EL NUEVO REBOTE DEL MAGNATE SE REFLEJÓ EN LA CA DA DE LA MONEDA

El peso mexicano, un barómetro de las chances electorales de Trump

Es la octava moneda más negociada del mundo y se usa como cobertura para vender en momentos turbulentos contra otras posiciones de mercados emergentes

Olvídese de las encuestas. El peso mexicano se ha convertido en un barómetro más eficaz de las posibilidades que tiene el candidato republicano Donald Trump de ganar las elecciones estadounidenses. El nuevo rebote del magnate neoyorquino se reflejó en la caída de la moneda del país que, según el presidenciable, exporta violadores y criminales; les quita empleo a los trabajadores norteamericanos y va a pagar los costos de la construcción de un muro fronterizo para impedir la entrada de los inmigrantes a Estados Unidos.

El viernes el Día de la Independencia de México el peso descendió a su nivel más bajo con respecto al dólar estadounidense, tocando los 19.77 antes de recuperar algo de terreno.
El avance de Trump en los sondeos que muestran que está empatado con Hillary Clinton su rival del partido demócrata y que la supera en algunos estados clave, no es el único factor que está afectando al peso mexicano. Pero como dijo el director de mercados emergentes de un banco con sede en Nueva York: "Si crees que Hillary va a ganar, deberías comprar activos mexicanos".

Alonso Cervera, de Credit Suisse en la Ciudad de México, señala que la relación entre el peso y las elecciones en Estados Unidos comenzó a verse a principios de mayo, cuando Trump ganó las primarias en Indiana y su rival Ted Cruz se retiró de la contienda. "El valor del peso se depreció y las demás divisas de los mercados emergentes se mantuvieron estables", contó.

El peso mexicano es la octava moneda más negociada del mundo y se usa como cobertura que se vende en momentos turbulentos contra otras posiciones de los mercados emergentes. Este año es el activo que peor rendimiento tuvo entre los emergentes; lleva perdido cerca de 12% de su valor, asevera Benito Berber de Nomura. Otros factores que han afectado la moneda son la incertidumbre sobre cuándo volverán a subir las tasas de interés de Estados Unidos, las preocupaciones sobre el precio del petróleo mientras los productores se preparan para inyectar más crudo en los mercados ya saturados y la mayor solidez del dólar contra las otras monedas de los mercados emergentes.

"Se trata de una tormenta perfecta, con resultados negativos", dijo Mike Moran, director de investigaciones económicas de Estados Unidos y América Latina en Standard Chartered, Nueva York. "El peso mexicano ha tocado fondo", agregó.

De hecho, el peso se encuentra cerca del nivel psicológico de 20 a 1 frente al dólar, un número inaceptable para la mayoría de los mexicanos, aunque en esta oportunidad la depreciación de la moneda local en los últimos meses no provocó inflación.

"De alguna manera, un peso débil es un factor positivo para la economía mexicana, que es una economía abierta", dice Jorge Mariscal, director de inversiones de mercados emergentes en UBS Wealth Management. Un tercio del PBI proviene de exportaciones, que son más competitivas con una moneda débil, aseguró. Tanto los ingresos en dólares por venta de petróleo y las remesas provenientes de mexicanos que están en el extranjero que sumaron u$s 25.000 millones el año pasado valen más cuando el peso es débil.

Aunque es tentador culpar a Trump por el descenso del peso, el verdadero riesgo está en la posibilidad de que una presidencia Trump o Clinton implemente medidas proteccionistas que dañen la economía mexicana, señaló Mariscal. México envía más del 80% de sus exportaciones a Estados Unidos. También cayó el índice de aprobación de Enrique Peña Nieto, el presidente mexicano, lo que obstaculiza sus esfuerzos para enfrentar las tormentas.

México, que ya recibió advertencias de las agencias de calificación sobre su creciente deuda, que podría resultar en una rebaja de la nota crediticia, enfrenta desafíos monetarios y fiscales.
El banco central mexicano cuenta con reservas internacionales de u$s 176.000 millones y una nueva y mayor línea de crédito del FMI. Sin embargo, es poco probable que quiera usar todos sus fondos en caso de que necesite intervenir para amortiguar las fluctuaciones fuertes en el mercado de divisas en caso de una victoria de Trump en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.

Desde el punto de vista fiscal, se trata de encontrar el equilibrio en una economía de pobre desempeño. La meta del presupuesto de austeridad de 2017 es lograr el primer superávit primario en ocho años y alcanzar un tipo de cambio de 18,2 contra el dólar el próximo año. Un peso mucho más débil cambiaría esos cálculos, debido a encarecimiento del costo del servicio de la deuda de 30% en dólares estadounidenses, dijo Mariscal.

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