Cómo superar a China imitando a Zara, Ikea y el Cirque du Soleil

El hombre viste una camisa negra, una corbata equivocada, también negra, y un saco de pana azul estridente. Dicen que es profesor de economía de la Universidad de Columbia pero el atuendo no impresiona bien al millar de ejecutivos que cena en el salón Vélez Sarsfield del Sheraton de Mar del Plata, donde el miércoles por la noche empezó el coloquio empresario de Idea. Lo observan el gobernador Daniel Scioli, Francisco de Narváez, Ignacio de Mendiguren, Federico Sturzenegger y Vilma Martínez, la embajadora de Estados Unidos. Es un arranque tenso hasta que Xavier Sala I Martín, de él se trata, olvida los power points que se agigantan detrás suyo y lanza una pregunta que despierta a la platea. ¿Cómo hacemos para superar a China?. Nos recuerda que hay 1.300 millones de chinos, 1.100 millones de indios, 300 millones de indonesios y así hasta sumar 4.000 millones de asiáticos bien educados, bien entrenados, laboriosos y con ganas de mostrarle al mundo que están en condiciones de producir más rápido, más barato y con mayor calidad casi todos los productos que necesitamos. Entonces, ¿cómo hacemos?, insiste este catalán presentado también como ex presidente del Barcelona Fútbol Club, el de Lionel Messi, el equipo más marketinero del planeta.
Y allí el economista catalán se larga a hablar de innovación y nos enseña que la cosa no pasa tanto por la revolución tecnológica sino por revolucionar la forma de vender ciertos productos de todos los días. La innovación de Nexpreso y sus cartuchos de café; la del gigante global Starbucks, con empleados que gritan tu nombre antes de servirte un batido de café y caramelo; la innovación del Cirque Du Soleil, que nació de la necesidad de un grupo de artistas de circo desempleados y hambrientos de Quebec hasta llegar al show que va de gira por todo el planeta. Y la innovación de Ikea, el proyecto sueco para vender muebles de diseño baratos que llegó a las grandes capitales del mundo y que cuenta con un packaging tan funcional que permite llevarse un sillón de living o una cama king size en el baúl de un auto mediano.
Claro que ninguna de estos modelos innovadores para competirle a los chinos lo entusiasma tanto al catalán Xavier como el de Amancio Ortega, el entrepeneur español que creo Zara (la tienda sin muros internos y con series limitadas de ropa de moda), y que la transformó en un suceso planetario que lo llevó a superar a la estadounidense GAP en 2008 y a convertirse en el quinto hombre más rico del mundo. El cuarto, si no se hubiera divorciado..., bromeó el economista, sabiendo a que esa altura de la noche marplatense tenía a todo el auditorio de Idea en el bolsillo.
Xavier Sala I Martín siguió describiendo los fenómenos de negocios de la posmodernidad. Apeló a la estadística asegurando que el 71% de las ideas innovadoras vienen de los trabajadores de las mismas empresas o de aquellos que forman una nueva empresa porque en las suyas no los escuchan ni los tienen en cuenta. Citó a Mc Donalds, a YouTube y hasta al Facebook de Mark Zuckerberg en esa saga, inmortalizado este último por una película de Hollywood. Y no podía, en estos días de duelo, dejar de nombrar a Steve Jobs por el sistema iTunes, con el que el fundador de Apple recreó un mercado agonizante como el de la música.
El pedido del economista a los empresarios que lo escuchaban fue que crearan entornos amigables para que los ciudadanos generen ideas innovadoras. Pidió más mujeres en las compañías (en este lugar hay muy pocas..., advirtió) y rogó por una educación que aproveche la facilidad tecnológica de los niños, su creatividad y su espíritu crítico. Viven en otro mundo; no en el nuestro; conectan nuestras computadoras sin leer manuales, saben mucho más que nosotros de todo eso, ¿porqué enseñarles entonces a leer El Quijote, que era un caballero que se volvió loco precisamente por leer libros..?, terminó entre risas.
Al final, el catalán Xavier le disparó a la Argentina. ¿Qué plan tendrían que generar ustedes para ser realmente innovadores en este mundo? Un plan B por si algún día se cae el precio de la soja que les compran los chinos..., provocó, metiendo en el dedo en la llaga más ardiente del país adolescente que piensa, en estos días de incertidumbre global, cómo será su propio futuro si la tonelada de soja sigue cuesta abajo. Habló también de esos empresarios teckies estadounidenses como Jobs, Zuckerberg o Bill Gates, a los que en el mundo se idolatra como a estrellas de rock. Y se preguntó: ¿hay algún empresario al que se le dé ese trato en la Argentina?
Nunca desperdicies la oportunidad que te da una buena crisis..., cerró el hombrecito de saco azul fosforescente. Y se llevó el aplauso más sostenido de la noche. Uno de esos aplausos fervorosos que surgen sólo cuando alguien logra cambiar el impacto negativo de una equivocada impresión inicial.

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