ANÁLISIS

La Secretaría de Comercio no reemplaza al BCRA

La inflación no es una enfermedad de los precios, sino del dinero. Muchas veces a lo largo de la historia se intentó frenar procesos inflacionarios vía control de precios, acuerdos y otros instrumentos similares. Pero la verdad es que nunca esas medidas han tenido, ni siquiera, un moderado éxito. De hecho, muchas veces terminaron siendo dañinas, porque generaron otros problemas como desabastecimiento y a veces, directamente violencia física. Porque la inflación es un fenómeno monetario y, por ello, es que controlarla es una de las funciones principales de todos los Bancos Centrales de los países que han tenido éxito en combatirla.

Uno de los ejemplos más claros de los impactos negativos de este tipo de programas que tratan de reprimir las consecuencias de la inflación fue lo que se llamó el plan de Gelbard de Inflación cero, que terminó en el "Rodrigazo" y la inflación, que venía en el rango del 40%, terminó bien arriba del 300%.

Las medidas del plan de Gelbard, como lo definió Aldo Arnaudo, "se focalizaron casi exclusivamente, por no decir exclusivamente, en los mecanismos de propagación inflacionaria, dejando de lado los problemas de las presiones inflacionarias pudieran haber existido".

Este fue un programa que comenzó con un aumento de salarios y de algunos costos laborales, como aportes a la seguridad social, vacaciones e indemnizaciones y luego pasó a congelar los precios de la economía. Pero específicamente se prohibió que se aumenten los precios por efectos del mayor costo laboral y se dispuso la creación de la Comisión Nacional de Precios, Ingresos y Nivel de Vida. Se intervinieron los mercados como el de Abasto, de Liniers y otros. Además se prohibió la creación de nuevos productos, cambiar marcas, tamaños o pesos de los productos. Se establecieron una serie de medidas adicionales para tratar de controlar el mercado de la carne, como restringir la faena a empresas de capital nacional, se cuotificó la faena de carne vacuna que establecía la Junta Nacional de Carnes, calculando un abastecimiento de 65 kilogramos por habitante por año. Después se pasó a trata de controlar los bienes sustitutos, etcétera.

Por otro lado, la cantidad de dinero medida por el M1 creció 93% durante 1973 y 65% en 1974. Este control de precios, junto con aumento de salarios que se acordó en el "Pacto Social" se rompió a los pocos meses. Al inicio el programa provocó una desaceleración de la inflación, a los niveles que se veían en 1971. Aunque la falta de productos pudo haber provocado una subestimación de los cifras de inflación. Para finales de 1974, la inflación ya se había escapado nuevamente y el programa se volvió insostenible. En 1975, la inflación finalmente terminó disparándose a 335% anual. Al final, la inflación acumulada entre 1973 y 1975 fue de 760%, prácticamente igual a lo que creció la cantidad de dinero. Por ejemplo, el M1 (Dinero en circulación + Depósitos en cuenta corriente) creció 799% en ese mismo periodo.

Este es un buen ejemplo, de cómo al no atacar las causas y solo tratar de maquillar las consecuencias, no se logra nada o incluso pueden empeorarse las cosas, porque el "Rodrigazo" fue un ordenamiento de precios violento que tuvo consecuencias claramente negativas. Lo que causó semejante ajuste no fueron los 48 días en los que Celestino Morales fue ministro de Economía, sino los dos años previos, en los que se intentó resolver la inflación atacando los síntomas y no las causas.

En la actualidad nos encontramos con un escenario similar dónde la cantidad de dinero que desde comienzos del 2020 creció más del 90% y la inflación acumulada en este periodo ya supera el 75% y para fin de año será mayor al 100%.

Pero adicionalmente, en estos últimos 4 meses el Estado está necesitando financiamiento por parte del Banco Central del orden de $ 1,5 billones que seguramente provocará mayores presiones inflacionarias en el futuro.

Lo que queda claro de toda esta historia es que para bajar la inflación se necesita reducir la emisión monetaria presente y futura. Para eso se necesita equilibrar las cuentas del Estado Nacional lo suficiente como para evitar la creación del nuevo dinero más allá de la demanda monetaria. Sin esto ninguna política de represión de precios (ya sea precios máximos, revisión de utilidades o precios congelados) tendrán algún efecto sobre la inflación. Por otra parte, si efectivamente se realizará un programa antiinflacionario integral que ataque las causas primarias y secundarias de la inflación (déficit fiscal y emisión) no sería necesario la política de precios.

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