Brainstorming - Por Andrea Pérez, Directora de la consultora Regenera.

De mandos medios a mandos enteros

Las empresas invierten en capacitación y formación de sus niveles gerenciales, pero el cuidado de la salud mental y física se encuentra en un punto ciego, que salta a la vista cuando el estrés muestra su peor cara.

En un mundo laboral de constantes cambios de rumbo, alta competitividad, agresividad en la forma de bajar políticas y constantes exigencias se encuentran los mandos medios. Cuanto más alto el nivel, mayores son las demandas y el estrés.
En una oportunidad, un director me dijo: "No quiero más mandos medios, quiero mandos enteros". Él pudo observar dentro del grupo que lideraba muchas señales pequeñas que le decían que las personas no estaban bien.
En el contexto planteado, no es común encontrar líderes preocupados no solo por el nivel de estrés, sino también por su salud física, mental y emocional. Todos estos factores hacen que una persona pueda responder a la altura de lo que se espera de ella.
Si bien se sabe que el nivel de estrés afecta la salud, no hay real conciencia del efecto que produce a largo plazo en las personas. Las políticas de Recursos Humanos enfocan sus acciones en capacitación, actividades recreativas, de integración y de motivación, además de beneficios como gimnasio y tecnología.
Aunque parece completo, este enfoque deja de lado factores que hacen a la salud mental, emocional y física de los empleados, y son consecuencia directa de las políticas internas que se sostienen, como mala alimentación, vida sedentaria, exceso de peso, problemas estomacales, presión, cansancio, jaquecas o migrañas, dolores en la columna vertebral, trastornos de ansiedad, depresión y falta de motivación, entre otras.
La falta de información y el descuido de estos problemas tiene un elevado costo para las organizaciones, que no solo se manifiesta en ausencias o licencias. Lo invisible es que afecta la capacidad de las personas de autorregularse, de resolver problemas, de enfocarse en las variables importantes, de tomar decisiones acertadas, de generar planes de acción alineados a las necesidades del negocio, de poner el foco en las personas. Todas, capacidades imprescindibles.
Muchas de las variables que creíamos se controlaban desde la conciencia ahora sabemos que no: hay múltiples factores que afectan nuestras capacidades cognitivas y ejecutivas y hasta la toma misma de decisiones.
Por ejemplo, el autocontrol. Investigaciones de los últimos años mostraron que la fuerza de voluntad no depende exclusivamente de nuestra decisión de hacer o no algo, sino que está afectada por otros factores, como el nivel de azúcar en sangre, la química cerebral y las hormonas que la influyen notablemente.
Cada persona tiene una posibilidad limitada de autocontrol, lo que significa que no es posible poner atención y fuerza de voluntad en muchos factores a la vez para cambiar o mejorar, ya que rápidamente se agota la capacidad y las posibilidades de éxito.
Los descensos de glucosa en sangre afectan también las áreas cerebrales relacionadas con la planificación, monitoreo de la conducta y la supervisión. Incluso, algunos investigadores infirman que emplear la fuerza de voluntad disminuye la glucosa.
Algo que también afecta al autocontrol es la falta de sueño. Diversas investigaciones muestran que dormir menos de seis horas reduce las habilidades cognitivas y ejecutivas. Por lo cual, algo tan simple como alimentarse correctamente, cumpliendo horarios, y dormir resulta fundamental para el uso de los lóbulos prefrontales.
Estos lóbulos son, justamente, los directores de nuestra conducta. Si están disminuidos en su capacidad, quedamos a merced de nuestros impulsos.
Estamos en la era del cerebro. Las empresas y los líderes deben decidir qué tipo de mandos medios quieren y deben capacitarse y generar acciones orientadas al cuidado, el desarrollo y el fortalecimiento del potencial humano,
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