Cultura: el desafío de gestionar la complejidad del sector público

Dentro del manejo cultural hay una variable soft clave: las personas. La receta es incluirlas en los procesos de creación de políticas, con la coherencia como estandarte.

Gestionar cultura en el sector público es complejo porque se trata de un espacio atravesado por multiplicidad de factores y variables. Se prejuzga que hablar de estos términos es mandatorio del mundo de las empresas cuando en realidad podemos capitalizar aprendizajes para cualquier organización que gestionemos.
Dentro de la gestión cultural existe una variable soft que, a mi criterio, es las que tiene más preponderancia: las personas.

Las personas son nuestro principal activo, nuestro gran valor. Sufren los cambios más que nadie y sus procesos de trabajo son alterados en cada cambio de gestión. Eso complica generar buenos procesos a largo plazo o que los equipos se aferren a nuestras nuevas metodologías de trabajo. "Sabemos que es contextual y en un tiempo vendrá otro que querrá hacer todo diferente", es el murmullo común en los pasillos de organismos de gestión pública.

Nuestros equipos conocen desde adentro las instituciones, saben mejor que nadie los mejores caminos para resolver desafíos. Hay mucha creatividad y es nuestro compromiso disponer de espacios para que esas buenas ideas fluyan en pos de crear políticas públicas innovadoras.
El primer paso es diagnosticar. Para ello, resulta clave poder relevar necesidades de nuestro público interno y comprometernos en un plan concreto para atenderlas.

El segundo paso es generar canales de comunicación transparentes para que la información fluya sin ruidos. O sea, abrir nuestros despachos a la gente. "Somos nosotros cuando somos con otros", asegura un dirigente de La Matanza.

El tercer punto, y no menos importante, es cocrear propuestas y líneas de acción colectivas. Si queremos que los equipos se apropien de las ideas, tenemos que participarlos, ya que son ellos quienes ejecutan y quienes le ponen el cuerpo a la gestión.

Un camino es armar grupos aleatorios en donde prime el liderazgo circular. Esto nos va a permitir explorar diversos roles y conocer y escalar la potencialidad de nuestra gente.
La coherencia

En resumen, gestionar en el sector público es un desafío hermoso. Hay valores claves que tienen que ser nuestro gran faro mentor. Como, por ejemplo, ser coherentes. Si promulgo para afuera valores como la inclusión y maltrato a mis equipos, o si promulgo el bien común y creo políticas públicas no validadas en el territorio, eso es egocentrismo, es una mirada 'top down', que no resulta sustentable.

Ser coherentes es no estar fragmentados, y es vivir el rol de servidor público en cuerpo y alma. Es utópico, quizás, pero para mí es el camino. Como dirigentes nos debemos al pueblo, a nuestros ciudadanos. El pueblo no está afuera de nuestro edificio.

 

Temas relacionados
Más noticias de cultura
Noticias de tu interés