¿Qué está haciendo la oposición?

Los indicadores económicos y sociales muestran un país jibarizado con respecto al pasado (2004-2007, los años del alivio) y con dificultades crecientes. De todo tipo, internas y externas y en todos los campos de la actividad donde uno se proponga investigar. Si este diagnóstico se admite como valedero conviene preguntar ¿qué proponen los que pretenden suceder al kirchnerismo-cristinismo?

Una respuesta podría ser: hay que esperar hasta superar las internas (en realidad son pugnas, y otras veces ataques de narcisismos) y saber quienes son los candidatos, a quienes van a representar y si ya están preparando planes alternativos para escapar del brete en el que nos metieron. Pero esperar quizás conlleve algunos riesgos y es que la sociedad llegue a descreer totalmente de la política y de los políticos y vote anárquica, ciegamente en el 2015.

Si los políticos que se presentan como los adversarios de todos los perjuicios causados por el cristinismo no generan esperanzas de cambio y de mejoría estamos en el horno. Y si no es de mejoría, que digan las cosas por su nombre y sin vueltas. Abiertamente. Si alegan que decir la verdad quita votos significará que no valen como políticos y que le están causando daño inimaginable a la democracia.

Se escuchan críticas, necesarias por otro lado, pero convendría responder al gobierno que despliega acciones autoritarias cómo se debe dar vuelta la crisis de este casi final de 2014 o cómo se pueden solucionar las maldades más acuciantes. Por ejemplo: ¿Qué propuestas tienen para acabar con la inflación? La respuesta de "acabar con la desbordada emisión" no es suficiente. Ya han aparecido economistas de la oposición reconociendo públicamente que frenar el proceso inflacionario llevará entre dos y tres años. Estupenda sinceridad. Pero, concretamente, nadie dice o insinúa que herramientas utilizarán, que caminos eligirán para que la curación de la epidemia.

Es cierto que los problemas económicos pueden solucionarse en cierto período de tiempo pero el estado del país es enmarañado, de una complejidad preocupante. Y todo indica que se llegará a fines del 2015 con la lengua afuera. Por ejemplo faltan dólares para cubrir los requerimientos de la producción y hasta de los elementales productos vinculados a la sanidad. Faltan jeringas y agujas y guantes para los mínimos procedimientos médicos.

El gobierno descarta la entrada de ciertos productos por exagerado capricho de algunos pocos funcionarios. Los perjudicados tienen que ir a explicarle a los que deciden para qué sirven determinadas mercaderías imprescindibles. Como en los peores momentos de las últimas décadas. Los dólares no se inventan y mucho menos cuando en la caja quedan cada vez menos. El déficit de la balanza comercial no genera ingresos. Y después están las repercusiones porque los empresarios se cubren como pueden y hacen lo imposible por no entrar en mayores pérdidas.

Frente a estos hechos el gobierno no actúa, como si los problemas no estuvieran presentes. Porque pretenden creer en sus propias estadísticas. Y en sus propios diarios subvencionados que le están diciendo que todo marcha bien. Que los empresarios no saben ser empresarios. Y los productores del campo tampoco saben operar. Lo dramático es que en el oficialismo siguen creyendo que son los empresarios los que provocan la inflación y no sus personales decisiones. Entonces la Casa Rosada exige del Parlamento la Ley de Abastecimiento intervencionista para castigar a los malos directivos.

Por sobre todas las cosas están los dilemas sociales de los que la oposición tampoco habla. Todo se ha denigrado de manera acelerada. La inseguridad es grave y eso no se revierte ni con los fusiles de las fuerzas especializadas. Ya no se polemiza si determinados delitos son protegidos o no. Si hay garantismo o no. Si los jueces se equivocan o no. Cualquiera observa lo que pasa a diario y se siente como si estuviera en el Far West y sin sherif a mano. El narcotráfico, amparado por políticos y por algunas figuras de las mismas fuerzas de seguridad actúa como quiere y donde quiere. Con impunidad. Y con acusaciones muy graves del gobierno a la oposición y de la oposición a la Casa Rosada y a los Ministerios.Todo junto en medio de la corrupción.

¿Qué hacer con la carga de un sistema impositivo retrógrado? ¿Qué decisión adoptarán los futuros responsables del Estado con respecto a los subsidios? ¿Qué pasará cuando le quiten a unos para dárselos a otros? ¿Cómo revertir la pobreza que se lleva puesto el 27 por ciento del total de la población? ¿Podrá encontrar las varitas mágicas un sólo partido o una sola representación política? Gane quien gane ya tendría que poner las barbas en remojo, pronto, porque el tiempo pasa rápido en la Argentina.

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