Debate por las subas de salarios cuestiona la legitimidad de la negociación colectiva

El modelo legal apropiado por el Gobierno Nacional de negociación colectiva y de negociación salarial se constituyó en un mecanismos distorsivo de las necesidades de productividad y eficiencia de la economía y de las empresas. Sin embargo, la política de influir sobre el Salario Mínimo Vital y Móvil que se incrementó muy por encima de la inflación real, y la supuesta doctrina de la redistribución del ingreso, experimentó cambios sustantivos, que en alguna medida mejoraron la situación en general de la clase media, aún cuando existen dudas sobre si logró un éxito real en lo que hace a la desigualdad.
En efecto, cuando el crecimiento de un país es inferior al retorno de capital que reciben las empresas por operar en su mercado, según Thomas Piketty (Director de la Escuela de Altos Estudios Sociales de París) crece la desigualdad. Para el Papa Francisco, la desigualdad amenaza la paz social y compromete la democracia. No existen dudas de que la economía clandestina que representa casi el 40% del total país, los subsidiados compuestos por desempleados o por empleados precarios son una realidad incontrastable que representan en gran medida la pobreza y la indigencia señalada por el Observatorio de la Deuda Social de la U.C.A. con diez millones de personas.
Si tomamos la pirámide de las necesidades de Abraham Maslow, donde se parte de necesidades básicas, luego se aspira a contar con un marco de necesidades de seguridad, para recorrer luego las necesidades sociales, luego la autoestima y finalmente la consagración con la autorealización, muchas de los deseos y expectativas se han frustrado en estos últimos años. La mayoría de las causas han sido políticas, económicas, y sobre todo, estructurales.
Basta con analizar los parámetros que nos ofrece la realidad actual, en función del precedente de nuestro alto nivel de informalidad y de pobreza, el escenario que presenta nuestra educación gravemente desalentada por falta de incentivos de motivación y de estímulos, para que opere como el motor de la superación y el desarrollo personal de cada individuo (Facundo Manes, Director de la Fundación Favaloro).
La degradación de la productividad, las oscilaciones de nuestro crecimiento real, y el rédito de tanta improvisación, nos coloca nuevamente al borde de opciones que muestran el abismo o en su caso, un nuevo horizonte. Lo malo de un futuro mejor es que las políticas que impone son de largo plazo, contradictorio con el escaso lapso en el cual caímos en crisis primero y en decadencia después.
Nunca existieron, como ocurre ahora, planes trazados con una estrategia elaborada, ni con caminos alternativos que permitieran rectificar ajustar o recalibrar rumbos. Todo se hizo bajo la impronta del pragmatismo, apostando a que la realidad respondiera en forma satisfactoria.
El resultado final ha llegado, tenemos un sistema educativo arcaico, minado por el anacronismo, la falta de una dinámica razonable. Los que han estudiado y trabajan, lo han logrado a través de algún proceso de mejora o adaptación que permitió su desarrollo. No lo fue por las bondades del sistema.
Uno de cada tres personas no completa sus estudios, uno de cada diez termina los estudios secundarios, uno de cada quince competa estudios terciarios no universitarios, uno de cada veinte termina la universidad. No solo debemos preservar la accesibilidad, sino también, debemos asegurar incentivos, motivación y estímulos para que una matriz constructiva produzca sus frutos en quince o veinte años.
Los datos que analizamos no son hechos o causas, son las consecuencias de las políticas que profundizaron nuestra crisis, y que han hecho insondable el abismo. Es por eso, que cuando se habla de paritarias, productividad, remuneración justa, de calidad de vida y de una mejor distribución del ingreso, la misma no será posible sin educación completa, sin excelencia y sobre todo, sin responsabilidad. Ofrecer un porcentaje debatiendo si se debe o no cubrir la inflación, es solo tomar la punta del Iceberg sin apreciar que bajo el agua existe un problema varias veces mayor al que ven nuestros ojos. Las mezquindades de la política, nos han llevado hasta donde estamos, y nuevamente, tenemos una oportunidad de resurgir entre las cenizas como el Ave Phoenix. La oportunidad ya no la tiene el actual ciclo que está culminando sin los logros reales que se propuso, sino que es la oportunidad del operador que venga cualquiera sea su extracción.
Las paritarias solo son viables si contribuyen a mejorar los ingresos en función de la mejora de la productividad. Tampoco lo son en la lucha por la distribución del ingreso sin un país en crecimiento y desarrollo.
En las actuales circunstancias, las paritarias no son viables con un 30% de inflación, porque su objetivo no está ligado al crecimiento ni a la distribución, sino a la puja por lograr la preservación del valor venal del dinero. Lo que se logra en una negociación se puede esfumar en horas o días, si no se concreta en el contexto razonable que permita su sustentabilidad. Para Amartya Sen (Premi Nober de Economía 1998) "la sustentabilidad para una sociedad significa la existencia de condiciones económicas, ecológicas, sociales y políticas que permitan su funcionamiento de forma armónica a lo largo del tiempo y del espacio". "En el tiempo, la armonía debe darse entre las generaciones actuales y las venideras; en el espacio, la armonía debe generarse entre los diferentes sectores sociales, entre mujeres y hombres y entre la población con su ambiente".
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