Ideas para sacarle jugo al vino

Ferias especializadas y catas, diseño exclusivo de etiquetas y consultoría enológica son algunos de los negocios surgidos en los últimos años con el impulso del sector vitivinícola. Los emprendedores.

El universo del vino no cabe en una botella: cada vez hay más negocios vinculados a la industria que crecen en rentabilidad, como la consultoría, la capacitación y las ferias.
A principios de los años 90, las bodegas mejoraron los sistemas de cultivo, refinaron la selección de los cepajes y tecnificaron la elaboración para dar lugar a producciones de alta calidad.
De este modo, aumentaron las exportaciones y el consumo interno se sofisticó, lo que estableció la necesidad de contratar nuevos servicios.
Dolores Lavaque es quinta generación de familia bodeguera, pero hace 15 años, cuando estos cambios comenzaban a concretarse en el mercado, abrió su consultora: STG. "En ese momento, las bodegas se manejaban con una lógica muy familiar; para dar solo un ejemplo, las etiquetas las diseñaban los dueños, después surgieron diseñadores especializados y así con otras cuestiones", indica Lavaque.
El boom del vino también hizo de la capacitación una necesidad, "empezamos a formar a camareros, ya que hasta ese momento no se hablaba de varietales, se trabajaba por cortes, tipo Borgoña, Chablis", explica la experta.
Hoy, STG brinda un servicio integral: selección de personal para la industria, organización de eventos, investigación de mercado, prensa, etcétera.

El encanto de lo premium
Entre degustaciones, catas y ferias, la agenda de los enófilos está siempre cargada. Claro que si la oferta abunda, diferenciarse es la clave. Esa premisa tuvo en mente Nicolás Alemán cuando, en 2011, creó Premium Tasting, el evento de vinos más prestigioso del calendario nacional.
"Hoy, es común que los enólogos se junten, pero en 2008, 2009, todo era muy sectario; por eso, quise hacer un evento donde pudiera reunir a todos los actores de la industria en una degustación", explica Alemán.
Premium Tasting, que se desarrolla en hoteles cinco estrellas, se organiza como una cata a ciegas dirigida por referentes de la industria.
Los enólogos están presentes y comentan el proceso de elaboración detrás de cada etiqueta que se degusta; pero ese no es el único rasgo distintivo, ya que se catan los 30 vinos mejores puntuados de la Argentina, de acuerdo a los rankings de Robert Parker, Stephen Tanzer y Decanter.
Alemán venía de trabajar en la industria: durante seis años se había desempeñado como responsable de Marketing y Comunicaciones de Bodega Zuccardi. Sin embargo, abrirse camino con su proyecto no fue fácil. "Costó porque los enólogos no sabían si la idea iba a resultar pero, como me conocían, confiaron en mí y fueron; quizás alguno mandó a alguien de la segunda línea, pero ya al año siguiente estaban todos los números 1", cuenta.
A partir de la tercera edición, el evento alcanzó otro despliegue, "y empezó a ser un negocio económico", explica. En 2015, Premium Tasting desembarcó en San Pablo y en Buenos Aires; en junio de este año llegó a Chile, en agosto tuvo lugar la edición mendocina y en noviembre se realizará la porteña. Para 2017, proyecta llegar a Perú y regresar a Brasil.
Con una entrada que supera los $ 1.000, el público de "la Premium", como se la conoce en el ambiente, está formado en un 60% por personalidades vinculadas al mundo del vino y el resto son enófilos con cierto grado de conocimiento.
Claro que también hay ferias que apuntan a un público masivo, aunque no por eso deja de ser targetizado. Javier Menajovsky, founder de Wine Revolution, es experto en la materia.
Sus primeras conexiones con el vino comenzaron cuando dirigía Glam Out, un medio digital de gastronomía. Ya a fines de 2013, cuando estaba a punto de recibirse de sommelier, salió con su primera feria al mercado, la "Wine Revolution Expo", que, con un formato más desestructurado, buscaba acercar el vino al público más joven.
En 2014, coordinó la "Semana del Vino", una iniciativa de Bodegas de Argentina, que consistió en acciones a nivel nacional para promocionar el vino. "Se trata de una activación, este año tendrá lugar durante el segundo semestre. Vamos a cubrir más de 500 puntos de venta que van a ofrecer diferentes promociones", anticipa.
En junio, presentó la primera edición de Vinos y Negocios, una feria orientada al trade que fue bien recibida por el público. "Es para profesionales y se accede por invitación. La gente no tiene que esperar para que le sirvan y nadie esconde botellas", indica.
Con este formato, Menajovsky salió airoso de dos dificultades básicas que tienen las grandes ferias: la incomodidad del consumidor, que tiene que hacer filas para todo, y la presencia de pocas etiquetas de primer nivel.
El 18 de agosto, traerá por primera vez a Buenos Aires, la Feria de Vinos de Alta Gama, oriunda de Rosario. Aunque el nivel de las etiquetas y el lugar donde se realiza -The Brick Hotel- apuntan a un público más selecto, la entrada costará $400, ya que no dejará de ser un evento masivo.

Cuando la imagen es todo
Con más de 1.000 bodegas, la abundancia de etiquetas en Argentina abruma. Por eso, los bodegueros saben que la primera impresión cuenta y apuestan a diseños transgresores para llamar la atención del consumidor.
Carolina Saguan es la diseñadora gráfica más solicitada en la industria; de 2010 a esta parte diseñó más de 150 etiquetas de vinos y hoy también presta sus servicios en otros países, como Chile. "La forma más concreta de acercarse al consumidor es por el diseño de la etiqueta", explica Saguan. "Las que son descontracturadas logran que el producto sea más amigable con aquellas personas que recién comienzan a beber vino o con las que se sienten inhibidas frente a la gran oferta que hay en góndola", añade.
El diseño también es clave a la hora de exportar, negocio que incumbe a 423 bodegas argentinas. "En China, por ejemplo, los consumidores recién están aprendiendo a tomar vino por lo que necesitan etiquetas claras y más cercanas. En Estados Unidos también porque el vino compite con la cerveza que es más amigable", explica Saguan.
Pero para diferenciarse no alcanza con una etiqueta innovadora. Es clave que el exterior de la botella transmita la historia que hay adentro. "Mi diseño es conceptual, hay cientos de etiquetas lindas y estéticas que en góndola se perciben todas iguales. Trabajo duro para lograr un concepto que haga honor a la historia que ese vino tiene para contar", indica la especialista.
Aunque brindan servicios distintos, los cuatro emprendedores comparten el amor por el vino. La pasión también puede llevarse bien con los negocios.
María Paula Bandera
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