Fin de año deslucido y empresarios en silencio

Los empresarios miran con mucha atención y demasiado silencio el retiro que el presidente Mauricio Macri programó para su gabinete, en medio de rumores sobre cambios en algunos ministerios. La estrategia de juntarse a pensar este primer año de gestión no será imitada por las cámaras empresarias, que prefieren concluir el deslucido 2016 en silencio, aunque con algunas caras largas.

Al filo del cierre del año, el Gobierno tuvo dos bocanadas de aire fresco, aunque breves. Por un lado, el blanqueo por el que el ministro Alfonso Prat-Gay ya anunció que ingresaron u$s 20.000 millones, de los que según dijo u$s 7000 millones serán en efectivo y, por el otro, el descenso del desempleo que fue de 8,5% en el tercer trimestre de acuerdo al Indec.

Ahora bien, todo lo demás fue una secuencia de indicadores económicos malos. Lo que baja, sube y lo que debería subir no para de caer.

En el sector privado, tal como ocurrió en otros momentos de prolongada recesión, alguna dirigencia empresarial prefiere rumear críticas desde el anonimato. Es, sin duda, una práctica que debería cambiar para mejorar los compromisos institucionales, los negocios y, en especial la democracia en la Argentina. Por ahora, es lo que hay.

Callados y todo, los principales referentes del empresariado ya tienen tildada en su agenda la primera cita de rigor para el 2017: en Punta del Este, como cada año, la reunión que el banquero Jorge Brito realizará en su chacra Mamá Ganso. Allí, tras el primer año de gobierno de Macri, se preanuncian los nuevos armados empresariales de cara al electoral año próximo (muchas entidades también tendrán sus propias elecciones).

Los descontentos no son iguales en todos los sectores. Mastican bronca en la industria, en las grandes cadenas de comercialización y en la construcción donde la reactivación aún no derrama. Apuntan a una de las áreas en las que se rumorean modificaciones inminentes: el Ministerio de Producción en manos de Francisco Cabrera. El sector fabril viene cayendo sostenidamente en lo que va del año y cada nueva baja le suma mayor tensión a la débil sintonía que existe con la cartera de Producción; una melodía radicalmente opuesta a la que sintoniza el sector agropecuario con el ministerio de Agricultura, que timonea Ricardo Buryaile.

Entre los dueños de las fábricas sostienen que falta competitividad, entre otras razones, por la alta presión tributaria en relación con la región y las crisis de Brasil y de China. Aunque no existen dudas en torno a que se crecerá el año próximo, lo que sostienen es que será por la baja en todos los indicadores 2016 y que, en todo caso, la performance del año que está por comenzar quedará corta al menos para las industrias en relación con el desempeño que lograron en 2015.

Es un diagnóstico que no gusta en la Casa Rosada y que le atribuyen a un grupo de industriales que abogan por más subsidios y proteccionismo estatal. Hoy el Indec que, por suerte, ahora no pretende manipular la realidad difundirá dos indicadores claves, ambos medidos en octubre, con resultados probablemente poco alentadores para el fin de año y su arrastre en el primer trimestre 2017: producción industrial y nivel de actividad en la construcción.

En las grandes cadenas minoristas mascullan que mientras negociaban una baja de precios en productos de consumo masivo a cambio del final del plan Ahora 12 (que nació en el gobierno anterior), sin aviso previo se desayunaron con que las cuotas continúan y se llevan a 18 para intentar apuntalar el consumo.

Este fin de año tendrá bono para algunos trabajadores, aguinaldo eximido del pago de Ganancias pero una confianza pésima entre los consumidores. Según la medición de la Universidad Di Tella, se desplomó 27,2% en noviembre en relación con el mismo mes del año pasado.

Este año, al que le queda muy poco, hubo muchas iniciativas importantes en el ámbito empresario para agregarle transparencia, productividad y mayor compromiso con el país al mundo de las empresas. Por ejemplo, un código de ética empresario que discutió el Foro de Convergencia Empresarial o en Cycip, el daño de la corrupción en el desarrollo económico que discutió el Coloquio de IDEA o la posibilidad de ponerle un tope a la reelección de los presidentes de entidades empresarias dentro del Grupo de los Seis. Todas esas inquietudes parecen vislumbrar un empresario con nuevo perfil.

Sin embargo, quedaron más en el debate (bienvenido, ¡por cierto!) que en la concreción y en la comunicación de las mismas. Tal vez, en la mayoría de los casos, se festejó como un logro lo que debería ser normal pero se había perdido en la gestión anterior: el diálogo permanente y cotidiano con los funcionarios aunque haya diferencias. O quizás, en el sector privado aún falte muchísima autocrítica y condena para los sospechados seudo-empresarios corruptos, que muchos conocen y casi nadie denuncia.

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