Johnny Depp, buitres y el error de la gallina

Un joven Johnny Depp, protagonizando a Wade Cry Baby Walker está acostado boca abajo sobre el techo del auto sostenido con los brazos extendidos de los marcos de la ventana. Igual que él, pero a unos doscientos metros está Stephen Mailer, en el papel de Baldwin. Cada uno pertenece a una pandilla diferente de la ciudad de Baltimore en los años 50, y se disputan a la bellísima Allison, actuada por Amy Locane. Se desafían al juego de la gallina para deslumbrar con valentía y audacia a la chica. Cada auto con sus respectivos conductores y acompañantes, un bebé entre ellos, aceleran apuntando a una colisión. Los autos se aproximan a alta velocidad. Johnny Depp canta desaforado, y lo mismo su duelista. Termina triunfando el equipo de Johnny Depp, porque es Baldwin el que cede, y al gritar chicken hace que su conductor desvíe el auto y evite el choque. Aquí, una tribuna exaltada lo llamaría cagón.

La película de 1990 dirigida por John Waters es en parte un tributo a la legendaria Rebelde sin Causa, donde James Dean participa de un juego similar con dos autos que rumbean hacia un precipicio. Tiene, además, la mejor escena del juego de la gallina al que tanto se han referido en las últimas semanas economistas y politólogos para ilustrar la pulseada entre el gobierno argentino y los fondos buitres. El argumento era que, al igual que Depp y Baldwin, a ninguna de las partes le convenía que la situación siguiera trabada y terminara en un choque: al gobierno argentino porque, si bien caracterizar de default a una situación en la que el pago ya se hizo es como mínimo cuestionable, no hay duda de que la economía sufrirá de mayores dificultades para, por ejemplo, acceder el tan necesitado financiamiento externo.

La situación tampoco parece muy ventajosa para los fondos buitre. La postergación del asunto a principios de 2015 abre una caja de Pandora que contiene varios escenarios en los cuales ellos no terminarían cobrando lo que estipuló el descabellado fallo del juez Thomas Griesa. La caducidad de la cláusula Rufo le dará margen de maniobra al gobierno argentino a negociar mejores condiciones de pago. Incluso puede darse el caso de que acreedores de algunas series de títulos públicos entregados en los canjes utilicen el derecho que les da el default para exigir que se acelerara la cancelación y eso detone un default generalizado que implique barajar y dar de nuevo.

El corolario, como en la película, era que uno de los dos finalmente iba a torcer el brazo (rumbo).
Pero asemejar el conflicto entre la Argentina y los buitres con el juego de la gallina fue ingenioso pero errado. Y la razón es que en ningún momento la Presidenta y su ministro contemplaron la alternativa de cumplir con la sentencia Griesa. En público, pero también en charlas privadas, Axel Kicillof explicó que la estrategia del conflicto tenía como prioridad absoluta y excluyente evitar el más mínimo riesgo de que se active la cláusula Rufo, y por lo tanto desde el mismo momento en que la Corte Suprema de Estados Unidos se desentendió del tema y dejó en firma la sentencia, descartaron completamente pagar antes del 30 de julio.

Además, era lo que habían recomendado los abogados del estudio Cleary Gottlieb Steen & Hamilton. Y en eso coincidieron, entre otros, el ex ministro Roberto Lavagna, para quien el default puede implicar un tifón pero la cláusula Rufo se puede convertir en un tsunami.

Eduardo Levy Yeyati, uno de los más agudos analistas de este tema, fue el primero en emplear la analogía del juego de la gallina, pero también fue el primero en darse cuenta de las diferencias. El titular de Elypsis explicó en uno de los últimos reportes sobre el tema, que la analogía pasa por alto tres asimetrías en la forma que las dos partes razonaban la estrategia. Dijo que los holdouts percibían un costo de default mayor al del gobierno; una menor caída en la probabilidad de cobro tras el default; y un riesgo de que se activara la cláusula Rufo menor al que percibía el gobierno. Sobre esta última discrepancia, varios creyeron que el gobierno agitó el fantasma de la Rufo como una estrategia de negociación. Grosero error de apreciación: era un temor puro sin sábana alguna.

Antes del desenlace del miércoles, Levy Yeyati pronosticó: Pensar la situación como un juego de la gallina puede llevar directamente a un choque. Del lado del gobierno, no se percibe la necesidad de convencer a los holdouts y, en manor medida a Pollack y a Griesa de que la única salida es un stay (la campaña anti Griesa y pro default de los últimos días va en sentido contrario). Del lado de los holdouts, los induce al choque la creencia de que un stay implicaría una pérdida de reputación y poder de negociación. En última instancia, pensando en la gallina, pierden todos.

Rebelde sin Causa fue una gran película. Cry Baby un musical mediocre. Sería muy bizarro que el héroe de la que estamos viviendo termine siendo Jorge Brito.

Temas relacionados
Noticias de tu interés