El próximo presidente no se irá de vacaciones

Entre su lista de urgencias, el próximo Presidente deberá desembolsar $ 60.000 millones para afrontar los vencimientos jubilatorios casi inmediatamente después de haberse probado la banda presidencial (18 de diciembre 2015, asume el 10). Es sólo un botón de muestra de la extensa lista de compromisos económicos a afrontar con una economía en caída (Club de París, holdouts, acuerdo con China, con Rusia, nuevos juicios en el CIADI, pagos por expropiación de Repsol, etc) , sin mencionar las urgencias sociales de los argentinos pobres que el Gobierno actual no quiere dar a conocer porque tampoco habla de inflación.


Sin duda, el próximo Presidente y su gabinete no tendrán vacaciones. Se sabe, el año concluirá con una actividad económica en baja (el Fondo Monetario la calculó en 0,3% para este año, aunque el ministro de Economía, Axel Kicillof, mira ese escenario con mucho más optimismo desde su participación en la Asamblea primaveral del FMI). La tendencia en el comienzo de 2016 no parece, en consecuencia, ser prometedora. Por lo tanto, el nuevo Gobierno deberá provocar el cambio de clima con señales económicas rotundas, sólidas y rápidas. Al menos esa es la expectativa que reina ya desde ahora en el sector privado y que dominó los comentarios en la sobremesa del almuerzo que el Consejo Intermaricano de Comercio y Producción (Cicyp, (presidido por Eduardo Eurnekián) organizó en el coqueto Alvear el miércoles pasado junto al debate entre los economistas José Luis Espert, Carlos Melconián y Miguel Angel Broda (moderado por el director de El Cronista, Fernando González).


De acuerdo con los comentarios de los principales dirigentes y ejecutivos de automotrices, siderúrgicas, cadenas de shoppings, supermercados, bancos, entidades bursátiles, productores agropecuarios, exportadores, petroleros que se reunieron allí hay preocupación por las herencias de todo tipo que recibirá el próximo equipo económico. Por ejemplo: luz eléctrica perdió 73% de su valor en los últimos 12 años y, en algún momento deberá recuperarse, para reactivar la economía habrá que aumentar las importaciones y, como consecuencia, también habrá más presión sobre la balanza comercial y el tipo de cambio. Y todo esto en un contexto de alta inflación y alto gasto público. Por eso hay inquietud entre los empresarios por las propuestas económicas de los equipos económicos que vendrán. De hecho, entre los organizadores sorprendió muchísmo las dificultades con las se encontraron para confirmar la participación de economistas cercanos al Frente Renovador y al sciolismo. Incluso trascendió que tanto Guillermo Nielsen como Miguel Peirano habían sido contactados para participar pero finalmente las invitaciones no pudieron concretarse.


A esta altura del año, la falta de definiciones concretas sobre lo que vendrá en el primer trimestre 2016 inquieta mucho en las mesas directivas de las principales empresas, sobre todo porque coinciden en que el principal desafío, esta vez para el empresariado, será revalorizar el rol social del empresario privado como generador de empleo y riqueza. Tal vez por esa razón, Juan Aranguren el actual timonel de Shell (hasta junio próximo) por estos días ya planifica sus primeros pasos políticos admitiendo que "aunque tarde, la autocrìtica llegó en el empresariado". El petrolero tuvo un centenar de denuncias promovidas por el kirchnerismo por el precio de los combustibles mientras otros dirigentes, silenciosos, avalaron, por ejemplo, las mediciones estadísticas del INDEC.


Desde el Grupo de los Seis, avanza la idea de hacer público un documento-inventario que pase revista de la fotografía con la que asumirá el próximo Gobierno. "No es hacer política; es hacer un relato, esta vez creíble, de la realidad porque acá no vale echarle la culpa al Gobierno anterior", disparó el titular de la Unión Industrial, Héctor Méndez, uno de los impulsores de esta idea, que el miércoles se terminó de definir en el Cicyp.
Los primeros en avanzar con su propio punteo serán los de la Sociedad Rural (SRA), que comanda Luis Miguel Etchevehere. Para los primeros días del mes próximo harán público su monitoreo sectorial, en el que se hablará de retenciones, caída de la producción y falta de diálogo.


En ese inventario del G6, que además integran la Cámara de Comercio, la de la Construcción, la Bolsa y los bancos además habrá referencias a un panorama sombrío en materia económica que se viene luego de las elecciones, aunque nadie habla de crisis terminales. En ese documento se incluirán referencias elípticas al ministro Kicillof, por su decisión de esconder a los pobres debajo de la alfombra del INDEC intervenido. Entre los empresarios crece el consenso de que, si se la mide con la misma metodología y se aplica la inflación, la pobreza en el país trepó al 25%; es decir le robó el futuro a más de 9 millones de argentinos. Es un cálculo similar al que realiza el Observatorio de Deuda Social de la UCA y los equipos de la CTA, integrado, entre otros, por Cynthia Pok, deplazada del área de medición de pobreza del INDEC.

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