Atucha II: un acto político

La reinauguración de Atucha II fue un acto político y no técnico o referido exclusivamente a la generación nucleoeléctrica. Solo así se entienden las graves inexactitudes anunciadas. Un ejemplo son las consideraciones respecto al acuerdo nuclear suscripto con China en oportunidad de la reciente visita presidencial. El tema debió haber sido tratado con más cuidado. La construcción de un reactor de potencia no es similar a cualquier otra obra industrial o de infraestructura. Existen, en cambio, una amplia variedad de temas tecnológicos sensibles como de naturaleza geopolítica a tener en cuenta.

En el acto de Atucha no se explicaron los motivos por los cuales la Argentina parece haber decido incluir una nueva línea tecnológica al programa nuclear. La compra a China, llave en mano, de un reactor ACP 1000, refrigerado con agua liviana presurizada y con elementos combustibles con uranio enriquecido, no puede ser más diferente a Embalse o Atucha I y II. La decisión repentina en una nueva opción tecnológica, permite dudar que el tema haya sido analizado con el suficiente cuidado.

Hubiese sido deseable conocer la conveniencia de que la Argentina deje la línea de reactores de agua pesada y uranio natural por una tecnología de características distintas ¿Se necesita incorporar una nueva tecnología sustancialmente diferente a las centrales en operación?

La justificación gubernamental parece ser, esencialmente, la necesidad de financiación y ganar tiempo. En este último punto, sin embargo, difícilmente sea el caso. La construcción de un reactor chino, daría por tierra el esfuerzo de capacitación científica y técnica de las últimas décadas, que incluye a más de 30 empresas. La tecnología involucrada no es compatible con la experiencia adquirida y sería, en gran medida, un desperdicio de la capacidad instalada local. La obra tendría, además, un porcentaje muy sensible de tecnología importada agregando, ante la falta de una planta industrial de uranio enriquecido, una considerable dependencia en lo que hace al combustible utilizable (artículo III).

La Argentina se encuentra en el umbral de poder construir centrales nucleares por medios propios y las necesidades tecnológicas pendientes deberían perseguirse con proveedores que, por lo menos, guarden una relación más apropiada y estrecha de complementariedad con la tecnología que se dispone. Algunos reactores nucleoeléctricos de la India hubieran sido, entre otros ejemplos de suministro, una opción tecnológica más adecuada.

Es de esperar que el acuerdo nuclear firmado con China de lugar a un amplio debate sobre las mejores tecnologías disponibles en el mundo y permita alcanzar la mejor decisión. Los apresuramientos o encandilamientos financieros, pueden no ser los mejores consejeros para decisiones de tanta envergadura.

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