LOS APAGONES SON CADA VEZ M S FRECUENTES EN LAS CIUDADES

La clase media de Brasil destapa las falencias del sistema energético

Al aumentar su poder adquisitivo, la clase media brasileña compra televisores y otros electrodoméstcos. Pero el país no cuenta con la infraestructura eléctrica suficiente

Durante una reciente reunión en las oficinas de Petrobras en Río de Janeiro, un apagón dejó la sala casi a oscuras. Mientras el calor sofocaba a todos los presentes, el funcionario de la compañía petrolera nacional explicó que la infraestructura energética de la ciudad estaba teniendo inconvenientes para enfrentar el mayor uso de electrodomésticos por parte de la creciente clase media de Brasil. La semana pasada tuvimos el mismo problema tres veces, contó.
Estos cortes no se producen sólo en Río. La falta de suministro eléctrico causó estragos este mes en el norte y algunas regiones de San Pablo, incluyendo el aeropuerto de cabotaje.
Los apagones renovaron la presión sobre Dilma Rousseff, la nueva presidente de Brasil, para que mejore la desvencijada infraestructura del país antes de albergar la Copa Mundial de fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos dos años después.
La energía es una de las prioridades más urgentes. Brasil estima que el consumo de electricidad crecerá por año 5,3% entre 2009 y 2019, lo que implica la necesidad de invertir un total de u$s 128.000 millones.
Pero los analistas sostienen que el problema no se resuelve sólo con dinero. Hace veinte años, toda las falencias de infraestructura en Brasil se atribuyeron a la falta de dinero, y ya no es más así, comentó Richard Dubois, socio en PwC en San Pablo. Hay una carencia crónica de planeamiento.
El 4 de febrero, ocho estados del noreste de Brasil, una región carenciada, se quedaron sin electricidad durante varias horas. El gobierno aseguró que el apagón se debió a problemas de transmisión. Cuatro días después, se quedó sin luz el aeropuerto de cabotaje de San Pablo, la ciudad más grande del país y su capital financiera, lo que obligó al personal a correr los sistemas mediante generadores durante diez minutos, contó Infraero, el operador aeroportuario de Brasil.
El corte de electricidad, que fue seguido de otro apagón media hora después, también provocó el cierre de algunas bombas en la ciudad, lo que dejó sin agua a unas tres millones de personas, informó la compañía de servicios públicos local.
Tenemos cortes varias veces por semana. Durante los últimos dos años ha traído agua para poder trabajar, comentó Leandro que atiende un restaurante en Santo André en el sur de San Pablo. A veces tengo que cerrar temprano por falta de agua.
El rápido avance de la clase media brasileña exige mucho más la red de suministro eléctrico porque la gente salió a comprar sus primeros lavavajillas, televisores y otros electrodomésticos.
Parece que el problema no es la falta de inversión, sino que el crecimiento económico está muy concentrado en algunas regiones, comentó Walter de Vitto, analista de la consultora Tendencias de San Pablo.
Sin embargo, Dubois de PwC opina que Brasil podría estar a la altura de la mayor demanda de energía si no fuera por su rígida burocracia y sistema político. San Pablo no obtuvo su parte de la inversión federal porque su gobernador pertenecía a un partido diferente a la coalición gobernante, comentó.

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