Malvinas, la dificultad de negociar con millonarios

Cada uno de los tres mil isleños que ocupan ilegalmente el territorio argentino de las Malvinas han alcanzado una de las mas altas cuotas de ingresos individuales vinculado con el producto bruto de las islas, más de u$s 50.000 por habitante.
En el continente los argentinos apenas llegan a doce mil dólares por habitante marcando una grieta que enfría
-es una hipótesis- el interés de encarar un cambio de estado por parte de los isleños, en todo caso una negativa a descender de categoría hablando en términos económicos y egoístas . El Gobierno debería saber que está negociando con millonarios. Discusión de soberanía no hay , es una abstracción, a menos que alguien pretenda ignorar la Constitución Nacional (primera cláusula transitoria).
Sin embargo a la hora de la controversia pesa mas el espíritu anti-argentino que el bolsillo en los habitantes de las Malvinas, con alguna razón
-varias quizá -que por ahora mejor dejar sin explorar.
El caso es que hasta la aventura militar de Galtieri los isleños calificaban por debajo de la línea de pobreza y ni siquiera conseguían un reconocimiento digno por parte de Londres, que no los consideraba ciudadanos británicos .
Después de la invasión se hicieron fuertes, primero por la política de Gran Bretaña que los convirtió en ciudadanos plenos ratificando que no son nativos-población originaria, un error de la diplomacia británica que favorece los argumentos argentinos .
En segundo lugar por los permisos de pesca que comenzaron a extender, que no solo aprovechan en beneficio propio, también incluyen la posibilidad de endoso a barcos pesqueros de otros países, aunque es justicia aclarar que esta última línea de acción ni siquiera fue contemplada por el gobierno argentino (que provocó la reacción británica) cuando Buenos Aires firmó convenios de pesca con los países de la ex Unión Soviética (ver Lanús) .
El endoso es la explicaciÓn más consistente de la enorme cantidad de barcos pesqueros españoles, japoneses y de la Unión Europea que navegan por las aguas alrededor de Malvinas. También pesa el Tratado de Lisboa donde Londres logró imponer en 2007, ratificado en 2009, que la Unión Europea reconociera a Malvinas como territorio europeo.
A todo esto el brexit, divorcio de Gran Bretaña con la UE, es una tormenta que todavía los isleños no alcanzan a digerir, en un horizonte con futuro complicado en términos económicos.
Aun con un panorama incierto, la llave de cualquier tipo de modificación en la situación de las islas Malvinas que opone a los intereses argentinos con Gran Bretaña, la tienen los isleños. Ignorar esta hipótesis básica donde los tres mil habitantes están buscando conseguir la autodeterminación que Naciones Unidas solo concede cuando se trata de población originaria es escapar al nudo central del problema .
El tratamiento del diferendo para los argentinos incluye en primer lugar el reconocimiento a los mil soldados que dejaron la vida en la batalla de las islas, de tanta intensidad como el propio reclamo de soberanía. Ningún gobierno y mucho menos la dirigencia política debería alejarse de esta premisa, pesa demasiado en la conciencia histórica del país.
Si admitimos que los isleños forman parte del encono, como efectivamente son, la salida es encontrar la fórmula para solucionar la cuadratura del círculo.
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