palabras de un observador, "coeficiente intelectual alto, pero coeficiente emocional bajo". Tillerson encajó bien.

"Es un producto de la cultura Exxon, sumamente basada en los procesos", afirma el ex director ejecutivo de otra gran petrolera. Fue un sólido líder de Exxon, bastante incompatible con el impacto de su aclamado predecesor Lee Raymond. Tardó en comprender el potencial de la revolución del shale que transformó la industria estadounidense del petróleo y el gas en el 2000. Un antiguo rival de una gran petrolera lo califica de "muy cuidadoso, muy minucioso y muy conservador".

También es un tenaz negociador. Esa cualidad fue fundamental en Rusia, después de que asumió la responsabilidad de las operaciones de Exxon en ese país en 1998. Desempeñó un papel clave en impulsar el gran desarrollo petrolero Sakhalin 1 en la costa oriental del país, a la vez que el gobierno se desentendió e intentó ejercer presión para lograr un mejor acuerdo. Más tarde, después de haber asumido el cargo de director ejecutivo en 2006, Exxon pudo luchar contra la competencia de rivales estadounidenses y europeos para firmar una serie de acuerdos potencialmente lucrativos entre 2011 y 2013 con la compañía petrolera estatal Rosneft.

Esas relaciones preocupan a muchos políticos estadounidenses. Tillerson recibió la Orden de la Amistad de Rusia en 2013. John McCain, el senador republicano, señaló esta semana que nunca aceptaría un premio de Putin.

Pero algunos dicen que las preocupaciones carecen de fundamento. "No creo que la amistad con Putin sea algo más que una relación laboral", afirma un ex director ejecutivo. "Hay que ir donde esté el petróleo, aunque no nos agrade".

Sobre el cambio climático, los críticos de Tillerson tienen más de un caso. En una conferencia en Londres en octubre, el ejecutivo señaló: "Compartimos la opinión de que los riesgos del cambio climático son reales y requieren medidas serias". Pero cuando discute el tema, no parece un entusiasta de la acción para reducir los gases de efecto invernadero y rechaza la idea de que las petroleras deben ir "más allá" de los combustibles fósiles. Aunque Rusia y el cambio climático parecen ser los temas clave para su confirmación, otras cuestiones pueden llegar a ser más polémicas en caso de que Tillerson llegue al departamento de Estado. Es un pragmatista y no ha expresado muchas opiniones fuertes sobre el mundo pero, a diferencia de Trump, ha sido un defensor público del libre comercio. Es posible que tenga que continuar la batalla sobre este asunto en el gabinete o bien dejar de lado sus principios.

Hablando de los deberes de los scouts, Tillerson declaró: "Sea cual sea el rumbo que tomemos, nos guste o no, tenemos el deber como ciudadanos de este país de participar en este gobierno".

Es un acuerdo fino y ahora está tratando de cumplirlo. No obstante, la realidad del gobierno puede llegar a ser más complicada.

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