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Cómo convertir un hostal jujeño en un modelo de sustentabilidad

Lucy Vilte, una empresaria hotelera del pueblo de Purmamarca, en Jujuy, demuestra que para hacer una RSE tangible y escalable no se necesita más que ingenio e inquietud. Un ejemplo de que la responsabilidad empieza en la base.

Para ser responsable, no hace falta ser una gran empresa ni estar en Buenos Aires. A veces, la menor escala puede ser una aliada para aventurarse con iniciativas que obtengan un verdadero impacto local. Así lo prueba Lucy Vilte, quien logró convertir su pequeño hotel La Posta de Purmamarca en una usina de proyectos sociales y ambientales, que logró escalar a todo el pueblo.
Jujeña de nacimiento, con un título de traductora de alemán bajo el brazo y una experiencia de vida en ese país europeo, Lucy se hizo cargo del emprendimiento familiar en 2008. Y rápidamente la Posta, que había nacido en el año 2000, el primero de Purmamarca, tomó su impronta. Siempre digo que tengo una rara combinación: una impronta germano-purmamarqueña. Cuando estuve de intercambio, la familia donde vivía evaluaba todos los productos para ver si tenían mano de obra infantil o si usaban pesticida. Muchas de las cosas que me parecían naturales en Alemania las traje y las adapté, explica.
Fue así como en plena Puna, Lucy se convirtió en una abanderada de causas sociales y ambientales, que encontraron en su hostal, de apenas 10 habitaciones, el marco perfecto. Y que años más tarde, en 2011, le valieron alzarse con uno de los premios más cotizados de la RSE local, el de AmCham, en la categoría Medioambiente para el sector pyme.

Basura y algo más

El 60% del residuo del hostal es orgánico, eso es un lujo. Es tan fácil que no podés no hacerlo, dispara esta emprendedora. Comenzaron a separar la basura y armaron en el jardín un pozo con lombrices, que transforman los desechos orgánicos en un compost, que abona luego la tierra.
Medimos qué otro residuo era el segundo más grande y resultó ser el papel. Y empezamos a ver cómo bajar su uso", recuerda. Una alternativa fue reemplazar las servilletas de papel por las de tela. Otra, por depositar los folletos sólo en lugares estratégicos. Pero el desafío no quedó allí. Para escalar estas cuestiones Lucy ocupó durante 2010 el cargo de Responsable de Medio Ambiente del Municipio, ad honorem, y logró implementar ese año la separación de plásticos y vidrios en todo el pueblo. Lo fui a ver al intendente y le planteé hacer algo con la basura. No teníamos plata para folletos, pero sí zapatillas, recuerda Lucy.
Así empezó la tarea de evangelización puerta por puerta, mostrando una nota, que nunca se dejaba. En dos semanas, se empezaron a separar los plásticos y los vidrios, que hoy se sacan a la vereda dos veces a la semana y son recolectados por un carro. Los otros días se hace lo mismo con el resto de los residuos tradicionales. No había plata para camiones o para bolsas diferenciadas, pero a pulmón lo logramos, resume.
El agua potable es otro tema clave. Se obtiene de una pequeña vertiente a tres kilómetros del pueblo. Para hacer un uso racional de este bien escaso el hotel no tiene pileta y tampoco incluye césped. No se trata de fanatizarse, sino de repensar las cosas y ser práctico. Todo tiene impacto ambiental, declama Lucy, quien concientizó a su personal de la mano de la película de Al Gore y también dio charlas en onda verde a distintos colegios.

Con sello social

Lucy y La Posta también se convirtieron en abanderadas de distintas causas sociales. La discapacidad fue una de ellas. Es un tema que me mueve mucho. Me compré un libro de turismo y discapacidad y me ayudó. No hace falta construir una rampa para hacer turismo accesible, asegura.
En 2009, soñó con que Purmamarca se convirtiera en un pueblo accesible para ciegos. Fue así como encaró la tarea de traducir al Braille las cartas de los restaurantes y los mapas. Fui a la escuela de ciegos de Palpalá y les pedí un presupuesto. Pero no querían cobrar, querían ir a conocer el pueblo. Ahí entendí que uno mismo los limita, razona. Organizó entonces un recorrido del pueblo adaptado, con foco en los árboles, los pájaros y las artesanías. Y hasta incluyó una pequeña escalada en Los Colorados. Con esto como punto de partida, sumó el apoyo de otros hoteleros. El resultado: una docena de ellos tradujeron sus cartas y mapas al Braille.
Inquieta por naturaleza, Lucy tampoco frenó ahí. Después de ver un informe en la televisión sobre las dificultades de los celíacos para encontrar alimentos adecuados, por ejemplo, decidió incluir desayuno para celíacos en el hotel, en 2010. El costo de ese desayuno se encarece en un 50%, pero el boca a boca que uno de ellos te hace es impagable. No están acostumbrados a que piensen en ellos, dice y agrega que también hay productos especiales para diabéticos e hipertensos.
La inclusión también pasa por los proveedores. Las bolsas para el servicio de lavandería, por ejemplo, son provistas por la Asociación de Protección al Paralítico Cerebral. Las compras con criterios inclusivos no terminan ahí. Los cereales, por su parte, son todos de cooperativas de la zona. Los uniformes del personal, 100% de algodón orgánico, son de Verdetextil, una organización que además incluye prácticas de comercio justo y destina 5% del monto de la compra a la asociación S.O.S. Aborígenes.
En un pueblo como éste, la RSE a veces es mandar un mail de pedido, porque tenés compu y sabés escribir bien, admite. Pero también reconoce que sola no se puede: Cuando sos chico, no te queda otra que articular. Pero si yo, con una empresa de seis empleados lo logro, todos pueden hacer algo, no importa el tamaño.

En vuelo

Antes de llegar a Purmamarca, para realizar esta nota el viaje ya empezó en onda sustentable, de la mano de Lan. La compañía aérea cuenta con el programa de turismo sostenible, Cuido mi destino. De alcance regional y se difunde incluso en las cajas de snack que se reparten a bordo. Actualmente, el programa se desarrolla en Perú, Ecuador, Chile y Argentina. En nuestro país, alcanza dos destinos, San Juan y Bariloche.

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