El verdadero compromiso social empresario debe comenzar por casa

En los últimos años han surgido diferentes proyectos a nivel mundial que impulsaron la incorporación de la responsabilidad social como columna vertebral de la estrategia empresarial.

Esta tendencia se expande también en la Argentina, donde la solidaridad es uno de los valores más genuinos del ser nacional.

La fórmula sería la siguiente: una empresa exitosa es equivalente a una empresa socialmente responsable, demandando con ello una gestión cuidadosa que trascienda lo filantrópico o lo sujeto a una moda pasajera.

Mientras asistimos a la institucionalización de este nuevo modelo empresarial, se nos impone repensar de manera continua nuestra actitud frente a la responsabilidad social, estableciendo prioridades dentro del radio de alcance de cada empresa. En este sentido, uno de los capítulos más importantes es la determinación de los actores sociales sobre los cuales se pretende que recaigan estas acciones.

Habitualmente se enfatiza en las acciones sociales dirigidas hacia fuera, que buscan un impacto en la sociedad en general y cuya intención no se discute: paliar las necesidades más urgentes, reducir las desigualdades sociales o salvar el planeta de su progresiva destrucción. Su intención y utilidad es indiscutible; su efecto y necesidad, imperiosos.

Ahora bien, a la hora de evaluar el comportamiento socialmente responsable de un empresario, el primer y más importante compromiso comienza en el ámbito interno, en su organización, en su círculo inmediato.

Si fracasa en esta misión, difícilmente pueda asumir otras.



El criterio

Uno de los criterios que nos permitiría determinar la presencia de responsabilidad social en una empresa es evaluar si mantiene una coherencia en su ejecución hacia fuera y hacia adentro. De lo contrario, podría suceder que una compañía se destaque por colaborar activamente con entidades sociales, mientras que en el plano interno no considere integralmente la situación de sus empleados más allá de los aspectos formales. Así, los ejecutores de estas acciones terminarían priorizando su posicionamiento en el ámbito público, en lugar de buscar exceder su compromiso respecto del microcontexto en el que se desarrollan.

Un directivo de una empresa tiene la oportunidad de contribuir a transformar la realidad, si se compromete a funcionar como un nexo entre las capacidades de su organización y las necesidades sociales de sus empleados.

En este sentido, las relaciones con los empleados deben ser el primer eslabón de la cadena, traduciéndose, en primera instancia, en un empleo estable y justamente remunerado, en condiciones seguras y saludables. Pero decididos a trascender, los directivos de las empresas tienen la posibilidad de incidir sobre otros aspectos de la vida de sus empleados: salud, educación, familia, humor social de su organización, vocación voluntaria, etc.

Un estudio del Boston collage indica que el 76% de los americanos dice que si tuvieran que elegir entre 2 trabajos con el mismo sueldo y las mismas responsabilidades, tomarían el trabajo en la empresa que apoyara causas sociales en la comunidad.



Otro dato

Más del 50% de los estudiantes de las escuelas de negocios top aceptaría menos sueldo con tal de trabajar para una empresa que fuera responsable socialmente.

El accionar directo en el núcleo mismo de la empresa constituye, además de una herramienta transformadora del desarrollo de sus empleados, un claro factor de posicionamiento. Decisiones como éstas abren el camino a la competitividad y a la sustentabilidad de la misma, fortaleciendo los valores internos, y optimizan la calidad de sus productos y de los procesos que les dan origen.

Pero lejos de una consideración utilitarista de los empleados como recursos para lograr el éxito empresarial, éstos debieran constituir el principal grupo de interés para la organización, promoviendo iniciativas para mejorar su calidad de vida y la de sus familias. Paralelamente, el mejoramiento del clima laboral con empleados calificados y motivados motoriza el logro de los objetivos de la empresa, en una retroalimentación positiva permanente.

El 46% de los consumidores dice que compraron productos de una empresa porque percibieron que la empresa era responsable socialmente y el 49% dice que no compraron productos de una empresa debido a su comportamiento negativo en la sociedad.

En forma complementaria a la consideración de las condiciones laborales de los empleados, otro eje de la responsabilidad social en el plano de acción inmediato es la integración de la empresa a la comunidad en la que se asienta físicamente (su barrio, su localidad), respondiendo con la sensibilidad adecuada y las acciones sociales oportunas a las necesidades planteadas. De esta manera, contribuye a cambiar la realidad del medio en el que se encuentra y simultáneamente genera un entorno favorable para su crecimiento.

El factor diferencial, en todo caso, es el factor humano. La oportunidad de que las empresas sean, más allá de ámbitos de producción, microespacios de encuentros, intercambios y relaciones colectivas se encuentra al alcance de la mano de sus directivos. Es de esperar que, con políticas más activas, promovamos el crecimiento de empresas más competitivas en un entorno más humano.

En un país que duda acerca de su presente y su futuro, la interacción entre empresa, familia y comunidad local, ha de colaborar a fortalecer el entramado social, agregando certezas y despejando incertidumbres.



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