Especial Medio Ambiente empresas en onda verde

Reducir la contaminación, reciclar materiales y hacer un uso eficiente de la energía es útil pero no alcanza. Algunas compañías van un paso más allá con programas de remediación ambiental, reforestación y captura de carbono. Ya no se trata de cuidar el medio ambiente, sino de restaurarlo. Secretos de los leading case.

Desde hace una década, el enfoque de sustentabilidad que se impone en las empresas tiene una triple línea de resultados: económico, social y ambiental. Algunas de ellas van por más, al proponerse generar valor a partir de la regeneración de los recursos naturales. Se trata de un nuevo paradigma, el de la "economía verde", cuyos ejes se discutirán en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Río +20, que comienza mañana.
El nuevo abordaje es crucial, ya que, de acuerdo a un documento del Banco Mundial previo a la cumbre, "América latina y el Caribe podrían perder los progresos económicos logrados en la última década -crecimiento del PBI promedio del 4% y 70 millones de personas rescatadas de la pobreza- si no adoptan políticas económicas sustentables".
La creciente urbanización (más del 80% de la población viviendo en ciudades) y una de las tasas de motorización más altas del mundo (4,5%) ponen en jaque los recursos naturales. Sumado a esto, la demanda energética se duplicará en los próximos 20 años, y los países deberán cambiar su matriz energética fósil por combustibles limpios.
La sostenibilidad del crecimiento en América latina también dependerá del uso sustentable del agua y el suelo, recursos que hoy corren peligro por la minería, el avance del monocultivo y la deforestación. La región tiene la posibilidad de liderar un camino de crecimiento con prácticas agropecuarias más eficientes, transporte sustentable como el ferrocarril y las vías fluviales actualmente subutilizadas; seguros ante catástrofes climáticas y esquemas de pago por servicios ambientales. Este camino es liderado por Costa Rica, un paraíso del ecoturismo, luego de ser el peor deforestador hasta la década del 90'. Pero, en la Argentina, estas prácticas también tienen cada vez más apego entre las empresas.

Crecimiento verde inclusivo
Al comprar Villavicencio a comienzos del 2000, el grupo francés Danone no sólo se hizo cargo de la planta embotelladora, más de mil empleados y una marca con gran trayectoria en la Argentina. Adquirió también 72 mil hectáreas de una reserva natural en Mendoza, con más de 400 especies animales (entre reptiles, insectos, mamíferos y aves), 216 especies de árboles y plantas, una fuente de aguas termales y el edificio del otrora hotel termal.
El predio alberga vestigios del paso de los jesuitas; hallazgos que hizo Charles Darwin cuando recorrió la zona, en 1835; el Monumento de Canota, sitio histórico donde se dividieron las columnas del ejército de San Martín para cruzar los Andes, y el hotel Villavicencio, ícono de la marca cuya fachada sigue intacta a pesar de haber cerrado en 1978.
"Danone tomó la decisión de no explotar comercialmente ni vender la reserva natural, cuyo acceso es gratuito y patrimonio de todos los mendocinos", relata Silvina Giudici, responsable del predio. Parte de su trabajo consiste en informar y concientizar ambientalmente a los visitantes -entre 500 y 900 personas por día-, sobre la importancia de preservar el valor cultural y ambiental de esta reserva.

Predicar en el desierto
Más allá del Riachuelo, las pasteras y los conflictos por la minería a cielo abierto, uno de los principales problemas ambientales argentinos es la desertificación. ¿Qué pueden hacer las empresas para evitar su avance? La marca de indumentaria Patagonia, creada por el emprendedor californiano Yvon Chouinard, fanático del alpinismo y de nuestros paisajes patagónicos, tomó la posta. A partir de un acuerdo con la red de productores ovinos Ovis XXI y la organización internacional Nature Conservancy, la firma de ropa para deportes extremos promueve entre los criadores de ovejas un modelo de pastoreo que evita la degradación de los pastizales nativos por el pastoreo extensivo.
El proyecto establece una serie de recomendaciones prácticas de manejo del ganado y gerenciamiento, que se basa en una rotación de las parcelas de pastoreo. "Como no se utilizan químicos para la esquila ni el lavado de la lana, puede certificarse como orgánica", señala Cristóbal Costa, gerente de la marca. Para cerrar el ciclo, la lana producida bajo estándares sustentables es comprada a precio justo: incluye un componente de "pago por servicios ambientales". Hoy participan del plograma 140 establecimientos ganaderos de la Argentina, Chile y Uruguay.

Desandar hábitos
A fines de 2010, Unilever lanzó un plan global con 60 objetivos de inclusión social y reducción del impacto ecológico. En la Argentina, la firma lleva adelante dos proyectos que cumplen con estas metas. El primero junto a la ONG Red Activos, que agrupa a talleres protegidos, cuyos trabajadores con capacidades diferentes se ocupan de empaquetar productos de la compañía en envases reutilizables. También trabaja junto a una cadena de hipermercados y a la fundación Reciduca, que capacita a jóvenes en el reciclado de envases que son triturados para ser transformados en pellets.
El segundo proyecto se dirige a la trazabilidad de la producción, desde la materia prima hasta su disposición final. "Medimos el ciclo de vida de más de 1.600 productos, y descubrimos que el 68% de la huella de carbono está en el consumo", destaca Tarciso Mulek, coordinador de Responsabilidad Empresaria y Sustentabilidad de Unilever Cono Sur. "Tenemos que ofrecer a los consumidores oportunidades para reducir su propio impacto", apunta Mulek. Esto implica: desde el desarrollo de un champú que lava sin agua hasta recomendaciones para lavar la ropa con agua fría.
"El desafío es duplicar el negocio y al mismo tiempo reducir a la mitad su impacto ambiental", afirma el ejecutivo. Para esto, la firma estimula la adopción del riego por goteo entre los proveedores de hortalizas para sus sopas. "Financiamos la inversión de los productores, que nos pagan con la cosecha. Esta tecnología permite reducir un 30% el uso de agua, nutrientes y agroquímicos, y mejora la productividad".

Hacia el impacto cero
En Ituzaingó, provincia de Corrientes, el laboratorio Novartis lleva a cabo una iniciativa de captura de dióxido de carbono por forestación, para compensar sus emisiones globales de este gas de efecto invernadero (GEI). La compañía suiza adhirió voluntariamente al protocolo de Kyoto y se comprometió a reducir para 2012 sus emisiones, un 5% por debajo de las generadas en 1990.
La piedra fundamental de esta iniciativa es el Proyecto Santo Domingo, una plantación de árboles nativos de 2.400 hectáreas, en la que la empresa lleva invertidos u$s 11,9 millones. "Con 3 millones de árboles plantados, la captura de CO2 prevista para el período 2007-2012 es de 100.000 toneladas, y se estima que de aquí a 2040 se lograrán capturar 3 millones de toneladas", apunta Diego Ruiz, director de Recursos Primarios de la empresa.
Otro ejemplo de programa de reducción del impacto ambiental es el de Logística La Serenísima, que implementa desde 2009 un sistema de pantanos secos (PSA) para el tratamiento de efluentes en la localidad de Almirante Brown. Este método tiene varias ventajas: recrea un ecosistema natural con plantas nativas; no consume energía eléctrica para su proceso, que es subterráneo y no genera olor. Como resultado, además, absorbe CO2 y libera oxígeno a la atmósfera.

Cambiar con pequeños pasos
Con 102 años en el país, el fabricante de neumáticos Pirelli participa de un programa de reciclado coordinado por el INTI, en el que envía el desecho de su producción a la planta de trituración Regomax, obteniendo un material con aplicaciones en otras industrias. La compañía italiana invierte anualmente el 7% de sus ingresos en investigación y desarrollo. En la Argentina, "produce una línea de neumáticos que mejoran el manejo aún en condiciones climáticas y suelos difíciles, y, al mismo tiempo, economizan el consumo de combustible y reducen las emisiones de CO2 de los vehículos", destaca Claudia Toro, gerente de Comunicación y Marketing.
En el ámbito del reciclado, Andina de Argentina, embotelladora de Coca Cola para la región central del país, lanzó a fines de 2011 la iniciativa "Plazas de la Felicidad". El programa promueve el compromiso de las comunidades con la separación de residuos, especialmente de las botellas de plástico PET. Estas son recicladas por la empresa Quanta en Paraná, Entre Ríos, y convertidas en muebles y juegos de plaza que Coca Cola dona a los municipios participantes.
Si de generar un cambio ambiental se trata, los pequeños aportes hacen la diferencia. Este es el lema de la campaña "small steps" (pequeños pasos) de Kimberly Clark. "En la Argentina, más de 2.000 empleados se sumaron con acciones como apagar la computadora al retirarse, llevar su bolsa al hacer las compras y reducir las impresiones", dice el director de Asuntos Corporativos, Fernando Hofmann.
Es que cuando el objetivo es grande, para lograrlo hay que sumar esfuerzos.

Noticias de tu interés