Pasó el susto con Alberto y un G20 positivo, ahora vuelve la Argentina

A pesar del episodio con la salud del Presidente, el Gobierno cerró su gira por Europa e Indonesia con una buena cuota de conformidad.

La confirmación de la ampliación del swap con China, que sirve para apuntalar las alicaídas reservas, más la suerte de compromiso de discutir las sobretasas que cobra el Fondo Monetario Internacional (FMI), dejaron con la sensación de tarea cumplida a los funcionarios argentinos luego de la participación en la paradisíaca isla de Bali (Indonesia) de la Cumbre del G 20.

"Lo importante es haber dejado ya abierta la discusión sobre el precio de la guerra con el FMI, y ya establecido que en diciembre se van a discutir los sobrecargos, porque la Argentina le está pagando al FMI el doble de tasa de interés que, por ejemplo, le paga al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y eso nos resulta absurdo cuando el prestamista en última instancia es el Fondo. El board se reúne en diciembre, y se trabaja por bloques", planteó el ministro de Economía, Sergio Massa, luego de recibir el elogio de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, que dio a entender que la Argentina estaba realizando las tareas de forma correcta.

La Argentina logró además el pronunciamiento de Alemania, Sudáfrica, Francia, Brasil, España y México, para la revisión de la política de sobrecargos del FMI. No es poco en un contexto donde el G 20 tuvo como objetivo discutir lo que sucede con la guerra entre Ucrania y Rusia, y también la relación entre Estados Unidos y China, las dos principales potencias mundiales.

Precisamente fue la reunión de los acercamientos inesperados, cómo bien describieron las agencias de noticias: el presidente de China, Xi Jinping, y su par estadounidense, Joe Biden, encontraron varios puntos en común en su bilateral, incluyendo la premisa de evitar un conflicto entre las dos principales economías del mundo, divididas por asuntos comerciales, geopolíticos y tecnológicos. No hay necesidad de "una nueva Guerra Fría", dijo Biden.

De vuelta a la Argentina el Gobierno deberá seguir lidiando con los problemas cotidianos que en el ránking de prioridades figuran la inflación, el crecimiento económico y la inseguridad. También en lo político el Gobierno le deberá poner el cuerpo porque cada vez falta menos para que comience 2023, el último año de Alberto Fernández en la presidencia (al menos en lo formal) y donde la disputa para sucederlo no solo estará enmarcada en la figura que elija el oficialismo (Alberto dice que irá por la reelección), sino por los candidatos de una oposición cada vez más confiada en ganar las elecciones del año próximo.

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