¿Brasil, "qué se siente"?: la marcha de Ituzaingó

Capítulos olvidados de la historia argentina

"Brasil decime qué se siente" resuena en las calles de Río y en las de toda la Argentina. ¿Tu papá? Bueno, una ventaja mínima (un partido) en encuentros reconocidos por la FIFA y otros dos a favor por fuera de la federación.Tres triunfos más no es gran cosa. Pero no es un dato menor que el primer partido que disputaron ambas selecciones el 20 de septiembre de 1914 haya sido también el primer partido oficial de la historia de la selección brasileña. Se van a cumplir 100 años: otro motivo para traerse la Copa a Buenos Aires.

La canción de Creedence genera irritación en Brasil, y es razonable. Es una desmesura y transformada en hostigamiento después del humillante 1-7, podría decirse que es un acto de bulling. ¿Se toleraría algo semejante de los "irmaos", sentados en la fila de arriba y en el asiento de al lado en una cancha argentina? ¿Folclore? Sí, también. Los brasileños enloquecieron a los argentinos en los partidos en San Pablo. Al final hasta se disfrazaron de holandeses y hoy andan con banderas negras rojas y amarillas con el rombo y el planeta de Ordem e Progresso en el centro. Así es el fútbol, donde nada cuenta.

La cuestión de la canción dedicada a Brasil sin embargo tiene historia más allá de Bad Moon Rising. Se remonta a principios del siglo XIX, a la guerra por el control de la Provincia Cisplatina, para nosotros, la Banda Oriental, Uruguay.

Instalada en Río de Janeiro después de la invasión napoleónica, la Corte de Portugal inició un progresivo avance sobre la Banda Oriental que culminó con su incorporación de hecho por el emperador del Brasil, Pedro I, después de declarada la independencia en 1822, tras la derrota de Artigas en Tacuarembó.

Incomprendido Artigas en Buenos Aires, pronto hostilizado, el ánimo en la Banda Oriental era abiertamente separatista respecto de las Provincias Unidas. (De la cuestión se anoticiaron pronto los intereses británicos que buscaban un puerto en el Río de la Plata, independiente del Brasil y de las Provincias Unidas). Sin embargo, un sector importante aún defendía la continuidad: encabezados por Lavalleja, 33 orientales sitiaron Montevideo y en agosto de 1825 decretaron la anexión a las Provincias Unidas. El congreso reunido en Buenos Aires aceptó la decisión y en respuesta, el Imperio del Brasil declaró la guerra.

Dos batallas fueron decisivas en esa contienda. En febrero de 1827 Brown derrotó a la flota brasileña en Juncal y Alvear venció al ejército imperial en Ituzaingó. Entre los pertrechos y trofeos capturados en el campo de batalla, el ejército de Alvear descubrió un cofre con la partitura de una marcha militar compuesta por el emperador para el marqués de Barbacena, comandante de sus tropas, destinada a celebrar la victoria sobre las fuerzas argentinas, que nunca llegó.

La Marcha de Ituzaingó compuesta por el emperador Pedro I y descubierta en los campo de batalla de Río Grande de Soul es uno de los atributos, ya en desuso, del Presidente de la Nación Argentina y solía ser la música que acompañaba su llegada a los actos oficiales (quién no la recuerda, con un poquito de frío incluso si hace un poco de memoria… Escuchen si no: 

Después de Ituzaingó, siguieron unas pocas acciones militares antes de que se negociara la paz, en condiciones que en nada reconocían las victorias militares argentinas. Acuciado por la inestabilidad interna, Rivadavia negoció a cualquier precio y ofreció a Brasil crear un estado independiente en la Banda Oriental*. A una de las victorias militares más gloriosas de la historia siguió un acuerdo diplomático deshonroso. A Rivadavia le costó el cargo que estrenaba en las Provincias Unidas.

Que no queden dudas: todo eso es pasado. Por eso la mejor ilustración para este pequeño relato es la que se ve aquí abajo.

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*José Luis Romero. Breve historia de la Argentina

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