Planificación estratégica: qué es y cuáles son los nuevos paradigmas

No hay dudas de que, en las últimas décadas, las personas hemos vivido en un ambiente de constante cambio. Pareciera ser que la palabra globalización, que recuerdo comenzamos a oír en la década de los 90 y se intensificó a principios del siglo XXI, ya no es suficiente para describir el mundo en el que vivimos.

Además de la integración del conocimiento, la información, las economías y los impactos sociopolíticos que vislumbrábamos en ese entonces (pequeño resumen de a qué llamamos globalización), se suman los avances tecnológicos (cada vez son más rápidos y disruptivos) que traen como consecuencia cambios en el comportamiento de las personas. No solo tenemos la necesidad de estar siempre conectados (always on), sino también, la necesidad de la inmediatez de la información.

En este nuevo contexto que se va generando, ya no podemos decir que vivimos simplemente en un mundo globalizado. Aparecen otras palabras como incertidumbre, inestabilidad, ambigüedad, riesgo y coyuntura que intentan dar una explicación sobre lo que está sucediendo.

El mundo de las organizaciones no es ajeno a esta situación. Por el contrario, este nuevo contexto obliga a las empresas a pensar y repensar sus objetivos estratégicos. Y a partir de esta nueva necesidad aparecen nuevos paradigmas sobre la planificación estratégica.

El nuevo contexto -impredecible, cambiante, caótico- exige estar siempre actualizado y preparado para el cambio.

¿Qué es la planificación estratégica?

Lo primero que hay que saber es de qué hablamos cuando nos referimos a planificación estratégica. Al respecto, se puede afirmar que es el proceso por el cual las organizaciones definen sus objetivos, sus prioridades, los recursos necesarios para llevarlos a cabo y la manera en que se medirá para saber su grado de cumplimiento.

Es una actividad que permite alinear a toda la organización poniendo metas comunes, estableciendo acuerdos y ayudando a enfocar las energías para lograrlo.

Los elementos que no pueden faltar a la hora de pensar en un plan estratégico son:

  • Misión y visión (relacionado con el ADN de la empresa).
  • Objetivos (que deben ser SMART, o sea específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales, por su sigla en inglés).
  • Cronograma (donde registrado la fecha en la cual debemos cumplir esos objetivos).
  • Responsables (identificar quien o quienes serán las personas responsables dentro de la organización del cumplimiento de los objetivos).
  • Tecnología (que debemos utilizar para lograr nuestros objetivos).

Ahora bien, históricamente, las organizaciones han pensado y planificado sus objetivos a largo plazo (conocido también como plan plurianual). Entre 4 y 10 años (depende de la industria que analicemos) es el período de tiempo en que la mayoría de las empresas definen sus objetivos estratégicos, lo cual tiene sentido si uno lo analiza desde la dimensión inversiones y su retorno, necesarias para alcanzar los logros. Pero empieza a carecer de sentido cuando el análisis lo hacemos desde la dimensión del contexto.

Nuevos paradigmas

El nuevo contexto -impredecible, cambiante, caótico- exige estar siempre actualizado y preparado para el cambio. Este nuevo escenario no solo se actualiza rápidamente, sino que además da lugar a nuevos modelos de negocios que antes ni se pensaban.

De esta manera, carece de sentido definir objetivos estratégicos más allá de 1 año o incluso, en algunas organizaciones modernas que hayan transitado su proceso de transformación digital, más allá de 6 meses. Pensar a largo plazo se convirtió en una pérdida de tiempo y recursos.

Estos nuevos paradigmas, no sólo nos obligan a volver a analizar puntillosamente los objetivos, sino que además exige que consideremos distintos escenarios para cada uno de ellos.

Además, nos obliga también a repensar la organización en forma completa, permitiendo la adopción de nuevas prácticas de planificación a través de un cambio cultural y organizacional.

En definitiva, la clave es aprovechar la turbulencia del nuevo contexto para innovar y crear nuevos modelos de negocios que permitan a las organizaciones seguir creciendo. Sin duda, la preparación es una de las condiciones que no puede faltar en este proceso.

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