Michele Bachmann presidenciable

Si alguien pensó que con Sarah Palin la política norteamericana había alcanzado la cima de lo estrafalario, ahí está la precandidatura de Michele Bachmann para desmentirlo.
El pasado 13 de agosto, Bachmann, una referente del conservadurismo cristiano y favorita del Movimiento Tea Party, resultó ganadora de las primarias de Iowa, con el 29% de los votos, seguida por el candidato libertario Ron Paul, quien obtuvo el 28%.
Y si bien las primarias de Iowa no son exactamente una elección, sino lo que los norteamericanos denominan un straw poll, una mezcla de banquete de recaudación de fondos, feria campestre y sondeo, lo cierto es que tratándose del primer evento electoral de la campaña presidencial 2012, es unánimemente considerado un aceptable marcador de tendencias.
El nombre de este tipo de primaria proviene de la costumbre de levantar una brizna de paja al aire para ver en qué dirección sopla el viento. Por lo menos, la indicación le bastó al ex gobernador de Minnesota, Tim Pawlenty, para decidirse abandonar la carrera después de concluir que el viento, evidentemente, no soplaba en la suya.
La elevación de Bachmann a la cabeza de los contendientes por la candidatura republicana, si bien no habla demasiado bien de la sanidad mental de una parte del electorado norteamericano, por lo menos identifica por qué caminos transitan sus preocupaciones.
En una época en que los países más industrializados se bambolean al borde del colapso económico, el Medio Oriente se encuentra en estado de convulsión y la crisis de liderazgo afecta por igual a países ricos y pobres, el extremismo religioso que Bachmann, incorpora como un mensaje fundamental de su campaña, parece provenir de otro tiempo y de otras realidades.
A los 55 años, Michele Bachmann es una mujer atractiva quien, como Palin, añade una dosis de coquetería a sus aspiraciones electorales. Pero si se mira un poco más allá de la apariencia física, se encuentra que sus afirmaciones son capaces de erizar los pelos a cualquiera que no piense que la Biblia debe leerse en sentido literal.
Su presunción de mantener una relación personal con Dios le valió una controvertida tapa en la revista Newsweek, donde sus ojos azules parecen auscultar el infinito con una cierta dosis de insanidad, enfatizada el título La reina la furia.
La revista, que hoy dirige Tina Brown, fue acusada de sexista por haber seleccionado esta fotografía, aunque Brown defendió su decisión diciendo que las otras imágenes de la secuencia no la pintaban mucho mejor.
El primer salto a la notoriedad de esta congresista de Minnesota ocurrió en enero, cuando respondió al discurso sobre el Estado de la Unión del presidente Obama, en nombre del Movimiento Tea Party, quebrando así el tradicional bipartidismo entre demócratas y republicanos. Allí Bachmann atacó de manera inclemente a la política de Obama, como si antes de su ascenso a la Presidencia no hubiera habido historia.
Michele Marie Amble nació en Waterloo, Iowa, el 6 de abril de 1956, en el seno de una familia luterana. Su apellido Bachmann es el que tomó de su marido, Marc Bachmann, un terapeuta que dirige una controvertida clínica donde, según comprobó la revista The Nation, se practica lo que se denomina terapia conversora, que pretende revertir las preferencias sexuales de los homosexuales.
Esta práctica ha sido repudiada por la Asociación Psicológica Americana y Marcus Bachmann ha negado que se utilice en su clínica, pero la controversia no ha impedido que su mujer considere a la homosexualidad como una forma de esclavitud y una disfunción sexual y al matrimonio gay como un pacto satánico.
Su extremismo no es menos evidente en otras áreas. Para Bachmann, el problema del desempleo se solucionaría eliminando lo salario mínimo porque podríamos ofrecer empleos en cualquier nivel. Sobre el calentamiento ambiental asegura que el dióxido de carbono no es dañino sino una ocurrencia natural y que los llamados a su reducción son, en realidad, una campaña para reducirle Standard de vida de los norteamericanos. Frente a la epidemia de fiebre porcina, comentó que llamaba la atención de que sólo apareciera durante gobiernos demócratas (Jimmy Carter en los años 70 y Barack Obama).
Su última gaffe ocurrió hace unos días, durante el huracán Irene, cuando le dijo a una audiencia en Sarasota que se trataba de la furia de Dios dirigida a los políticos norteamericanos.
Hace unos días, uno amigo me regaló un botón con la leyenda Vote a Michele Bachmann para Presidente. Cuando le pregunté por qué lo hacía, me respondió que era la única manera de asegurar que Obama ganaría la elección.
Mucho me temo que sea un acto de exagerado optimismo. George W. Bush también parecía un chiste y fue presidente durante ocho años.
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