España debe abordar el reclamo de los catalanes

España empieza a emerger de la crisis que arruinó el país con datos que muestran que la economía está creciendo a su mayor ritmo en seis años. Pero hay un asunto que ensombrece el futuro político de la nación y no muestra señales de solución: el pedido secesionista de millones de catalanes.
La campaña por la independencia de Cataluña tiene altibajos en la política española hace casi un siglo. Pero en los últimos años, los catalanes _que ahora son 7,5 millones_ expresan su deseo de separarse con más energía que nunca. Las encuestas muestran que casi la mita de los catalanes está a favor de la secesión y cerca del 75% quiere un referéndum sobre el tema.
Uno de los principales argumentos para la secesión, además de la historia de la región y el idioma diferente, ha sido económico. Cataluña alberga una séptima parte de la población de España y se encuentra entre las regiones más ricas y productivas del país. Durante años, una generosa parte de los ingresos fiscales fue utilizada para ayudar a financiar al resto de los servicios públicos de España. Para su pueblo es cada vez más dolorosa la sensación de que está rescatando a las regiones más pobres del país.
El pedido secesionista provocó una crisis entre Cataluña y el gobierno nacional en Madrid. Artur Mas, el presidente catalán, llamó a un referéndum de autodeterminación para el 9 de noviembre. Pero el mes pasado el parlamento español declaró que no tolerará tal iniciativa, y rechazó la solicitud formal. Mariano Rajoy, el primer ministro de España, insiste en que tal referéndum sería una violación a la constitución de 1978.
Si bien los escoceses están por votar en septiembre en un referéndum independentista que fue formalmente aprobado por el parlamento británico, en España no fue aprobado. Mas admitió que no seguirá adelante con el referéndum si carece de legalidad. Pero advirtió que el sentimiento popular debe encontrar una salida de una manera u otra.
Para evitar un choque frontal, hay que encontrar una tercera vía entre la secesión y el statu quo. Muchos catalanes moderados, incluyendo directivos de empresas, reconocen que un quiebre total con España sería peligroso, ya que pondría en duda la membresía de Cataluña en la UE y los acuerdos financieros de la región. Madrid debe entonces brindarle a Cataluña una mayor autonomía regido por una constitución nacional nueva.
Sería esencial lograr un nuevo acuerdo fiscal entre Cataluña y Madrid. Mas asegura que el déficit fiscal de Cataluña (la diferencia entre los impuestos y aportes que envía a Madrid y los que recibe) es cercano al 8% del PBI catalán. Claramente hay límites a lo que Mas y sus colegas podrían reducir sus aportes nacionales sin provocar una crisis fiscal en Madrid. Y en cualquier estado federal hay transferencias de regiones ricas a regiones pobres.
No será fácil acordar esos temas. Pero Rajoy debe quitarse cualquier ilusión de que el deseo independentista en Cataluña mermará cuando la economía se fortalezca. El primer ministro de España debe buscar un compromiso. No debe escudarse en la constitución para bloquear la ruta hacia el referéndum o la secesión. La carta magna debería poder conceder varios de los pedidos de los catalanes sin provocar una ruptura con España. Es momento de que Rajoy lo reconozca.

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